Lavarse las manos una vez tras otra puede parecer una costumbre habitual en la actualidad para prevenir el contagio de coronavirus. Sin embargo, cuando se hace de forma compulsiva es uno de los ejemplos más recurrentes de un tipo de manifestación de Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). Entre el 2 y el 3% de la población padece este trastorno, no obstante, desde la asociación TOC Zaragoza avisan de que muchas personas no están diagnosticadas. Lo viven con "soledad e incomprensión", un hecho que atribuyen a la falta de información, que los repetidos gestos o pensamientos se puedan confundir con manías y al estigma que todavía existe en la sociedad.
"Ahora no puedes decirles que no se laven las manos"
La pandemia ha agravado algunos de los cuadros de TOC que conocen en la asociación zaragozana, tanto por miedo a contagiarse uno mismo como por miedo a contagiar a otros. "Los pacientes que más están sufriendo la situación son los TOC de contaminación que, por ejemplo, tienden a lavarse las manos de forma compulsiva, ponerse mascarillas o aplicarse gel", señala María Pilar Monreal Híjar, presidenta de TOC Zaragoza. Por esta razón, señala que es "complicado" cuando se trabaja con técnicas de Exposición y Prevención de la Respuesta (EPR), que consiste en exponer a las personas ante lo que temen, ejercitando el cerebro. "Ahora no puedes decirles que no se laven las manos", reconocen desde la asociación.
A estos casos se suman aquellos que padecen TOC de responsabilidad. "Estas personas suelen tener un sentimiento de culpa sobre si van a contagiar, a hacer daño a otros…", añade Monreal, una de las fundadoras de la asociación, concebida por tres familias. Además, a raíz del confinamiento han percibido más interés en la asociación. "Con la pandemia se han acentuado casos de TOC que estaban latentes -apunta Monreal-. Se han desencadenado.
Acontecimientos que producen emociones fuertes, como el fallecimiento de un ser querido o suspender unas oposiciones, ya producen una inestabilidad, una pandemia puede generar contextos "más difíciles". Ese agudizamiento, que se puede unir a una depresión, conlleva "un mayor sufrimiento". "Cuando la situación se recrudece, lo hace para ellos y sus familias", sostiene María Pilar, familiar de una persona con TOC. Desde la asociación indican que el confinamiento ha repercutido negativamente en la salud de los pacientes, aunque aprovechaban la media hora que, más tarde, se les permitió salir al exterior.
En cambio, ese miedo a contagiarse o a contagiar repercute en que otros pacientes no salgan de sus domicilios, en algunos casos desde hace casi un año, y por lo tanto no acudan presencialmente al gabinete psicológico. Por esta razón, es evidente que la pandemia ha trastocado el ritmo de las terapias, que tienen que ser muy continuas, y con ello su consiguiente recuperación. Además, las restricciones de aforo también son un hándicap a la hora de realizar la terapia, puesto que solo se pueden reunir tres pacientes y el profesional. Desde la asociación reivindican esta situación siendo que disponen del espacio suficiente para preservar las distancias.