Como los niños cuando van de viaje, tras casi un año de pandemia preguntamos ¿cuánto falta?
Las reglas de juego del virus son las mismas que al principio del partido. Mientras haya personas vulnerables al virus, seguirá circulando. Estamos en invierno y el riesgo de contagio en interiores es 10 veces superior que al aire libre. Es un momento de mucho riesgo. Estamos controlando la cuarta oleada, pero el virus se nos desmanda en cuanto relajamos medidas. Cuando tengamos una vacuna que sepamos que protege de los contagios –y aún no lo sabemos de ninguna–, podrán cambiar las reglas de juego.
Entonces, ¿qué podemos esperar de estas vacunas?
Las vacunas que tenemos ahora son muy buenas para evitar el sufrimiento. Van a evitar muertes, ingresos en uci, hospitalizaciones y enfermedades graves y moderadas. También los síntomas leves, aunque no en todas las personas vacunadas. Las siguientes oleadas estresarán menos el sistema sanitario. Pero aún no sabemos si las personas vacunadas que se infecten, aunque sean asintomáticas, pueden ser contagiosas. Igual que los asintomáticos contagiosos que conocemos. Por eso tienen que mantener todas las medidas de seguridad. Tanto hasta que ellos estén protegidos como más adelante, porque nos pueden contagiar a los demás. Por ahora, tenemos vacunas que protegen de la enfermedad, pero no de la pandemia. No protegerían a la sociedad, solo a la persona que está vacunada.
¿Y hará falta vacunar a los jóvenes?
Se vacuna cuando se obtiene un beneficio. En los mayores está claro: les protege del sufrimiento. Se vacunará a los jóvenes cuando a ellos les traiga algún beneficio, como que dejen de contagiar. Por eso es tan importante saber si las vacunas bloquean el contagio.
Los mayores vacunados hablan de sus lógicas ganas de abrazar a sus nietos, pero la vuelta a la normalidad va a tardar.
Los abuelos ahora podrán visitar a sus nietos sin miedo a morir por esa visita. Un paso adelante fantástico. Pero tienen que saber que el cuidado que hemos puesto en no contagiarles, ahora lo tienen que poner ellos: los vacunados tienen que hacer el esfuerzo de no contagiarnos a los demás, porque hay muchas personas de su edad o de grupos de riesgo –con hipertensión, diabetes del adulto, obesos…– que no están vacunadas. Quedan muchas personas por vacunar, y vamos despacio no porque seamos muy malos pinchando, sino porque no hay suficientes dosis.
¿La inmunidad de grupo es un espejismo?
Solo se consigue con una vacuna que bloquee la transmisión. Y no la tenemos todavía. No sabemos si la tenemos. Tenemos que analizarlo. Estas vacunas actuales, en los experimentos preclínicos en animales, se vio que no protegían de la multiplicación del virus en la nasofaringe, por eso es de esperar que tampoco lo hagan en las personas. Hay que observarlo, analizarlo científicamente. El rastreo ha sido siempre vital, pero ahora también; tenemos que saber si el origen de un contagio es un vacunado. Porque como estemos aumentando el número de asintomáticos contagiosos y relajemos las medidas, nos podemos encontrar con un problema fuerte. Insisto en que se rastree a fondo y se permita a los investigadores acceder a los datos. Necesitamos saber, con estudios bien diseñados, si las personas vacunadas pueden ser asintomáticos contagiosos.
Inmunidad de grupo quiere decir que cuando hay bastantes personas vacunadas, las que no lo están también están protegidas porque el virus no se extiende. Pero si tenemos una vacuna que no evita que el virus se extienda, no podemos ni pensar en la inmunidad de grupo.
Entonces ¿queda pandemia para rato?
No. De aquí al verano tendremos que saber, en algún lugar del mundo, cuánto protege cada vacuna de la transmisión, cuánto protege a los vacunados de contagiarse. Tendremos que esperar unos cuantos meses para saberlo, pero cuando lo sepamos, ya podremos evaluar en cuál de los dos caminos estamos. En cualquier caso, va a haber vacunas de segunda, tercera y cuarta generación.
Tenemos las de Pfizer y Moderna, acaba de llegar la de Astra Zeneca, que aquí no se va a administrar a mayores de 55 años. ¿Hay vacunas mejores y peores?
Hay vacunas que todavía no se sabe si son eficaces para mayores de 55 años y precisamente porque somos rigurosos, solo se les administrarán si hay evidencia científica de que les protegen. El sistema inmunitario se vuelve más débil al cumplir años y puede que estas vacunas no lo entrenen suficientemente bien para que les proteja.