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28 enero, 2020Aislamiento social y abandono de responsabilidades es habitual en quien pierde el control del desafío, y cuya patología suelen destapar las deudas. Los expertos alertan de la adicción que pueden perpetuar ciertos juegos de infancia
Dejamos atrás el tiempo de las loterías más consumidas del año. La mayoría de participantes, hasta dentro de un año no volverá a estar pendiente de un sorteo. Pero en la penumbra, esquivando ser descubiertos, día tras día del año seguirán persiguiendo la zanahoria de la fortuna quienes ya no pueden dejar de apostar. En casinos, salas de juego, máquinas tragaperras o el juego online donde sea, hacerse con una buena suma de dinero es el reto principal en sus vidas.
Son adictos al juego, un trastorno mental reconocido por la OMS que abarca un extenso abanico de perfiles de edad y clase social. Un estudio epidemiológico realizado en España en el 2015 coordinado por la Dirección General de Ordenación del Juego reveló que el 0,9% de la población lo era, pero que un 4,4% presentaba alguna conducta de riesgo.
Cambios bruscos de humor, aislamiento social, deudas y negligir responsabilidades son alertas comunes en el adicto al juego. Núria G. empezó a los 43 años. Casada, madre de un hijo y con una exitosa carrera profesional empezó a desear lo que no tenía. «Sentía que necesitaba más para sentirme bien y pensaba en lo que podría dar de más a mi hijo, a quien nada le faltaba», expresa 7 años después de un verdadero calvario.
Ella se enganchó al juego de apuestas en línea. «Recibes tantos inputs para entrar y jugar… Solo te dicen lo que ganan, nunca lo que pierden, y te lo dicen referentes deportivos, como Piqué. La publicidad juega con la confianza que ellos infunden. Y, en cualquier momento de debilidad, entras», expone Núria.
«Al principio, lo tienen estudiado, hacen que te vaya bien, incluso muy bien, y así te vas enganchando», dice. Empiezas a ingresar pequeñas cantidades y la espiral comienza a girar más y más rápido. «Entonces ya no controlas, empiezas a perder y pierdes literalmente el mundo de vista, solo quieres recuperar lo perdido», afirma.
Empezó a pedir microcréditos. «Solo pensaba en llegar a casa y, cuando todos durmieran, retomar el juego. Era como una droga. Para calmarme, me tomaba una copa de cava, me aislaba de todo y me concentraba en el juego». Mentiras para ocultar pagos, retrasos o faltas en el trabajo, y perder más de 10 quilos acabaron explotando en la verdad de esta paciente.