"¿Por qué me ha tocado a mí?". Esa es la primera pregunta que se planteó Teresa cuando el 20 de septiembre de 2019 le diagnosticaron un neuroblastoma, un tumor, a su hijo Álex, de cinco años. Así, reconoce que los momentos más duros son los iniciales: "No lo aceptas, no te lo crees".
Los primeros síntomas de la enfermedad comenzaron con el niño cansándose mucho y con frecuentes vómitos y fiebre. "No comía tampoco por lo que le hicieron análisis para ver si tenía anemia", precisa la madre. Un día le empezó a doler mucho la tripa y no podía salir de casa. Ante esta situación, la madre decidió llevarlo a urgencias de Nonaspe, pueblo en el que residen. "El médico vio los análisis y nos dijo que nos bajáramos para Zaragoza porque pensó que era una anemia muy fuerte", apunta. Pero una vez en el Hospital Miguel Servet, la ecografía reveló una realidad mucho peor. El neuroblastoma.
A la hora de afrontar el tratamiento, Álex tuvo que someterse a una primera fase de quimioterapia de ocho semanas que le provocó vómitos y no comer nada los días que permanecía en el hospital. "Cuando estaba en casa no vomitaba y sí que comía por lo que no ha perdido peso", señala Teresa. Álex, ayer acabó su segunda fase de quimioterapia, que han sido dos sesiones. "No le ha afectado tanto al vómito pero sí que le han salido llagas en la garganta", comenta su madre. A pesar de ello, afirma que ve al niño "animado".
Tras estos cinco meses, Teresa solo tiene palabras de agradecimiento para Aspanoa por el apoyo recibido y por la información dispensada. "Hemos estado muy bien arropados por los psicólogos, no te crees todo lo que hacen. No lo puedes superar pero te vas poniendo en situación", afirma. Ahora, señala que les toca a los médicos evaluar la situación y decidir si llevar a cabo la cirugía para extirpar el tumor.