El sector sanitario trabaja y lucha sin descanso en la vanguardia del peligro y demuestra, a diario, una profesionalidad, una entrega y una generosidad que lo ha hecho más necesario que nunca. Es el estandarte contra la pandemia y el mejor bálsamo de los pacientes:el mimo y la esperanza. Todas las tardes recibe el aplauso general. Tres mujeres explican con serenidad su empeño constante en aplacar a la muerte
Cristina Villar Yus, enfermera de Urgencias en la uci: "No somos héroes ni heroínas. Cumplimos con nuestra obligación"
Cristina Villar Yus (Zaragoza, 1992) dudó entre ser periodista o enfermera, y al final, quizá porque su padre es médico, eligió la segunda profesión. Es una mujer entusiasta, entregada, transmite felicidad, sentido del deber y responsabilidad. Conoce el alboroto de las urgencias y los fogonazos de pánico, pero no pierde la calma. "Soy enfermera por vocación. Me gusta mi trabajo, estar cerca de la gente; sé que estamos en un momento de adversidad, y creo que no hacemos nada especial. No somos héroes ni heroínas. Cumplimos con nuestra obligación", dice.
Reflexiona sobre un curioso detalle. "En todo el tiempo que llevo en este empleo no me habían dado las gracias tantas veces como ahora: es como si la pandemia hubiera revelado la importancia y la trascendencia de la sanidad. Eso también te lleva a pensar muchas cosas: el papel de los médicos, de la enfermería, cómo es la condición humana, etc.", dice, y desliza otro matiz: "Quizá la gente se siente más frágil que nunca y se muestra más agradecida".
Dice que su ocupación primordial consiste "en estar en contacto con las personas, atender y aliviar con la ciencia, los cuidados y la palabra, y eso me gusta. Me gustó siempre y también ahora. Estamos protegidos, tenemos mejores equipos, conocemos mejor la praxis y cumplimos con nuestro deber".
Nadie escapa al miedo. "Somos cuatro en casa, mis padres, mi abuelo y yo –dice–. Ahora mi madre se ha ido con el abuelo; mi padre, que es médico, y yo estamos en casa, para evitar riesgos en los demás. Empatizas con los enfermos. No sabemos lo que va a pasar. Intentas no sumarte a los rumores o conjeturas: si es una conjura internacional, si es una cosa inventada o una disputa de China y Estados Unidos".
"El ser humano es vulnerable por naturaleza y lo lógico es estar bien. Cuando ocurre algo así, cualquiera se viene abajo y es el momento en que los profesionales debemos mantener la serenidad".
Mireia Martínez Noguera, celadora de planta en el Miguel Servet
"A mí me parecía que esto sucedía en el Tercer Mundo, no en Occidente"
"A mí me gusta mucho mi trabajo. Me apasiona estar con la gente, atenderla, estar pendiente. Yo estaba en el Miguel Servet. Cuando empezó el coronavirus y se habló del hospital de campaña que se iba a instalar en el Auditorio, me asignaron allí. Como luego no se abrió, he estado una semana en la uci de Covid-19 y luego en la uci de coronarias, lo que se llama ‘zona limpia’. El pasado domingo nos quedamos sin trabajo. Me hubiera gustado continuar", dice Mireia Martínez Noguera (Zaragoza, 1978), que es una celadora vocacional y orgullosa de su cometido.
"¿Que si a veces hay clasismo laboral y se nos mira por encima del hombro? Algunos compañeros me han dicho que lo han percibido en algún momento, pero a mí no me ha pasado. Al contrario. Depende de las personas con las que trates, pero en todo este tiempo he sido feliz. He sido muy bien tratada por todos: auxiliares, enfermeras, médicos, etc.".
Queremos saber cómo fue esa semana en la uci del Covid-19. "Soy muy valiente. Y este es mi trabajo. Sé que algunos compañeros que estaban en la bolsa de empleo no cogieron el teléfono cuando les llamaron. Impresiona. Pero vas con tu EPI (tu equipo), eres cuidadosa y prudente, y haces lo que tienes que hacer… Por las informaciones de la tele cundía la alarma en tu entorno, se incrementaba la preocupación, pero aquí nunca nos faltó de nada, ni el equipo ni las mascarillas ni los guantes. Fue así", declara.
¿Qué pasaba ahí dentro? ¿Qué impresiona? "La relación con los pacientes es especial. Están intubados y no es fácil, hasta que vuelven a la planta. Es una situación compleja. A mí me parecía que esto solo sucedía en el Tercer Mundo, pero no en Occidente. Es una pesadilla". En casa también es meticulosa: "Mi marido trabaja en una empresa química, pero mi hija, de 16 años, siempre me dice lo mismo: "Mamá, ten cuidado. Mamá, cuídate mucho". Con razón.
Laura Montge, médico residente de Medicina Intensiva
"Las familias lo pasan mal. Creo que lo que más les repito es 'mucho ánimo"
Laura Monge Sola (Zaragoza, 1990) es médico residente adscrita al Servicio de Medicina Intensiva. Vive el coronavirus desde el primer día, cuando empezaron a ingresar casi de golpe los primeros enfermos de covid-19 en las cuatro ucis del Servet y se registraba una situación de caos, que, poco a poco, cesa. "Entonces teníamos menos información y un equipo más deficiente, y se produjeron bastantes contagios en el conjunto sanitario. Eso ha remitido: estamos más preparados, vamos con la cautela debida y la situación se ha normalizado. Lo difícil vendrá luego: regresar al orden natural de las cosas para que se puedan hacer los tratamientos que se han paralizado en cirugía o atención oncológica, entre otros".
Laura dice que ella está tranquila, que vive sola y que lleva mejor eso que les sucede a otros compañeros: el temor a ser motivo de contagio para sus parejas o sus hijos. Uno de los momentos más duros, y "a la vez de una intensa humanidad", es la relación con los enfermos de covid-19. "El paciente ingresa en la uci intubado, sedado e inconsciente, y no suele enterarse. Cuando es subido a planta, que es el lugar adecuado para la recuperación, sí viven instantes de confusión. Las familias lo pasan mal, no pueden ni tocar ni ver a los pacientes, y se sienten desamparadas. Esta es la crueldad del virus también. Es muy importante nuestra relación y la de enfermería, que hace un trabajo constante de atención y de llamadas. Te implicas de un modo especial. No es lo igual que poder ver la cara de la persona con la que hablas. Creo que lo que más les repito es “mucho ánimo”".
Dice que ahora, aunque haya más ingresos, hay menos contagios. La seguridad es mayor. Laura huye de mixtificaciones y de conjuras: "Es un virus que se expande a sus anchas. Me preocupa la sociedad, no solo el ahora, sino lo que vendrá luego. Vives en la incertidumbre y en la inquietud, y deseas que llegue el otoño o el invierno y que haya pasado todo".