La trayectoria vital de los premios Nobel de Medicina se sigue con devoción en algunas partes del mundo. Se estudia, se recuerda y se reconocen los lugares por los que pasaron a lo largo de sus vidas. En Zaragoza, casi nadie sabe que Santiago Ramón y Cajal -que logró este galardón en 1906- comenzó su carrera en el Hospital Provincial Nuestra Señora de Gracia. Ni siquiera algunas de sus biografías recogen su estancia en este centro, donde fue estudiante, ayudante de Anatomía, enfermero, profesor y director del museo anatómico.
Para hacer visible el paso de Ramón y Cajal por aquí, el hospital inaugura este jueves un busto del premio Nobel. Será el primero que Zaragoza tendrá a la vista de todos, ya que el único que existe está en el interior del Paraninfo. Se ha realizado en bronce sobre un pedestal de mármol blanco (escogido por ser el color de los sanitarios), a partir de una escultura que Mariano Urdániz hizo en vida a Ramón y Cajal en 1933, un año antes de morir.
El entonces estudiante pasó allí largas jornadas, porque Nuestra Señora de Gracia era el lugar donde se desarrollaban las prácticas de Medicina y porque compartió sesiones de disección con su padre. Algunas de ellas acabaron plasmadas en los famosos carteles del Nobel que guarda la Universidad de Zaragoza, y que durante décadas sirvieron para enseñar Anatomía a los estudiantes.
Al terminar la carrera, fue uno de los cuatro alumnos becados para quedarse internos en el hospital. Sin embargo, tuvo que ir a la mili y acabó como médico militar en la guerra de Cuba. Regresa a Zaragoza en 1875 y encadena distintos contratos en el Provincial, siempre bajo el amparo de su padre, con quien tuvo una relación especial. “Fue ayudante interino de anatomía, practicante (enfermero), profesor auxiliar de anatomía y director de los museos anatómicos de la Universidad de Zaragoza.
Finalmente, en 1883 gana una oposición y se va a Valencia, y de ahí a Barcelona, a Madrid… “Su carrera es conocida, pero su paso por aquí muchas veces se ignora, y eso es una pena”, comenta Ignacio Andrés, que estuvo más de 30 años al frente de la farmacia del hospital. Cree que el motivo es que “en sus memorias, Ramón y Cajal habla de que estuvo trabajando en el viejo Hospital de Santa Engracia, pero fue un fallo suyo, porque en realidad quería decir el Hospital de Gracia”, sostiene Andrés, quien asegura que “varios historiadores han constatado su paso por aquí”.
El Provincial que acogió a Santiago Ramón y Cajal conserva su vieja farmacia (inaugurada justo cuando él trabajaba en el centro) y el oratorio de las Hermanas de la Caridad. “También por entonces estaba la Hermandad de la Sopa, que se suprimió ya en los años 60 o 70”, explica el miembro de la Academia de Farmacia ‘Reino de Aragón’.
Con la colocación del busto en los jardines de entrada al hospital se cubre esa deuda que se tenía con el premio Nobel. “Es un sitio muy importante en su carrera posterior, y aquí no lo sabe nadie”, insisten Ignacio Andrés y Carlos Melús. Al descubrimiento de la imagen acudirá el sobrino-bisnieto del Nobel, también llamado Santiago Ramón y Cajal, que es catedrático y médico en el hospital Vall d’Hebron de Barcelona. La saga familiar de médicos con este apellido continúa en el propio Hospital Provincial, ya que allí trabaja como ginecólogo Juan Ramón y Cajal, también sobrino-bisnieto del premio Nobel.