A las 11.30, siempre puntual, la psicóloga Pilar Paul activa en su móvil una relajante melodía de piano y violín. En la vorágine del décimo piso del hospital Miguel Servet de Zaragoza, suena a música celestial. En ese momento, en esta planta covid se abre un pequeño refugio para trabajadores, un oasis de paz en el que médicos, enfermeros, auxiliares o limpiadores encuentran un paréntesis de paz para relajarse y coger energía.
“Cerramos los ojos, ponemos las manos sobre las piernas y conectamos con nuestra respiración”, dice Paul a las siete participantes en la sesión de hoy. Estas “píldoras”, como ella las llama, las empezaron a poner en marcha el pasado mes de febrero, a punto de cumplirse un año de una pandemia que satura a cualquier ciudadano, pero quizá más al personal sanitario.
Son diez minutos en los que los trabajadores pueden resetearse y encontrar un espacio tranquilo para que luego puedan dar lo mejor de ellos mismos”, señala esta psicóloga del centro hospitalario. Las sesiones son variadas, pero el objetivo siempre es “que la mente se despeje” para luego mejorar la concentración y afrontar los problemas “con serenidad”.
Esta semana, las ‘píldoras’ llegan en un momento crucial para la planta 10. Tras casi un año como planta covid, llevaban casi dos meses ‘limpios’ del virus, pero este fin de semana volvieron a ingresar pacientes positivos. “Mentalmente es muy duro, cuesta mucho volver a asumir que ya están aquí otra vez”, señala la enfermera Montse Vallés, que acude a la sesión de hoy. En su opinión, estas sesiones de relajación “tendría que incorporarlas a su vida todo el mundo, independientemente de la actividad que hagan”, ya que permite “coger fuerzas y afrontar el resto de la jornada”.
Arancha Caudevilla, médico de medicina interna, dice que tras más de un año de pandemia el personal está “agotado” y “descorazonado” por el nuevo aumento de casos. “Esto no ha terminado. Los aplausos estuvieron muy bien, pero lo mejor que la gente puede hacer por nosotros es no bajar la guardia”, apunta.
En este contexto, las píldoras diarias de las 11.30 sirven para sentirse “más tranquila”, “más segura” y “más motivada”. “Para mí ya es algo importante, entro aquí y salgo más descansada”, apunta. Además, también es bueno para el grupo, ya que ahora “nos comprendemos y respetamos más entre todos”, dice.
Desde febrero se han organizado nueve grupos en distintos puntos del hospital Miguel Servet, pero el que se ha estabilizado es el de la planta 10. “Ahora que vuelven a tener enfermos de covid, me alucina la vitalidad y la energía que siguen teniendo”, apunta Pilar Paul sobre los sanitarios que participan en este grupo, que puso en marcha con la colaboración de Cristina Collados, responsable de la planta.
Esta psicóloga dice que “por supuesto que tienen momentos de bajón”, pero para eso está su ayuda “y la que se prestan entre ellos”. “A veces surgen sentimientos de tristeza, como si se hubieran olvidado de ser felices. Hay gente que te dice que no se ha pintado la cara, o que no va de tiendas… Son pequeñas cosas sin importancia, pero que nos hacen sentir bien, que te dan placer, como salir de tapas o abrazar a una persona”, reflexiona Paul. Además, añade, “hay que tener en cuenta que ven a pacientes que sufren, que están solos, que les piden que les den la mano al morir… Conectan con vivencias y emociones que la gente de la calle no ve en el día a día”, explica.