Un 10% de la población tiene depresión, uno de los trastornos psiquiátricos más prevalentes en la sociedad y cuya incidencia ha aumentado en los últimos años. Una enfermedad que incapacita en muchos aspectos y que afecta especialmente a las mujeres, casi el doble que a los hombres.
Investigadores pertenecientes al Grupo Aragonés de Investigación en Atención Primaria del Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón trabajan en un estudio con el que intentan demostrar cómo la modificación de algunos estilos de vida puede servir como un «tratamiento coadyuvante» contra la depresión.
Para desarrollar la investigación, los profesionales buscan a entre 100 y 120 personas mayores de 18 años con depresión, que «no tiene que ser solo grave, sino también subclínica, leve o moderada», explica Bárbara Oliván, profesora e investigadora de la Universidad de Zaragoza, que dirige el proyecto junto a Alejandra Aguilar, psicóloga. Participan, además, médicos de familia de los centros de salud de Parque Goya, Arrabal y Fuentes Norte.
El estudio dura aproximadamente mes y medio, con una hora y media semanal de control en el centro de salud del Arrabal. Los seleccionados, a los que no se les retira la medicación prescrita, participarán en una formación grupal para que conozcan el trasfondo de la depresión y sobre todo, indica Oliván, «quitarles ese sentimiento de culpa que muchas veces les inunda» cuando les confirman el diagnóstico.
Posteriormente, los participantes se dividirán en dos grupos: uno de control, con evaluación semanal, y otro en el que se recomendarán algunas acciones. En estos últimos, uno de los «cambios de hábito» que se trabajará será la dieta. Se les diseñarán menús que fomenten el consumo de algunos alimentos, como pescado azul, sardinas, fruta, verdura... «Es importante, por ejemplo, hacer cinco comidas al día», subraya la investigadora.