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7 mayo, 2020Antonio Laguna acaba de ser premiado por la Real Sociedad Española de Química, en reconocimiento a su carrera investigadora. Nacido en Huesca en 1948, este investigador del Instituto de Síntesis Química y Catálisis Homogénea (CSIC-UZ), es hoy profesor colaborador extraordinario. Le fascina la espectacular química del oro y la plata.
La Real Sociedad Española de Química acaba de otorgarle el Premio RSEQ 2020, en reconocimiento a una carrera distinguida. ¿Qué representa?
Indudablemente, es una gran satisfacción. Supone el reconocimiento a la tarea realizada en el campo de la investigación química en general, y organometálica en particular, por parte de tus compañeros de profesión. El ‘inconveniente’ es que llega al final de tu carrera, cuando ya eres un poco mayor.
Oro y plata son joyas en el laboratorio. ¿Por qué son tan especiales?
Son joyas en todos los sentidos, por algo han sido reconocidos y valorados desde los orígenes de la humanidad. Pero también son especiales desde el punto de vista químico. En particular el oro tiene un comportamiento completamente inesperado, único. Al ser uno de los metales más pesados, son aplicables los efectos relativistas (consecuencia de la teoría de la relatividad de Einstein) que explican, por ejemplo, el color amarillo, que es completamente diferente del blanco plateado que tienen los metales que lo rodean en la Tabla Periódica: platino, mercurio o plata. Los compuestos de estos metales tienen gran facilidad para combinarse entre ellos y muchas aplicaciones: como sensores de vapores orgánicos, materiales luminiscentes para la producción de OLED, catalizadores o agentes antitumorales.
¿De qué forma se usan contra el cáncer?
Compuestos de oro o plata se han utilizado ya en medicina, en el tratamiento de la artritis reumatoide o como agentes antibacterianos, respectivamente. En la actualidad, se están realizando estudios, principalmente in vitro, para determinar la actividad antitumoral de un número muy importante de compuestos de estos metales, con resultados muy prometedores. Se trata de compuestos o nanopartículas en los que se introducen otras moléculas que son capaces de dirigir los iones metálicos o nanopartículas a determinadas dianas biológicas.
Conocer más sobre estos metales habrá sido casi como redescubrirlos.
Una de las cosas que más me apasiona del trabajo realizado a lo largo de estos 50 años es que nunca se acaba de completar una tarea. Cuando publicamos un artículo o se defiende una tesis doctoral, lo normal es que se abran nuevas puertas de investigación que pueden conducir a otros resultados espectaculares.
¿Alguno que nos asombre?
Algunos derivados pueden cambiar de color cuando entran en contacto con determinados vapores orgánicos. Por ejemplo, un polímero de oro y plata, de color amarillo-paja, puede cambiar a amarillo intenso en contacto con vapores de amoniaco, o a naranja intenso con acetona... Es posible también obtener compuestos luminiscentes a partir de otros dos que no lo son.
¿Sirven también el oro o la plata contra la Covid-19?
No, no creo. Lo que sí es incuestionable es que se requiere investigación química o bioquímica, tanto para el desarrollo de posibles vacunas como para nuevos fármacos o test más rápidos.
Hay investigaciones que se han reorientado contra la pandemia, pero otras han quedado paralizadas. ¿En su caso?
Está todo paralizado. Esperamos que a partir del día 11 sea posible ir abriendo poco a poco los laboratorios.
¿Se verá por fin la ciencia como una prioridad después de esto?
Espero que esta situación despierte las conciencias de nuestros gobernantes. Es imprescindible que se valore y fomente la investigación. El desarrollo industrial de un país o la rápida respuesta frente a situaciones inesperadas, como la que ahora padecemos a nivel mundial, tiene que mucho que ver con la capacidad científica, tanto en personal como en instalaciones, de que se dispone.