Este martes es el Día Internacional de la lucha contra los trastornos alimentarios. ¿Tienen preparado algo especial?
En el Instagram de Arbada se va a poder ver una intervención de la psicóloga Isabel Martínez que contesta a preguntas de pacientes. También se va a retransmitir en directo una charla sobre la prevención de estas enfermedades de nuestra trabajadora social, Merche Barcelona, en un centro de enseñanza. Hay que dar la máxima visibilidad a estos trastornos mentales.
El encierro de 2020 se convirtió en el punto álgido de nuevos casos. ¿Cuál es hoy la situación?
Entre junio del año pasado y este se han llevado a cabo 293 atenciones personales, 108 más que en 2020, y se han atendido 75 situaciones en crisis. Este año ya llevamos hechos cuatro cursos de orientación familiar cuando lo normal es uno.
¿Ha sido la pandemia un factor de riesgo?
En un principio afectó mucho el confinamiento, se agravaron los cuadros de ansiedad y las obsesiones. Además, había un bombardeo de mensajes sobre la necesidad de hacer deporte y cuidar la alimentación. Ahora nos sorprende que la situación sigue siendo muy alarmante. Hay que valorar qué esta sucediendo para que los trastornos alimentarios continúen aumentando y con pacientes con una gravedad extrema. Hasta en Arbada hemos tenido lista de espera de un mes, lo que no había ocurrido nunca.
¿A qué se refiere con gravedad extrema?
A índices de masa corporal muy por debajo de lo saludable, pacientes que ingresan con un 14, cuando una modelo muy delgada está en 18. Y con situaciones emocionales y pensamientos autolíticos mucho más frecuentes que antes. Ahora mismo hay 11 pacientes menores de edad en lista de espera para ingresar en el Hospital Clínico y 15 pendientes de su primera consulta externa.
¿Faltan camas para hospitalización?
En el Clínico, a las seis plazas para menores habituales se han sumado en los últimos meses otras seis que se han habilitado en pediatría, pero resultan insuficientes. En el Hospital Provincial han pasado de dos a cuatro para adultos para todo Aragón, que son muy pocas. ¿Qué le dices a unos padres angustiados cuando su hija no puede ingresar? La impotencia es total y quedarse en casa es agravar el problema.
¿Confía en que la solución llegue con el nuevo plan de salud mental anunciado por la DGA?
Hay que esperar al documento final y la dotación económica. Faltan recursos de todo tipo, también de personal especializado. La salud mental siempre ha sido la hermanita pobre de la sanidad.
¿Cómo llegó a Arbada?
Mi hija tenía un trastorno y me llamó una amiga porque se iba a crear una asociación de familias a través del Hospital Clínico. Estábamos todos muy perdidos y yo me impliqué para aprender y entender el problema de mi hija.
¿Cuáles son las señales de alerta?
Mi hija era muy comunicativa y fue restringiendo su círculo social y de amistades. El carácter se vuelve irritable y en el caso de la anorexia la pérdida de peso es visible. Con la bulimia cuesta más, porque pueden estar en un peso normal. Luego están los ritos que hacen con la comida.
¿Sigue afectando principalmente a las mujeres?
Mayoritariamente son chicas de entre 12 y 19 años, aunque hay adultos. También hay en tratamiento chicos con vigorexia, pero son uno de cada diez.
De los trastornos de alimentación, ¿se sale?
Si no fuera así, no existiría Arbada. Se sale, pero con mucho esfuerzo. Son tratamientos largos, de cuatro o cinco años. También casos que se cronifican y se aprende a vivir con el trastorno.
Un deseo para el 25 aniversario de Arbada.
Mi sueño, crear otra unidad de tratamiento con camas.