El mundo se enfrenta a un fenómeno de envejecimiento sin precedentes, que las personas deben vivir de forma activa, mejorando su calidad de vida, ampliando la vida laboral y accediendo a la jubilación de forma gradual y flexible.
Expertos mundiales, entre ellos cinco premios Nobel, reflexionaron este lunes en Madrid sobre el envejecimiento en el Diálogo de los Premios Nobel, celebrado por primera vez en Europa fuera de Estocolmo y organizado por las Fundaciones Ramón Areces y Nobel.
"No hay viejo que no pueda vivir un año, ni mozo que no pueda morir mañana", señaló -citando a Ramón Menéndez Pidal- el director de la Fundación Ramón Areces, Raimundo Pérez-Hernández, quien destacó, en el arranque, que el envejecimiento es un fenómeno "complejo y de múltiples derivadas".
Un proceso sin "precedentes" que, según el profesor de la Universidad de Harvard David Bloom, se produce con especial intensidad en países de ingresos medios.
El principal desafío no es que "no haya dinero para cuidar a los mayores sino tener instituciones que promuevan de forma sostenible la seguridad social y económica que requieren los mayores".
Una de las ideas que planeó en toda la reunión fue apuntada por Bloom: envejecer debe ser un proceso activo, "no solo sumar años a la vida", sino "sumar vida a esos años", lo que "sería bueno para los Estados en términos económicos, fiscales y de todo tipo".
Y es que es de enorme importancia que la longevidad vaya pareja a una mejor calidad de vida, pero es algo que "no se ha resuelto todavía".
Aunque el envejecimiento tiene implicaciones en todas las facetas sociales, una de las primeras en que se piensa son las económicas, en especial la viabilidad de los sistemas de pensiones.