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La pandemia de la covid ha traído consigo el resurgimiento de la e-Trombosis, un concepto vinculado a periodos de inmovilización prolongada y que, con el uso excesivo de entretenimientos sedentarios como la televisión o los videojuegos, ha empezado a generar preocupación entre los expertos por los más jóvenes.
Así lo advierte a Efe el especialista del servicio de Hematología de la Clínica Universidad de Navarra y expresidente de la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia (SETH), José Antonio Páramo, quien indica que, pese a que el número de trombos entre adolescentes no es alto, es necesario concienciar de que, con el sedentarismo, el riesgo de desarrollarlos no es solo de los adultos.
"La covid -afirma- ha sido una revolución en todos los aspectos de la medicina, pero también lo ha sido en la enfermedad tromboembólica, no solo porque ha incrementado los episodios, sino porque ha cambiado la forma de los mismos".
Pacientes de todas las edades han sido inmovilizados, también los adolescentes que, confinados en sus casas, "se han dedicado a hacer las clases o los trabajos online". Pero además de eso, "consumen mucho el teléfono móvil. Mucha conversación pero poco ejercicio", resume.
Antes de la covid la incidencia de trombosis, detalla el ex presidente de la SETH, se situaba en 1 o 2 episodios por cada 1.000 habitantes, y en adolescentes oscilaba entre un 0,7 y un 4,9 por cada 100.000 habitantes al año; aunque la incidencia no es alta, hay que "llamar la atención sobre el riesgo".
Esta sociedad viene alertando del incremento en las consultas de trombos en adolescentes, si bien aboga por la necesidad de hacer estudios amplios que "validen la hipótesis de la e-Trombosis en la era de la pandemia por covid-19".
No moverse durante 8 horas al día y permanecer al menos 3 horas seguidas sin levantarse de la silla favorece la ralentización del riego sanguíneo y, aunque en casos aislados, "durante el confinamiento ha habido pacientes que han presentado esta patología", subraya Páramo.
El hematólogo señala que, al margen de la inmovilización, la obesidad, el estilo de vida sedentario y patologías previas, además de los viajes prolongados -el llamado síndrome de la clase turista- representan factores que propician un mayor riesgo de aparición de tromboembolismos venosos.
Hasta ahora las causas más frecuentes de estos eventos en jóvenes habían sido las cirugías, traumatismos y, específicamente en las chicas, el uso de anticonceptivos orales, ilustra Fernández.
Esta experta forma parte del Registro Informatizado sobre la Enfermedad TromboEmbólica (RIETE), un proyecto multidisciplinar iniciado en marzo de 2001 y que consiste en la obtención de un registro de datos de una serie amplia de pacientes consecutivos con enfermedad tromboembólica venosa (ETV), que abarca la trombosis venosa profunda (TVP) de las extremidades y la embolia pulmonar.
De acuerdo con sus datos, actualizados a 1 de septiembre, 10.890 pacientes han sufrido ETV por cirugía, de los que 998 tienen menos 35 años. La mayor parte han sido operaciones ortopédicas -17,05 %-; cesárea -16,35 %-, y abdominal -15,35 %-.
Los síntomas de la trombosis venosa profunda suelen darse en las piernas, debido al dolor, hinchazón o enrojecimiento. En el caso de las personas que tienen varices, cuando esos cordones enrojecen y se inflaman podrían ser indicativo de un trombo.
Si el coágulo está en el pulmón, los más frecuentes son dificultad para respirar -sensación que no es igual en personas de edad avanzada que en jóvenes, que pueden sentirlo como una fatiga leve-, y dolor en el pecho.
Cuando aparecen tras una cirugía, explica la especialista, el protocolo contempla la utilización de tromboprofilaxis, que disminuye de una forma "muy notable" la aparición de trombosis, aunque haya casos que puedan desarrollarlos de cualquier modo.
Si es por otros problemas traumatológicos, como fracturas que requieren de reposo o escayolas, el protocolo no lo exige, pero los traumatólogos están cada vez "más sensibilizados" con el uso de la tromboprofilaxis por el riesgo que supone la inmovilización prolongada.
Una vez que ha aparecido, sea por la causa que sea, lo que hay que hacer es usar anticoagulantes, fármacos que evitan la formación de más coágulos y ayudan a los que se han creado a disolverse, algo que el organismo hace ya por sí mismo.
Habrá casos en los que el tratamiento dure "unos cuantos meses" o incluso, si hay mucho riesgo de que se repita, "toda la vida", pero los pacientes siempre tendrán un seguimiento por parte del hospital o médico especialista.
Los dos expertos coinciden en que combatir la obesidad, el ejercicio físico diario y una buena hidratación a la par que una buena alimentación, son algunos de los hábitos aliados para prevenir trombos; en el caso específico de los jóvenes, reducir el tiempo de uso de videojuegos o televisión.
Es importante no fumar y evitar la toma de anticonceptivos, y en caso de antecedentes o dudas, buscar "siempre asesoramiento".
No obstante, Páramo señala que se deben plantear "medidas preventivas" ante probables rebrotes de la pandemia y posibles confinamientos. Si el teletrabajo "se asienta como opción laboral", también habrá que tener en cuenta esta situación y "los problemas de salud que pueden acarrear".
"No debemos preocuparnos porque al final no es una cifra bastante alta, lo que tenemos que hacer es concienciarnos" porque la enfermedad tromboembólica "ha sido una desconocida" y no hay que olvidar que puede ser grave, concluye Fernández.