¿Qué está investigando ahora?
La línea principal de nuestro laboratorio es la biopsia virtual. La pregunta que nos hicimos fue: ¿Y si pudiéramos tener parte de la información que se tiene de una biopsia pero haciendo una foto? Hacemos contrastes para que se peguen a un tumor y nos digan si va a responder mejor a una quimioterapia, a una radioterapia o a un tratamiento experimental. Nos hemos centrado en tres de los peores cánceres: glioblastoma multiforme, adenocarcinoma de páncreas y glioma difuso de tronco, que es uno que se da en niños y no es posible biopsiarlo. También llevamos otros proyectos junto a otros investigadores como el diseño de nuevas inmunoterapias o buscar compuestos que puedan llegar a ser nuevos fármacos.
¿Y esta experimentación se po- día hacer hace 30 años?
No, porque para avanzar en investigación lo que necesitas es conocimiento y tecnología, y en ese momento no teníamos ninguna de las dos cosas.
¿Cómo era la investigación?
Yo era pequeño, pero me gusta mucho la historia de la ciencia. Cuando yo nací, Mariano Barbacid descubrió que muchos de
nuestros genes se estropeaban y se formaban mutaciones, que el cáncer se debía a mutaciones en el ADN. En el año que nació EL PERIÓDICO DE ARAGÓN hubo un acuerdo internacional lidera- do por EEUU, y en el que España no entró, para secuenciar el genoma humano.
¿Qué supuso?
El material genético son tres mil millones de letras químicas, para entendernos 1.500 Quijotes. Ahora sabemos lo importante que es conocer cuáles son estas letras y qué función tiene cada una. El cáncer es una enferme- dad de los genes y hasta el año 2001 no había un borrador de un genoma. El primero costó 3.800 millones de dólares y ahora deberíamos tardar un mes en hacerlo y nos debería costar unos 100.000 euros. Por internet encuentras ofertas por 400 euros y te lo hacen en una tarde. Empezamos a poder generar y acumular conocimiento de qué alteraciones genéticas tienen nuestras células cuando se vuelven cancerígenas para poder buscar solución.
¿Hasta los 2000 no se supo na- da del cáncer?
En el 2000 tuvimos el primer borrador del genoma. En el 2010 la tecnología había bajado de precio y se lanzaron los genomas del cáncer. Los proyectos eran millonarios y los englobaron gran- des consorcios internacionales. España participó con Carlos López Otín y Elías Campos, ambos aragoneses, que secuenciaron el genoma de la leucemia linfática crónica. Del 2010 al 2015 los analizaron. El proyecto sigue re- ciente pero hasta el 2015, que es hace nada, tenían que ser gran- des consorcios internacionales los que avalasen los proyectos. Ahora la tecnología se ha democratizado y cualquier laboratorio podría hacerlo o encargarlo.
¿Cómo se trataba el cáncer si no se conocía?
Antes se ponían productos químicos en un ratón que de- formaban un tumor. Ha habido cosas que han funcionado bien. Algunas quimioterapias son muy agresivas pero han funcionado, y lo que se ha hecho ha sido mejorarlas, quitarles efectos secundarios y hacerlas más específicas. En los 2000 nacen las terapias dirigidas. Si el cáncer se debe a mutaciones y las conocemos, podemos corregirlas. El problema que tiene el cáncer es siempre el mismo: los tumores generan resistencias. Ahora empezamos a entender el porqué, porque no son un único tipo de células tumorales. Tener todo este conocimiento nos permite pensar que vamos a tener más terapias en muy poco tiempo y que podremos diagnosticar mejor y poner mejores tratamientos.
¿En qué línea se investiga?
En varias. Una es hacia la detección temprana, porque hay muchos tumores que si se detectan a tiempo se eliminan. Ahora que el genoma que es más barato podemos leer ADN liberado por el tumor en la sangre y detectar mutaciones, pero todavía podemos ver poquitas. Si podemos detectar los tumores a tiempo podemos mejorar mucho la supervivencia. La investigación va hacia diagnósticos cada vez más tempranos, porque más vale pre- venir que curar.