El consumo de tabaco tiene una larga tradición en Brasil. Originaria de los Andes bolivianos, la planta Nicotiana tabacum llegó a este país por medio de las migraciones indígenas. Para los indios brasileños, tenía un carácter sagrado: su uso estaba limitado a los chamanes en los ritos religiosos y para fines medicinales.
De planta mágico-religiosa, el tabaco pasó a ser un producto comercial en las colonias europeas. En Brasil, durante el siglo XVII, el tabaco se convirtió en uno de los principales productos de exportación durante el período del Imperio. Esa importancia aún puede verse en el escudo de armas de la república, donde aparece junto al café como símbolo de la nacionalidad brasileña.
Los orígenes del hábito de fumar
En lo que se refiere a su consumo, el tabaco se popularizó entre los hombres brasileños a partir de 1874. Las mujeres empezaron a fumar masivamente más tarde, entre la década de 1960 y 1970, cuando la publicidad de la industria tabaquera asoció su producto a la emancipación femenina y la igualdad de género.
Este inicio más tardío en mujeres también se produjo en otros países como España. Así, el consumo de tabaco comenzó a ser muy común entre los varones durante la Guerra Civil (1936-1939), mientras que ellas no adquirieron el hábito hasta la década de los 60-70.
Hacia un Brasil libre de tabaco
Volviendo a Brasil, a partir de los años 70 del pasado siglo comenzaron también a surgir los primeros movimientos de control del tabaquismo, liderados por profesionales de la salud y sociedades médicas. La acción del Gobierno a nivel federal se institucionalizó en 1985 con la constitución del Grupo Asesor para el Control del Tabaco y, en 1986, con la creación del Programa Nacional de Combate al Tabaco.
Gracias a estas iniciativas, el porcentaje de fumadores diarios en Brasil se ha reducido del 29 % al 12 % en hombres y del 19 % al 8 % en mujeres en los últimos 25 años, lo que puede considerarse un éxito.
Como elemento de comparación, la prevalencia de consumo de tabaco en hombres españoles descendió desde un 55 % hasta un 26 % desde 1987. Entre las mujeres empezó a decrecer en 2001, del 27 % al 19 % en 2020.
Actualmente, Brasil se define como país libre del consumo del tabaco por la Ley nº 12 546/2011 y por el Decreto nº 8 262/2014 y ha asumido un papel de liderazgo en el ámbito internacional. De hecho, es la segunda nación del mundo, después de Turquía, en alcanzar el nivel más alto de las seis medidas de control del tabaco MPOWER propuestas por la Organización Mundial de la Salud.
Brecha de género en la mortalidad
¿Y qué reflejo tienen estas medidas en la salud de la población brasileña? Desde 1996 a 2019, el tabaquismo se cobró exactamente 2 389 831 vidas entre las personas mayores de 35 años. De cada 10 fallecimientos atribuidos al tabaco, 6 se producen en hombres, aunque se registra una bajada en este tipo de mortalidad desde 2004. Desafortunadamente, el porcentaje no ha parado de crecer en las mujeres año tras año.
Un patrón muy similar se observa en España: la mortalidad vinculada al tabaquismo está descendiendo en varones, mientras que la de las mujeres sube desde 1990. Sin embargo, al comparar las estimaciones en ambos países en función de los grupos de edad observamos que las tasas de fallecimientos asociadas al consumo de tabaco son inferiores entre los hombres brasileños.
Efectos dispares en la salud
Fumar se relaciona con tres grandes grupos de causas de muerte: cánceres, enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus y enfermedades respiratorias. En Brasil, la mayor carga de mortalidad se produjo por las enfermedades cardiovasculares y diabetes mellitus: de cada 100 fallecimientos por consumo de tabaco, 42 fueron por ese tipo de patologías.
Este resultado difiere con la situación en Europa y Estados Unidos, donde los cánceres se cobran el mayor número de víctimas por el tabaco. La diferencia puede deberse a que Brasil es un país marcado por desigualdades sociales: la disparidad de desarrollo entre sus regiones se refleja en la salud, especialmente cuando se trata de la prevención de factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes mellitus.
Si desglosamos por patologías concretas –no por grupos de enfermedades–, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) es la causa a la que se atribuye una mayor mortalidad en el país sudamericano. La EPOC y el cáncer de pulmón son responsables de cuatro de cada 10 muertes atribuidas al consumo de tabaco. Por contra, la principal causa de fallecimiento en España achacada al hábito de fumar es el cáncer de pulmón, produciendo casi 3 de cada 10 muertes por ese motivo en 2018.
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Fuente: The Conversation. Autoría:
Mónica Pérez Ríos
Profesora titular en el departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universidade de Santiago de Compostela
Bibiana Wanderlei Flores
Mestre em Saúde Pública, Universidade de Santiago de Compostela
Julia Rey Brandariz
Investigadora en Epidemiología y Salud Pública, Universidade de Santiago de Compostela