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22 noviembre, 2021Hoy, 20 de noviembre, se celebra el Día Internacional del Superviviente de Suicidio.
Cada tercer sábado del mes de noviembre se celebra el Día Internacional del Superviviente del Suicidio, un término que hace referencia a los familiares, amigos y allegados de personas que han perdido la vida por suicidio. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que unas 6 personas del entorno de quien se ha quitado la vida resultarán afectadas directamente por este suceso. En Aragón se ha presentado un díptico dirigido a quienes se han visto afectados por esta pérdida.
Cuando esto ocurre, el vacío, la rabia, la culpa y el miedo se instalan en las vidas de quienes han de enfrentarse a esta pérdida. “Te preguntas en qué has fallado, si podrías haber hecho algo, es un tormento”, afirma Antonio Muñoz Ortega (65). Natural de Los Barrios, Cádiz, reside en la capital aragonesa desde hace más de 40 años donde trabajó, hasta su jubilación, en la General Motors. “Ahora podría estar disfrutando, pero después de lo que hemos vivido, todo se trastoca”, reconoce.
En sus ojos se vislumbran dolor y sufrimiento. Sentimientos imposibles de ocultar tras haber vivido una de las situaciones más duras de su vida: la pérdida de su hija, Eva, hace poco más de un año. ¿La causa? Suicidio. Una palabra que todavía cuesta pronunciar pero que necesita ser más escuchada y compartida que nunca. “La gente se inventa el motivo, dicen que fue un infarto o un accidente. Nosotros, no. Decimos lo que pasó porque es lo que ha ocurrido. Hay que hablar de ello porque quienes lo vivimos lo tenemos muy adentro, y eso está mal”, asegura.
Por este motivo nace el Grupo de Ayuda Mutua ‘Paso a paso Aragón’ que congrega a buena parte de estos conocidos como supervivientes. Un punto de encuentro, de reunión, de acompañamiento y de reflexión: “Algo así no se supera nunca. Se integra. Se interioriza y, simplemente, sigues. En mi caso, estoy intentando ayudar a cambiar las cosas”.
Eva Muñoz nació en 1982 en Zaragoza. Era una chica 10 en los estudios, “demasiado perfeccionista”, asegura su padre. Tras superar la selectividad, se mudó a Cuenca para estudiar Bellas Artes. Allí comenzó a consumir sustancias estupefacientes, algo que desencadenó un brote psicótico. “Cuando volvió a casa notamos cambios en ella. Dormía todo el tiempo, por las noches se levantaba, estaba todo el día en su habitación, no hablaba. Era una desconocida”, asegura. Así hasta que un día, Antonio y su hijo, Abel, decidieron llevarla al médico. Ahí comenzaría un periplo de ingresos hasta recabar en la Fundación Rey Ardid.
“Consiguieron estabilizarla y retomó su vida. Estudió cerámica, inglés, e incluso llegó a hacer su propia guitarra de manera artesanal”, rememora. En 2018 empezó a trabajar como recepcionista: “El confinamiento lo trastocó todo. Volvió a quedarse sin trabajo y le dio otro brote”. Era 18 de octubre de 2020. Estaban en casa, como un día normal: “Lo que pasó durante los instantes siguientes se ha desvanecido. Se había quitado la vida”.
Hoy, cuando se cumple un año, un mes y un día de este trágico momento, Antonio sigue luchando día a día por dar a conocer la historia de su hija. “38 segundos tienen la culpa. Los he contado muchas veces. Es preferible perder un amigo que una vida. Sigo más por ella que por mí, y sé que si ella estuviera aquí estaría contenta. Ojalá con esto pueda salvar una vida ya que no pude hacerlo con ella”, concluye.
Muerte y suicidio, dos palabras que no hay que temer pronunciar
Según los últimos datos, en Aragón se produce un suicidio cada tres días, una realidad que afecta a personas de todas las edades, siendo tres veces más habitual en varones que en mujeres. Una tendencia que, después de varios años, parece que ha comenzado a cambiar. En 2020 los suicidios se han reducido en más de un 10% en Aragón con respecto a los datos registrados en 2019, pasando de 120 a 102, mientras que en España han aumentado en más de un 20%. Así lo explica Isabel Irigoyen, psiquiatra y coordinadora de la Estrategia contra el Suicidio en Aragón: “El principal peligro que hay con el suicido es pensar que, si hablamos con alguien que lo está pensando, vamos a inducirlo o provocarlo. El silencio es mucho más peligroso”.
Como explica la experta, en este asunto todos tenemos una responsabilidad. “Si alguien de tu entorno te lo expresa, dedícale un tiempo, habla con él, intenta acompañarle. Y, si no eres capaz, acompáñale a un servicio de asistencia”, añade. Lo que está claro es que mirar hacia otro lado es la peor opción. Y aquí, el de los profesionales de la Salud Mental es un papel fundamental.
Cada vez existen más entidades que trabajan sobre esta realidad, como la Asociación Aragonesa de Prevención del Suicido y la Conducta Autolesiva, LIANA. “Los duelos son muy distintos según las causas. Los de suicidio son los más terribles que hay. Es un proceso devastador que puede generar trauma. Acompañar a quien lo sufre es fundamental”, explica María José Ochoa, psicóloga miembro de esta entidad.
Desde este colectivo recuerdan que mejorar la asistencia y promover la prevención es fundamental: “La pandemia ha evidenciado que es necesario aumentar el número de profesionales en los servicios de salud mental”. Y, sobre todo, hay que acabar con el pacto implícito que exige no hablar de este tema. “Es importante que seamos conscientes de que todos podemos tener un trastorno mental en un momento dado de nuestra vida y tenemos que estar preparados para hacerle frente”, añade Ochoa.
Postvención: qué ocurre después del suicidio
Este viernes, 19 de noviembre, se presentaba el díptico ‘Tras la muerte por suicidio de un ser querido’ en el Colegio Profesional de Psicología de Aragón (COPPA). Un documento de postvención que ofrece una serie de herramientas para quienes han sufrido una pérdida por esta causa.
Pero, ¿qué es esto de la postvención? Se entiende como el conjunto de actuaciones profesionales o de ayuda mutua destinadas a las personas que mantenían vínculos significativos con el fallecido por suicidio, con el objeto de facilitar su recuperación y minimizar las secuelas psíquicas que pudieran darse.
Un documento enmarcado en la Estrategia de prevención del suicidio en Aragón en el que han colaborado Paso a Paso Aragón, la Asociación de Trastornos Depresivos de Aragón (AFDA), la Asociación Aragonesa Pro Salud Mental (ASAPME), la Asociación Aragonesa de prevención del suicidio y la conducta autolesiva (LIANA), el Colegio Profesional de Psicología de Aragón (COPPA) y la Red pública de atención a la Salud Mental.
(Todos los servicios sanitarios y de urgencias están siempre disponibles para ayudar a las personas de cualquier edad a mejorar su salud mental y pueden intervenir para apoyar y prevenir situaciones de riesgo.
Teléfono de la Esperanza Aragón 976 23 28 28
Teléfono de la Esperanza (atención en crisis) 717 003 717
112 Aragón: emergencias
061 Aragón: urgencias y emergencias sanitarias)