Luis Colomer lleva más de 14 años haciendo frente a la enfermedad del mieloma múltiple sin perder la esperanza, porque los sucesivos tratamientos a los que se somete le permiten tener una buena calidad de vida. Zaragozano de 67 años, su día a día dio un vuelco de 180 grados cuando puso nombre a ese dolor que sentía desde hacía demasiados días.
"Empecé con una tortícolis y después sentí unos calambres raros. Pensé que era un pinzamiento hasta que una mañana los síntomas se agravaron y no podía levantarme de la cama", relata. Una visita a Urgencias y sucesivas pruebas confirmaron que una vértebra le había desaparecido y que tenía un tumor.
Tras el disgusto inicial, asumió el diagnóstico y todo lo que vino después. Su carrera profesional, primero como profesor de Filosofía en Tarazona, después de Musicología en la Universidad de Salamanca y por último en el Campus Virtual de la Rioja, se paró. La enfermedad iba avanzando y su hematólogo le recomendó un trasplante de médula, que le practicaron en la Clínica Universidad de Navarra: "Fue muy bien y estuve con remisión completa entre cuatro y cinco años".
Colomer asegura que en estos más de 14 años desde el diagnóstico de la enfermedad ha participado en varios ensayos clínicos. Su doctora en la CUN, Paula Rodríguez Otero, cuenta que el paciente llegó al centro en 2009 y ha experimentado sucesivas recaídas: "Lo que ejemplifica bien su historia es precisamente todo el cambio que ha habido en el tratamiento de la enfermedad y él ha ido pasando por distintos clases de fármacos, incluso terapia con células CAR-T".
Ahora está recibiendo una terapia con un anticuerpo biespecífico, Talquetamab, dirigido a una nueva diana del mieloma, denominada GPRC5D, "con una respuesta completa mantenida y con una excelente calidad de vida, lo que refleja cómo ha ido evolucionando" en el transcurso del desarrollo del tumor.
Para Colomer, esta enfermedad "tiene una fecha de caducidad". "En algún momento –dice– lo previsible es que otra vez se produzca una recaída, pero hay muchos otros tratamientos alternativos. No hay que quedarse con la idea de que esto se acaba y no hay nada más". Él acude a las revisiones médicas a Pamplona de forma periódica: "Antes iba todas las semanas, ahora voy cada 15 días". Este zaragozano destaca que puede hacer una vida normal, salvo por acudir a los tratamientos, revisiones y consultas a los que se somete. No ha podido volver a practicar el frontón, deporte que le apasionaba, pero puede seguir tocando el piano: "Quien haya pasado por muchos tratamientos convencionales que piense que hay alternativas. Hay que seguir siempre peleando y buscando opciones".
Fuente: Heraldo de Aragón