En el Hospital Miguel Servet se llevan a cabo 173 estudios, nueve de ellos pediátricos, y en el Hospital Clínico, 94. Hay investigaciones de todo tipo de patologías, siendo las más habituales de pulmón, mama, páncreas o colon.
Aragón lleva a cabo 267 ensayos clínicos contra el cáncer, lo que representan el 51% de los estudios activos en la Comunidad teniendo en cuenta todas las patologías. En concreto, en el Hospital Miguel Servet se están efectuando 173 ensayos, nueve de ellos pediátricos, y en el Hospital Clínico Lozano Blesa, 94. Estas investigaciones abordan todo tipo de cánceres, siendo los más habituales los relacionados con pulmón, mama, páncreas o colon. Este sábado se celebra el día internacional contra el cáncer, una enfermedad cuya supervivencia se ha duplicado en los últimos 40 años en España.
La coordinadora de la Unidad de Investigación Clínica en el Instituto de Investigación Sanitaria Aragón, Eva López Hernández, asegura que en cualquier ensayo «hay al frente un investigador principal, que es el médico oncólogo, con el que trabajan los compañeros oncólogos que hay en el mismo servicio, además de investigadores y colaboradores externos, a los que se suma el equipo de enfermería y el de farmacia, que es el que suministra el tratamiento».
Estos ensayos son muy variados y abarcan todo tipo de cánceres, afirma López Hernández. «Hay diferentes diseños, pero lo normal es que se establezcan dos grupos de pacientes. A uno de ellos se les da el tratamiento convencional, y al otro el tratamiento en investigación, para comprobar su eficacia», explica.
Los participantes en los ensayos lo hacen de manera voluntaria y se pueden retirar en cualquier momento. «Lo más habitual es que lo proponga el médico oncólogo, que considera que un paciente puede ser apto para entrar en un estudio, y lo ofrece», indica la experta, quien añade: «La duración de cada ensayo es diferente, aunque lo normal es que se prolonguen durante un año o dos, y luego se hace un seguimiento. Algunos pueden incluir diez o quince personas, y en otros solo dos».
La coordinadora de la Unidad de Investigación Clínica en el Instituto de Investigación Sanitaria Aragón subraya que la gran mayoría de estas investigaciones son promovidas «por la industria farmacéutica», pero otros son impulsados «por sociedades científicas». «Suelen realizarse en diferentes centros hospitalarios, y pueden hacerse bien en España, en Europa o a nivel mundial», asevera López Hernández.
Todos los ensayos clínicos se rigen por principios éticos, médicos y legales y deben contar con el dictamen favorable de un comité ético de investigación clínica con medicamentos. «Es muy importante que los pacientes sepan que se pueden beneficiar de un medicamento novedoso, pero no siempre es así, por lo que hay que dejar patente que se trata de un ensayo, cuyos resultados pueden ayudar a mucha gente en el futuro», comenta la especialista.
Las conclusiones de todos los trabajos se publican una vez finalizados, haya sido el resultado efectivo o no. En caso de que se demuestre su eficacia, se permite su comercialización, momento en el que continúa el trabajo de observación del fármaco para comprobar su funcionamiento.
«He cumplido 56 años y la idea era no cumplir 34»
Uno de esos voluntarios que colaboraron en este tipo de ensayos clínicos es César Pérez, natural de Zaragoza. Han pasado más de dos décadas desde que le propusieron participar en un programa con nuevos medicamentos, al detectarle un cáncer de testículos. «Aunque me lo extirparon, se vio que tenía una cantidad muy grande de células cancerígenas por todo el cuerpo, pero sin metástasis. Las cosas habían evolucionado, pero no tanto», cuenta, y explica que accedió a la propuesta de participar en un estudio internacional impulsado desde Houston (EE.UU.).
«Tenía 33 años y un hijo de dos años, y dadas las malas expectativas que tenía, me metí en el ensayo ante la mínima posibilidad de que pudiera funcionar, aun a sabiendas de no saber cómo iba a reaccionar o las secuelas que podría tener», admite. «Pensé, si conmigo no funciona, al menos algo sacaremos en positivo para el que venga detrás», añade Pérez.
El paciente recuerda que fueron tres meses y medio de tratamiento «bastante duros» y con «muchos» efectos secundarios. Pasó tres meses ingresado en el Hospital Miguel Servet de Zaragoza. «He cumplido 56 años y la idea era no cumplir 34, así que estoy encantado», destaca.
Tras recibir el tratamiento experimental, este zaragozano se sometió a pruebas periódicas, primero cada mes durante medio año, luego cada tres meses, y posteriormente de forma anual. Tras recibir el alta, cada año se hace una analítica completa «por si acaso», sostiene.
Finalmente, este superviviente de cáncer, pone de relieve la importancia de apostar por la investigación. «Sin dinero no hay ensayos clínicos ni proyectos de investigación, y sin esto, no se curan las enfermedades, no se consiguen medicamentos como el mío, que funcionó, y se vio que era bueno y específico para casos complicados», concluye.
Lee el artículo en la web original, pinchando en el botón bajo este texto.
Fuente: CARTV.ES, K. HERRÁIZ