Nacida en Zaragoza en 1956, fue desde 1990 responsable de la Unidad de Oncohematología e Inmunología Pediátrica del niño y del adolescente del Hospital Miguel Servet.
Hablar de cáncer es duro; pero en niños, ya es desolador.
Creo que cada día la sociedad entiende mejor que la ecuación cáncer-muerte ya no es así, que hay mucha sobrevida; pero cuando el paciente es un niño, el impacto sobre los padres y la familia en general es muy importante.
Después del impacto inicial hay que luchar con todas las fuerzas.
Sí, las familias en general se reponen rápido para ver qué soluciones tienen y ponerlas en marcha.
¿El personal de Oncopediatría tiene una pasta especial?
A ver, afectar nos afecta siempre a todos, pero aprendemos a gestionarlo. Nosotros estamos al otro lado para ayudar y no para dejarnos arrastrar por ese sentimiento de tristeza o de desesperación en los peores casos.
En estas tres décadas, ¿cómo ha conseguido separar su trabajo de las historias de la consulta?
Nunca se puede separar del todo, sobre todo cuando las cosas no van como a todos nos gustaría.
¿Cuál es la tasa de supervivencia?
Globalmente está en el 80%, y se consigue porque tenemos varias patologías con una supervivencia extraordinaria de prácticamente el 100%. Pero tenemos cuatro o cinco grupos de pacientes que todavía desgraciadamente no alcanzan esa buena supervivencia y son en los que la investigación tiene que ir más a fondo para intentar curarlos. Son niños con enfermedad metastásica.
¿En esos casos qué tratamientos se les aplica?
La cirugía cuando es posible; la radioterapia, en aquellos niños en los que se puede aplicar; la quimioterapia, en la mayoría de los casos; y la inmunoterapia, cada día más, aunque no está exenta de efectos secundarios.
¿Cuánto se ha avanzado estos últimos años?
Bastante. En esta unidad participamos en la mayoría de los ensayos fase 3 y 4 que hay en Oncología Pediátrica en nuestro país, dando a los pacientes la mejor oportunidad de tratamiento. Y hemos avanzado en otro camino paralelo que es la investigación.
¿Es aquí dónde hay que centrar los esfuerzos?
Evidentemente la investigación nos dará las claves para el futuro. Pero también hay que facilitar y mejorar el confort y la asistencia en el día a día. La unidad necesita algunas reformas, puesto que se ha quedado pequeña. El Hospital Infantil es el único que todavía no ha dado tiempo a reformar, y tiene 50 años.
¿Cuántos niños atienden al año?
En 2021 tuvimos 50 casos nuevos de cáncer, además de enfermedades graves hematológicas y diagnósticos de inmunodeficiencias.
Además está la consulta externa.
Sí, a los pacientes que han terminado el tratamiento activo hay que vigilarlos ante la posibilidad de recaída o de efectos secundarios por los tratamientos. El año pasado, entre las tres áreas -Hematología, Inmunología y Oncología- tuvimos 4.000 consultas.
¿Y cómo lo afrontan los niños?
Depende de su edad y de su capacidad de comprensión. Pero desde luego nos dan lecciones a los mayores. En general, vemos que esta experiencia les ha hecho madurar antes.
¿Qué va a echar de menos?
Seguramente a mis compañeras, y tener mi vida organizada desde las siete de la mañana hasta casi las diez de la noche, pero estoy segura de que sabré encontrar otras actividades que me satisfagan y disfrutaré. Mis compañeras tienen la capacidad suficiente de llevar a cabo y mejorar esta unidad que ahora dejo. Pero también saben que si en un momento determinado me necesitan, mi teléfono estará a su disposición.
Fuente: Heraldo de Aragón