Un nuevo estudio desarrollado por científicos que forman parte de la Sociedad de Neurociencia de Estados Unidos concluye que el control cognitivo impacta en nuestras decisiones morales, por lo que tendría la capacidad de «invertir» nuestros comportamientos habituales: si somos honestos podríamos orientarnos hacia el engaño, en tanto que si nos caracterizamos por la trampa y la mentira tenderíamos a cambiar hacia la honestidad.
Ahora, la nueva investigación publicada recientemente en Journal of Neuroscience ha comprobado que cuando la actividad de las ondas cerebrales Theta se fortalece, un patrón de actividad representativo del control cognitivo, las personas tienden a «invertir» su comportamiento moral: los tramposos muestran una tendencia concreta a ser honestos y las personas honestas parecen más decididas a engañar.
Las ondas Theta son oscilaciones electromagnéticas que se hacen evidentes en frecuencias que oscilan entre los 3.5 y los 7.5 Hz: se detectan fácilmente en el cerebro humano mediante un electroencefalograma, un estudio que mide la actividad eléctrica de nuestro cerebro.
En términos generales, las ondas Theta están relacionadas directamente con las etapas iniciales del sueño. Los neurocientíficos han determinado que se generan tras la interacción entre los lóbulos temporal y frontal, dos estructuras muy importantes de la corteza cerebral que están implicadas en diferentes funciones cognitivas y del Sistema Nervioso Central.
Al mismo tiempo, las ondas Theta son claves en los procesos de control cognitivo, que básicamente pueden definirse como la habilidad para inhibir ciertas respuestas preponderantes y de algún modo automáticas, en favor de otras respuestas que requieran de la puesta en marcha de procesos de atención más elaborados.
Ante una posibilidad concreta para tomar algo que no es nuestro, por ejemplo, el control cognitivo frena el impulso de robar y nos «recuerda» que somos personas honestas o que dentro de nuestra escala de valores no es positivo tomar algo ajeno. Sin embargo, el nuevo estudio comprueba que las reacciones no siempre son tan lógicas o previsibles.
Durante la investigación, los científicos midieron la actividad cerebral de un grupo de participantes con electroencefalografía. El propósito era determinar el patrón de actividad de control cognitivo y compararlo con la dinámica cerebral de los voluntarios, en el marco de un «juego» que ponía a prueba sus comportamientos morales.
Fue así que verificaron que el incremento en las ondas Theta no solamente evidenciaba la función de control cognitivo, sino que además en muchas ocasiones propiciaba la inversión del comportamiento moral habitual de cada participante. Los datos mostraron que los honestos perdían sus «límites» morales y podían aumentar su predisposición a mentir, mientras que los habitualmente «tramposos» se sentían inclinados a ser más honestos.
Vale destacar, sin embargo, que los científicos sostienen que el control cognitivo no promueve la «deshonestidad» en forma instantánea: todo depende de la falta moral que esté en juego en cada situación. De esta forma, el comportamiento moral definido como «honesto» no sería intuitivo: en cierta forma, dependería de la fuerza de voluntad de cada persona y de una elección individual.