El 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la covid-19 como pandemia. Desde entonces, esta palabra nos ha acompañado a diario para contextualizar términos como Sars-Cov-2, variantes, ómicron, delta, antígenos, PCR... Un lenguaje más propio de ámbitos científicos que de los domésticos.
Dos años después, la pandemia sigue con nosotros. Quizás porque la variante ómicron se ha vuelto predominante o bien por el hartazgo que genera una crisis tan prolongada en el tiempo, ya se empieza a hablar de cuándo podríamos superar la pandemia o si la covid podría convertirse o no en endemia. Sin embargo, atendiendo a las definiciones de estos términos, no parece que estemos todavía en el punto necesario para cambiar de nivel.
¿Qué es una pandemia?
Según Nacho de Blas, investigador en Epidemiología Veterinaria y profesor de la Universidad de Zaragoza, en el ámbito epidemiológico -las enfermedades se clasifican según su evolución temporal. Es decir, en función del número de casos registrados en un periodo de tiempo. Hay dos grupos principales: la epidemia y la endemia.
A lo largo del siglo XX, la humanidad ha vivido otras pandemias como la provocada por el virus de la gripe A (H1N1) y que ha pasado a la historia como la gripe española (1918). Procedente de los Estados Unidos, se propagó por Europa, África y gran parte de Asia y Oceanía durante la Primera Guerra Mundial. En 1957, se vivió otra pandemia de gripe, la H2N2, originaria de Asia. La gripe de Hong Kong (H3N2) se produjo en 1968, aunque tuvo una menor extensión. En 1983 se aisló el VIH causante del sida y en 2009, una nueva variante de la gripe A se propagó por el mundo procedente de México.
¿Qué es una endemia?
El segundo gran grupo es el de las enfermedades endémicas. Estas están con nosotros siempre, pero su prevalencia es baja y sufren picos estacionales. Estos momentos de auge de la enfermedad pueden ser debidos a un cambio de temperaturas (como pasa en invierno con la gripe) o porque son de transmisión vectorial y se dan las condiciones idóneas para su transmisión. Es lo que ocurre, por ejemplo, con la malaria en ciertas regiones africanas, que se transmite a través de la picadura de los mosquitos que en momentos de calor y humedad presenta una mayor prevalencia.
En su origen etimológico también encontramos algunas claves para diferenciar la epidemia de la endemia. Así, proceden de los términos griegos ‘epidemeo’ (visita) y ‘endemeo’ (residir). Es decir, mientras las primeras nos visitan periódicamente con picos bruscos, las segundas residen entre nosotros.
Según explica Nacho de Blas, es difícil que la covid se convierta todavía en una enfermedad endémica. “Lo más probable es que se presente de una manera mixta”, aclara, “el virus sigue con nosotros pero se mantiene en una especie de equilibrio que cuando se rompe, en invierno por ejemplo con la gripe, se produce un aumento brusco de casos, para volver al cabo del tiempo a una proporción estable”.
Además de estos dos grandes grupos, las enfermedades se presentan de forma hiperendémica: elevadas prevalencia y propensión en una población (no se da en humanos); esporádica: la enfermedad se manifiesta en brotes puntuales e irregulares y afecta a pocos individuos; anadémica: cuando se dan picos esporádicos y no se transmite de enfermo a sano (como la salmonelosis, la infección se contrae por intoxicación).
En cualquier caso, las enfermedades siguen una serie de procesos y la covid no está exenta de ellos. Tras una irrupción epidémica (en Wuhan en 2019) pasó a convertirse en pandemia, con el tiempo se irá produciendo una adaptación mutua entre el virus y el ser humano, lo que permitirá la evolución de la enfermedad a una forma endémica o mixta para pasar finalmente a una forma esporádica.