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21 junio, 2021Los enfermos de Lyme pueden tardar años en saber que la bacteria de ese bichito es la causante de la fiebre, los dolores o la fatiga crónica que padecen.
Tras largos meses sin poder escaparnos al campo hay ganas de hacerlo. Pero, ojo, un día perfecto en contacto con la naturaleza se puede convertir en un infierno. Lo saben bien los enfermos de Lyme, una dolencia muy poco conocida que se transmite por la picadura de una garrapata. Y lo corrobora la doctora Carmen Navarro que lleva doce años tratando a miles de pacientes infectados con la bacteria que transmiten estos enojosos bichitos, algunos tan pequeños como la punta de un alfiler.
Si la infección bacteriana no es reconocida y tratada a tiempo, lo que sucede con frecuencia, se puede cronificar, dando lugar al Lyme crónico, que presenta muchos síntomas que imitan a enfermedades como la esclerosis múltiple, el síndrome de fatiga crónica, la fibromialgia, el alzhéimer... Por eso al Lyme se le conoce como 'la gran imitadora', lo que es un hándicap para diagnosticarla y comenzar a tratarla.
"Centenares" de picaduras
Es lo que le sucedió a Vicenta Delgado, de 49 años y vicepresidenta de la Asociación de Lyme Crónico (ALCE), que sufrió "centenares" de picaduras de garrapata mientras trabajaba en un jardín botánico. En su caso, la enfermedad no dio la cara hasta pasados varios años, en un momento de 'bajón' de su sistema inmunológico, lo que se puede desencadenar, por ejemplo, ante situaciones de estrés por problemas laborales, en la pareja o por la muerte de un familiar. Primero tuvo vértigos y complicaciones digestivas, después una tendinitis en el codo que degeneró en una artrosis, y más tarde problemas de audición y cognitivos.
Un deterioro multisistémico que la dejó postrada en silla de ruedas con un 75% de discapacidad. A ella le ocurrió algo que sucede a muchos enfermos de Lyme: que perdió un tiempo precioso dando tumbos por consultas médicas donde no acertaban con el problema. "Durante cinco años busqué lo que me estaba pasando", se lamenta.
El grueso de los pacientes de la doctora Navarro responde a ese perfil: "Se sienten muy cansados, les duelen las articulaciones, tienen dolores de cabeza rarísimos, se despistan... y entonces inician esa búsqueda de qué les ocurre y en esa búsqueda, que puede durar años, igual pierden la visión de un ojo y van al oftalmólogo y al neurólogo y allí les dicen que no tienen nada o que están pasando por una mala racha porque no hay ninguna prueba objetiva. y claro, la persona que está pasando por ese infierno se desespera porque no tiene diagnóstico y no se encuentra bien, y el sistema inmune cada vez les responde menos y los síntomas son más graves. Se meten en internet o investigan y ven que esos síntomas encajan con el Lyme. Un paciente que empieza en esa escalada llega fatal a la consulta".
Por eso, especialistas y enfermos creen que el gran reto es acertar con el diagnóstico mediante pruebas específicas que brillan por su ausencia en España. De hecho Vicenta tuvo que recurrir a laboratorios de Alemania, a los que sigue enviando muestras de sangre para su análisis. Este vacío en el diagnóstico es la razón por la que aquí no existe un registro de enfermos de Lyme que los contabilice. En Europa rondan los 700.000.
"El Lyme crónico es controvertido y no se reconoce", se queja Navarro, que como Vicenta aboga por que se reconozca esta enfermedad y se potencie la investigación «para tener diagnósticos más precisos y mejores tratamientos». Y mientras eso sucede, precaución con las salidas al campo y "bajo ningún concepto" intentar quemar la garrapata o rociarla con líquidos inflamables. "Eso nunca. Hay que emplear siempre unas pinzas", apostilla la médico.