Carmen García Rodríguez Alonso es una auxiliar de enfermería y escritora segoviana. Parte de la recaudación de su último libro, ¿Qué ocurre en la cocina mientras muero? está destinada a la campaña Investiga Covid-19, del Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón (IISA). Ya ha recaudado 2.000 euros.
—’¿Qué ocurre en la cocina mientras muero?’ Es un título llamativo.
—Es muy sugerente. Esa es la pregunta que se hace la protagonista, que es una enferma terminal. Está tan mal que no puede moverse pero a pesar de que físicamente está en la máxima situación de dependencia, tiene los sentidos muy agudizados. Ella percibe cosas porque esa cocina es para ella muy especial porque la ha diseñado como ella ha querido. Es la estancia de la casa que le pertenece. La ha diseñado con una claraboya que hace que la voz de las personas cuando se sitúan debajo reverbere de modo especial y ella reconoce que los sonidos vienen de su cocina.
—¿Y que sucede entonces?
—La novela tiene dos partes, La primera es muy dura y en la segunda entra ya la erótica, porque no deja de ser una novela con una carga erótica importante, y tiene que haber un contraste, igual que la protagonista tiene un cambio muy grande, pues tiene que haber un contraste y ahí está el ser una persona dependiente y ver cómo evoluciona a raíz de una serie experiencias que ella va teniendo. Es una novela de fantasía.
—Lo que podría ser un 'thriller', a partir de esas voces, ¿que le llevó al erotismo?
—Yo la considero una novela erótica. El erotismo si no tiene una justificación, sin una historia que lo respalde, para mí creo que cansa. La protagonista desde su situación de dependencia conoce a otro ser, vamos a llamarlo así, alguien que la visita a medianoche y no sabe si es consecuencia de la medicación que está tomando o es algo real. Ese ser, le va dando pistas hasta que ella se convence de que es real. Le hace ver que su vida no es lo que le parecía y cómo son las personas que tiene alrededor. Y a la vez que descubre cómo son los demás, también descubre cómo es ella misma y es la primera sorprendida. Esto es la trama hasta la parte final, que ella tiene que analizar y elegir. El final es un poquito abierto, pero bien rematado. El final es uno de los puntos fuertes de la novela. Es una novela que por la temática que plantea, y por gente que ha leído y vivido situaciones parecidas, como enfrentarse a un cáncer, pues ha visto reflejado lo que siente una persona y es primera parte puede llegar a ser dura, pero luego abre el abanico de la fantasía y está gustando bastante. Y si te gusta el género de la erótica poco convencional.
—¿Tiene moraleja?
—Sí, por un lado, el hecho de pensar que siempre podemos elegir sean cuales sean nuestras circunstancias y el hecho de superarte a ti mismo y como las ideas preconcebidas de que las personas que nos rodean son prolongaciones nuestras cuando tienen su propia vida independientemente de la nuestra. Nunca conocemos a la persona que está a nuestro lado, aunque pensemos que sí. Esa soberbia que tenemos, de pensar que tenemos todo controlado y no es así. Creo que hay amor en la novela, creo que hay una lección importante de amor, aunque no un amor tradicional rosita, nada que ver con el amor romántico.
--La historia de la publicación también tiene su miga.
—Esta novela la iba a publicar una editorial este verano, pero con esto del coronavirus, las editoriales pequeñas han reducido publicaciones y me la devolvieron. Como soy sanitaria, que se publicase la novela me importaba bastante poco porque me importaban otras cosas porque yo estaba aislada lejos de mi familia. Y un día hablando con mi editor, que ya había publicado mi anterior novela pues se nos ocurrió la idea de publicarla para apoyar a los que luchan contra el coronavirus; a él le frenaba la crisis y a mi también. Lo pensamos y en cinco semanas estaba fuera.
--Y eligió al Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón para donar gran parte de lo que cuesta el libro.
—Hay entidades que tienen mucho respaldo pero buscando por las redes, me encontré con el IISA y leyendo sus investigaciones, las entendía y eso es importante. Además, también se ocupan de los sanitarios... están buscando adaptar mascarillas copara uso como EPI, para que no haya desabastecimiento, como nos ha pasado. Yo empatizo con lo que hacen. Tengo una compañera que trabaja en el Servet, y me puse en contacto con ella y tirando del hilo me encuentro con Ángel Lanas y Óscar López Lorente, que son director general y director ejecutivo del IISA, hablo con ellos y son personas cercanas, sencillas, buenos comunicadores, con los que conecté perfectamente. Y yo quiero que la recaudación, sea la que sea, vaya para ellos para apoyar su trabajo.
—¿Cuanto se ha recaudado?
—Hemos enviado 2.000 euros hasta el momento y cada dos o tres meses veremos los envíos, para que sea una cantidad e importante. Creo que nuestra esperanza es la investigación, porque los investigadores son los que nos van a sacar de esto y hay que apoyarles.
—Usted es sanitaria. ¿Lo vivido le dará para una novela?
—Mi isla es la escritura y he estado sola en casa. Llenaba hojas y hojas pero creo que va a ser ensayo. Va a ser una mezcla de psicología, de lo que ha sido esta experiencia personal y profesional. Ha sido durísimo pero ha habido un aprendizaje. Las personas demostramos lo que somos cuando nos enfrentamos a una crisis importante. Creo que sí, que saldrá algo pero no una novela, no una ficción porque ha sido tan real que ahora mismo no podría llevarlo a la ficción. A lo mejor dentro de unos años, cuando o vea con cierta perspectiva, pero ahora no. Además, ya le he puesto título, Veinte veinte, el año que crecimos todos y poner título te obliga a seguir. Con el tiempo si que me gustaría escribir algo al respecto, con el mayor de los respetos y ya teniendo ya la una conclusión en la mano, cuando haya si no un remedio, una pequeña solución que alivie el dolor que hemos tenido, porque ha sido tremendo.