Aunque existen numerosas opciones para el tratamiento del cáncer, esta enfermedad supone una grave amenaza para la salud pública, por lo que se necesitan nuevos fármacos mejores, con menos efectos secundarios y mayor eficacia.
Una buena diana terapéutica, por consiguiente, no solamente será muy necesaria para la supervivencia de la célula tumoral, sino que, además, se encontrará exclusivamente en ella o bien será mucho más importante para su integridad que para la de una célula sana. En este sentido, los sistemas de defensa antioxidante son una potencial diana de lo más interesante debido a la alta sensibilidad de las células tumorales por el estrés oxidativo.
En el Departamento de Química Inorgánica de la Universidad de Zaragoza se está llevando a cabo la síntesis de nuevas moléculas capaces de interferir con el funcionamiento de la defensa antioxidante de la célula tumoral, cuyo efecto biológico se estudia después en el departamento de Farmacología y Fisiología. Esto es posible gracias a la atracción de la enzima antioxidante tiorredoxina reductasa por el oro, un componente destacado de estos potenciales agentes quimioterapéuticos.
La crisoterapia es el nombre que recibe el uso del oro con fines terapéuticos, una práctica que se conoce desde el año 2.500 a.C., ya que el polvo de oro era un ingrediente habitual en remedios de la antigua medicina china. Actualmente, la crisoterapia consiste en recurrir a moléculas con uno o más átomos de oro coordinadas con diversas estructuras para mejorar sus propiedades biológicas. Se han utilizado moléculas de oro para el tratamiento de diversas enfermedades, como la tuberculosis o la artritis reumatoide. En la actualidad, se está estudiando su eficacia no solo en pacientes de cáncer, sino también frente a enfermedades víricas y bacterianas.
La acción antitumoral del fármaco llamado auranofin frente a diversos tipos de tumores se está probando en la actualidad en ensayos clínicos con pacientes. Esta molécula ya había demostrado su potencial terapéutico en ensayos preclínicos en modelos celulares y animales, pero todavía es necesario completar las fases de los ensayos clínicos antes de que pueda ser usado a gran escala. Además, se están diseñando nuevos fármacos de oro con mejores propiedades que las del auranofin; por ejemplo, se buscan nuevos agentes fluorescentes para poder ser utilizados no solo como terapia, sino también con fines diagnósticos. Son los llamados teragnósticos.