El ritmo de trabajo en la lavandería del Miguel Servet de Zaragoza, el hospital más grande de Aragón con 1.200 camas, es incesante. Este servicio, con unos 100 trabajadores en turnos de mañana y tarde, de lunes a viernes, y también durante las mañanas del fin de semana, recibe, clasifica, lava, desinfecta y plancha una media de 10.400 kilos de ropa al día procedente no solo de las distintas plantas del centro sanitario, sino de muchos otros repartidos por toda la Comunidad. Su actividad, al igual que ocurrió en toda la sanidad, aumentó, y mucho, cuando se desató la pandemia de coronavirus, en primavera de 2020, al empezar a recibir batas procedentes de las cada vez más numerosas áreas covid y multiplicar también el número de uniformes.
Con la sexta oleada en descenso, las cifras que rodean a esta unidad también han bajado, aunque siguen siendo altas en prendas de trabajo y ropa infecciosa y van aumentando o disminuyendo en función de las olas, según confirma la jefa de servicio de Lavandería, Laura Peralta. De hecho, en esta unidad hospitalaria se ha incrementado desde marzo de 2020 el lavado de ropa de trabajo entre un 60% y un 80%, porque el personal "antes se cambiaba dos o tres veces a la semana, y ahora lo hace una vez al día, o incluso más habitualmente".
El volumen procedente de las plantas de Enfermedades Infecciosas también ha crecido y se ha pasado de lavar 80 kilos de ropa al día en 2019 a 784 en 2020 (con picos de hasta 4.800), reflejo de la "alta ocupación de plantas con enfermos con coronavirus".
Además, el plegado también es manual. En 2020 se lavaban 3.700 batas a la semana de media con picos de hasta 10.300 unidades por semana. En 2021, son 3.200 con picos de hasta 5.500. Hay de distintos tipos, pero la mayoría son de poliuretano, que aguantan hasta 20 lavados. Para llevar la cuenta, se marca cada lavado en una etiqueta que tienen para ese fin. Cuando se completa, se desechan. El próximo pedido admitirá 100 lavados.
Este servicio cuenta con modernas máquinas, controladas por ordenador, y requiere de una unidad de mantenimiento destinada para esta instalación, para evitar que se paralice el proceso. Tras el lavado, las prendas pasan por los túneles de planchado y, con un sistema automatizado, cada unidad se dobla y se prepara para remitir de nuevo al centro sanitario de procedencia. Maite Jiménez, encargada de la expedición de ropa y transporte, explica que cada mañana suben las batas limpias a las áreas covid, uci o consultas que precisan epis, y recogen las prendas sucias, que anotan para luego devolver la misma cantidad.