Existe una terrorífica amenaza global, presente y futura, acechando en cada rincón del planeta. Es incluso mucho más preocupante y dañina que la malaria o el VIH y sin embargo, pasa desapercibida a gran parte de la sociedad. Se trata de la resistencia a los antimicrobianos (RAM), que ocurre cuando los cambios en los microorganismos hacen que los medicamentos utilizados para tratar infecciones se vuelvan menos efectivos.
Un informe reciente calcula que la resistencia bacteriana a los antimicrobianos estuvo asociada con 5 millones de muertes en el año 2019, incluidas 1,27 millones de muertes atribuidas de forma directa. Estas cifras colocan a la resistencia bacteriana a los antimicrobianos como una de las principales causas de mortalidad en todo el mundo.
Más muertos que por accidentes de tráfico
No es un problema menor que afecte únicamente a los países más desfavorecidos, ni mucho menos. En los EE. UU. acontecen cada año más de 2,8 millones de infecciones resistentes a los antimicrobianos y, como resultado, más de 35 000 personas mueren. Y en Europa 33 000 personas fallecen anualmente como consecuencia de infecciones hospitalarias causadas por bacterias resistentes a los antibióticos. Según los últimos datos, 4 000 de estas muertes se registran en España, cuatro veces más que las provocadas por accidentes de tráfico.
Además, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos ha estimado que el coste que supone la resistencia bacteriana a los antimicrobianos, relacionado con los sistemas sanitarios de los países de la Unión Europea, es de alrededor de 1 100 millones de euros anuales y provoca 3 billones de euros de pérdida del Producto Interno Bruto (PIB).
La situación podría empeorar. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), si la tendencia continúa, para el año 2030 la resistencia a los antimicrobianos podría llevar hasta a 24 millones de personas a la pobreza extrema. Y algunas previsiones auguran que, si el escenario no mejora, en el año 2050 las infecciones bacterianas serán la principal causa de mortalidad a nivel mundial y se llegará a alcanzar una cifra de muertes cercana a los 10 millones de personas cada año, superando en número a los accidentes de tráfico, el cáncer y la diabetes. Además de reducir en un 3,8 % el PIB anual mundial.
¿Por qué es tan devastador? En esencia, porque cada vez más enfermedades comunes son intratables debido a las resistencias, incluidas las infecciones del tracto respiratorio, las infecciones de transmisión sexual y las infecciones del tracto urinario.
El abuso de antibióticos en la producción animal es uno de los desencadenantes
Aunque el fenómeno de la resistencia a los antimicrobianos es un proceso natural observado desde que los antibióticos de primera generación empezaron a ser aplicados contra las infecciones microbianas, el uso persistente de los antibióticos, la automedicación y la exposición a infecciones en los hospitales han acelerado el desarrollo de bacterias multirresistentes.
Existen evidencias sólidas que indican que la liberación de compuestos antimicrobianos al medio ambiente, combinada con el contacto directo entre las comunidades bacterianas naturales y las bacterias resistentes, están impulsando la evolución bacteriana y la aparición de cepas más resistentes.
El uso indebido o excesivo de antibióticos en la producción animal es un hecho preocupante. Aproximadamente el 75 % de los antibióticos no son absorbidos por los animales y son excretados por el organismo a través de las heces y la orina, pudiendo contaminar y dañar directamente el medio ambiente circundante.
En África, la Unión Europea y los Estados Unidos se estima que entre el 50 y el 80 % de todos los antibióticos son aplicados a los animales, principalmente para promover su crecimiento y prevenir infecciones bacterianas. Las estimaciones prevén que los antibióticos utilizados en animales destinados al consumo humano aumenten un 11,5 % en 2030.
ESKAPE, el sexteto de bacterias más peligroso
El problema de la resistencia a los antimicrobianos no se extiende de manera uniforme a todas las bacterias. La Sociedad de Enfermedades Infecciosas de América (IDSA) identificó seis especies como especialmente peligrosas debido a su virulencia y a sus posibles mecanismos de resistencia a múltiples fármacos. Agrupadas bajo el acrónimo ESKAPE, se trata de Enterococcus faecium, Staphylococcus aureus, Klebsiella pneumoniae, Acinetobacter baumannii, Pseudomonas aeruginosa y Enterobacter spp..
Este grupo de bacterias patógenas parece tener cierta facilidad para “escapar” de la acción bactericida de algunos antibióticos. Además, la OMS ha clasificado las bacterias patógenas multirresistentes en tres grupos de prioridad: grupo 1 (prioridad crítica), grupo 2 (prioridad elevada) y grupo 3 (prioridad media).
Buscando nuevos antibióticos
La falta de tratamiento contra las bacterias multirresistentes podría retrotraernos a una época en la que millones de personas morían de neumonía o salmonelosis. Sin antibióticos eficaces para la atención y prevención de las infecciones, el éxito de tratamientos como el trasplante de órganos, la quimioterapia o la cirugía se vería comprometido.
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Fuente: The Conversation. Autoría: Raúl Rivas González Catedrático de Microbiología, Universidad de Salamanca
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