El programa L’Oréal-Unesco ‘For Women In Science’ le ha concedido uno de sus cinco premios a proyectos españoles desarrollados por investigadoras menores de 40 años. ¿Qué supone?
Su repercusión da mucha visibilidad y permite acercar la ciencia que hacemos, que es ciencia fundamental. La dotación del premio (15.000 euros) me permite iniciar una nueva línea de investigación que conecta con mi etapa posdoctoral en Estados Unidos; ahora el Ciemat va a participar en la búsqueda de un tipo de integración de los neutrinos que solo se produce si neutrinos y antineutrinos son la misma partícula.
Persigue neutrinos, pero no son muy sociables.
Son partículas muy difíciles de detectar, pero eso los hace interesantes y los convierte en mensajeros muy buenos de fenómenos que ocurren en el universo; como vienen tan rápido y sin interaccionar con nada, dan muy buena información de qué ha pasado en la explosión de una supernova, por ejemplo.
Aunque no se dejan detectar, usted los pilló. ¿Cómo fue ese momento?
Fue en el Oak Ridge National Laboratory de Tennessee, logramos la primera observación de un tipo de interacción de los neutrinos con los núcleos. Parece que siempre se necesitan detectores enormes y justamente este era bastante pequeño. Fue muy emocionante porque cuando buscas cosas tan difíciles, te acostumbras a no encontrar, a contribuir a dar los límites de donde no está lo que buscas.
Esa ciencia del no resultado recuerda al juego del buscaminas.
No ver algo es muy importante. Aunque en nuestro interior de científicos siempre está el querer descubrir, descartar te dice por dónde seguir buscando .
¿Influye anímicamente estudiar sucesos tan improbables?
Estoy mentalizada de que se trata de experimentos lentos, que cuesta conseguir resultados, pero compensa pensar que, cuando los logras, el avance y la repercusión serán grandes.
Si se encontrara cara a cara con un neutrino, ¿qué le preguntaría? Dicho de otra forma: ¿qué le gustaría aportar con su trabajo?
Saber cuáles son su propiedades, su masa, conocer la diferencia real entre neutrino y antineutrino. Realmente lo que intentamos es reconstruir la historia del universo. Al principio estaba formado de materia y antimateria, que al interaccionar se aniquilan y desprenden energía. Pero algo pasó y generó la materia: los átomos, las estrellas... e hizo que estemos hoy aquí. Ese comportamiento diferente entre neutrinos y antineutrinos puede tener la clave.
¿Cómo descubrió su interés por la física?
Desde pequeña me gustaba conocer, pero en mi entorno cercano nadie había estudiado física, así que hasta que no me la encontré como asignatura en 3º de la ESO en el instituto, no supe que era una disciplina que se dedicaba a explicar las cosas.
El pasado 11 de febrero se celebró el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, ¿qué falta para alcanzar la igualdad real? Muchas abandonan la investigación a mitad de camino.
Existe la creencia de que para ser científica hay que ser extraordinaria y somos gente normal, con vidas estándar. Hay que esforzarse y tener motivación, no es cuestión de ser superinteligente. Pero, a veces, a la hora de optar a puestos de responsabilidad, influye la propia autoexclusión porque no te sientes lo suficientemente buena y no te presentas porque crees que no vas a dar la talla.
¿Cuesta más que a una mujer se la vea como una experta?
Sí, son sesgos inconscientes. A mí me han preguntado si soy estudiante de doctorado hasta en la última reunión, y si te ven como una estudiante, está claro que no te ven como una persona con diez años de experiencia. Esto hace que cuando tienen que invitar a un experto, no les venga a la cabeza una mujer.