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2 septiembre, 2019La profesora titular de Microbiología en la Facultad de Zaragoza aporta serenidad en el revuelo de la listeriosis
Doctora Seral, me encuentro un tanto inquieto en este laboratorio del hospital Lozano Blesa... El letrero de la puerta reza coprocultivos parasitología...
Tranquilo. En el laboratorio tenemos bacterias, no enfermedades.
En su mano veo un cultivo de Listeria, esa bacteria que tanto sale ahora por la tele...
Correcto, de Listeria. Pero Listeria es la bacteria; la listeriosis es la infección. Es distinto. No es lo mismo una bacteria que el proceso patológico que pueda generar.
¿Cuándo se multiplica?
La bacteria crece cuando se incuba en condiciones apropiadas. Hay que tener cuidado con el agua contaminada, carnes preparadas... Crece mejor sin oxígeno y a la temperatura de nevera, alrededor de cuatro grados.
O sea, el contexto ideal del brote de la carne mechada…
Efectivamente. Pero la bacteria tiene que estar ya presente en el alimento envasado para que siga multiplicándose.
Se ha creado mucho revuelo...
La listeriosis suele ser generalmente una infección leve en un paciente sano, tan leve que no se estudia de rutina. Por ejemplo, en pacientes que solo padecen gastroenteritis, se buscan otros enteropatógenos, como Salmonella, Shigella, Campylobacter... El problema es si genera una infección grave por bacteriemia, que es Listeria en la sangre, o meningitis. En estos dos casos, se busca la bacteria en hemocultivos y en líquido cefalorraquídeo, respectivamente. Y hay que informar del resultado lo más rápido posible. Listeria monocytogenes no es la peor bacteria, pero tiene factores de virulencia que pueden atravesar la barrera intestinal, hemato-encefálica y placentaria gracias a unas proteínas llamadas internalinas.
¡Malditas internalinas!
Calma, reitero que solo es de alto riesgo en embarazadas y en personas con el sistema inmune debilitado o de edades extremas, como los ancianos o los niños. En estos casos, los patógenos oportunistas atacan.
Inoportuna oportunista...
Listeria es un patógeno oportunista. Peor son los patógenos estrictos, como los de Neisseria meningitis, la difteria, el tétanos, la tosferina… Tienen la propiedad de producir enfermedad en huéspedes normales. Hay vacuna para muchos de ellos ya. Los patógenos oportunistas producen enfermedad si se modifican las condiciones ecológicas normales del huésped. Es el caso del último brote.
En el caso del último brote… ¿No habrá alguna posibilidad de que me contagie en este laboratorio, aquí rodeado de cultivos…?
No, hombre, no (sonríe)… No se contagia persona a persona, a excepción de madre a feto. Los microbiólogos estamos alerta 365 días al año. Nunca bajamos la guardia. Somos los que detectamos los casos. Más de dos casos poco frecuentes o inesperados, se considera brote y alertamos a las autoridades. Las bacterias son seres vivos, y no se van de vacaciones. En Aragón hay un caso confirmado microbiológicamente.
Lucha apasionante frente a millones y millones de bacterias...
Infinitas. Hay bacterias en el ambiente, en nuestro mismo cuerpo: en el intestino, en la piel, en la boca. Son las llamadas comensales, y no producen daño. No todas las bacterias producen infección.
¿Está preparado Aragón para este brote?
Por supuesto. Hay muy buena escuela en Aragón, heredada del profesor Gómez-Lus, que fundó el primer laboratorio en 1956. Disfrutamos de referentes muy sólidos, como los catedráticos Carlos Martín Montañés y Javier Castillo García. Antes, Carmen Rubio Calvo.
Y usted, como profesora titular de Microbiología .
No me gusta hablar demasiado de mí misma. Estudié Farmacia en Pamplona, realicé la tesis en Zaragoza y el post doc en Bruselas. Y me siento orgullosa de haberme formado en Zaragoza, de trabajar en el hospital Lozano Blesa. Y una mención especial para el profesor Seral, catedrático de esta universidad, a quien dedico mi vocación.