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El inmunólogo Carl June ha iniciado una revolución en la medicina. Él mismo habla de resurrecciones “como la de Lázaro”, el hombre fallecido y revivido milagrosamente por Jesucristo en el relato bíblico. June, nacido en Denver (Estados Unidos) hace 69 años, es el padre de los tratamientos CAR-T, una pujante estrategia que consiste en extraer sangre de los enfermos de cáncer, capturar sus glóbulos blancos y rediseñarlos en el laboratorio mediante ingeniería genética para multiplicar su capacidad de aniquilar las células cancerosas. Las remisiones completas de tumores de la sangre —leucemias, linfomas y mielomas— ya se cuentan por centenares.
El investigador recuerda su primer caso, el de Bill Ludwig, un funcionario de prisiones de 65 años que en agosto de 2010 estaba a punto de morir por una leucemia. “Era católico y le dieron la extremaunción”, rememora June, director del Centro de Inmunoterapias Celulares de la Universidad de Pensilvania. El paciente tenía unos tres kilos de tumor en su cuerpo pero, 20 días después de una única infusión de células CAR-T, no se encontró ni rastro de su cáncer. El desafío ahora es reducir el exorbitado precio del tratamiento —las farmacéuticas cobran más de 300.000 euros por cada paciente— y conseguir que funcione también en los tumores sólidos, como los de páncreas y cerebro, según explica June, de paso por Madrid para dar una charla en la Fundación Ramón Areces.
Pregunta. Usted utiliza la palabra “curaciones”.
Respuesta. A los 10 años, sí. Nuestros dos primeros pacientes ya pasaron 10 años libres de leucemia, así que podemos hablar de curación. Fueron casos como el de Lázaro. Pensaban que iban a morir y ambos tuvieron reacciones similares. Cuando a Bill Ludwig le comunicaron que ya no tenía leucemia, se compró una autocaravana y dio una vuelta al país con su mujer disfrutando de las vacaciones que nunca habían tenido. El segundo paciente, Doug Olson, es científico. Cuando le dijeron que ya no tenía leucemia, se compró un velero. Los dos pensaban que iban a morir y empezaron una nueva vida.
P. Compara estos casos con el de Lázaro, el hombre que murió y fue resucitado por Jesucristo en la Biblia.
R. Pensaban que iban a morir. Bill Ludwig ya había pagado su funeral. La única vez que he visto algo similar en medicina fue entre 1997 y 2000, durante la epidemia de sida. Como no había fármacos, todos los que tenían sida morían. Hasta que llegaron los medicamentos eficaces. Lo vi con el sida y lo veo ahora con estos pacientes con cáncer que pensaban que ya estaban muertos y, de repente, bum: están curados.
P. ¿Sabe cuántas vidas han salvado los tratamientos CAR-T?
R. Sabemos que más de 10.000 personas en el mundo han recibido la terapia. Y otros tantos están siendo tratados con protocolos experimentales. Ahora mismo hay unos mil ensayos clínicos con células CAR-T en el mundo.
P. Usted fue el impulsor de la primera terapia CAR-T autorizada, llamada Kymriah. En España, la farmacéutica Novartis ha fijado el precio de Kymriah en 320.000 euros por paciente. ¿Cree que es un precio justo? [Carl June reconoce un conflicto de intereses, ya que posee la propiedad intelectual de patentes licenciadas a Novartis]
R. Cuando se habla de un precio justo, varía dependiendo del país. Es un poco horrible, pero las compañías de seguros de Estados Unidos están dispuestas a pagar 130.000 dólares al año [cifra similar al cambio en euros] por cualquier cosa que te haga vivir un año más con salud. El valor de una persona se puede reducir a euros o dólares. Y en Estados Unidos y en Europa es de unos 100.000 dólares al año. Han visto que las células CAR-T ofrecen una supervivencia muy larga. Y también han estudiado las terapias que se usan en la actualidad: los otros tratamientos contra el mieloma, no el CAR-T, cuestan un millón de dólares por paciente y, encima, la mayoría muere. En realidad, el tratamiento con CAR-T es más barato que lo que se hace ahora, incluso si cobran 300.000 euros. Dicho esto, todavía es caro. El coste tiene que reducirse.
P. ¿Cómo?
R. La parte más cara del CAR-T es el trabajo humano: científicos muy especializados producen las células caso por caso. Si lo pudieran hacer robots, sería mucho más barato. Ya ha ocurrido con muchas otras nuevas tecnologías, que al final se abaratan gracias a la fabricación a gran escala. Los ordenadores también eran muy caros al principio. ¿Qué va a pasar con las células CAR-T en 10 años? Estoy seguro de que, en vez de producirlas personas en un proceso que requiere dos semanas en centros de fabricación, habrá una máquina en el propio hospital en la que se pondrá la sangre del paciente y saldrán células CAR-T de manera automática. Creo que en 10 años costarán una décima parte de lo que cuestan ahora.
Creo que en 10 años los tratamientos CAR-T costarán una décima parte de lo que cuestan ahora
P. Un hospital público español, el Clínic de Barcelona, ha desarrollado sus propios tratamientos CAR-T contra la leucemia linfoblástica aguda y contra el mieloma múltiple. El precio de estos CAR-T públicos es de 90.000 euros por paciente. Parece que Novartis y otras grandes farmacéuticas obtienen un enorme margen de beneficios.
R. Pues los datos hasta ahora muestran que ninguna de estas grandes compañías está ganando dinero con estas terapias celulares. Novartis obtiene un beneficio mucho mayor del resto de medicamentos que vende. El coste directamente atribuible a la producción en un fármaco estándar puede ser un 5% del precio de venta. En el caso del CAR-T es mucho mayor. Ganan mucho menos dinero vendiendo células CAR-T que vendiendo aspirinas, por ejemplo. Manel Juan [jefe de Inmunología del Hospital Clínic] pasó unos tres meses con nosotros para aprender a hacer células CAR-T y es una gran persona. Ha logrado un proceso muy eficiente, pero la industria farmacéutica tiene muchos más gastos. Las diferentes empresas tendrán que mejorar y abaratarlo, porque así funciona la innovación y la competencia. Por desgracia, probablemente se necesitarán 10 años para solucionar este problema.
Fuente: El País