– Hola, doctora.
– Dígame.
– Me.
Parece un mal chiste pero es una realidad… Con frecuencia se producen malentendidos en la consulta. Pero ¿hasta qué punto repercuten en la atención y los tratamientos de los pacientes?
La relación paciente-médico está basada en la comunicación entre ambos. El enfermo intenta obtener respuestas y una posible cura para el mal que le aqueja explicando lo que le pasa. Con esta información, el facultativo formulará un diagnóstico y, entre ambos, se pactará un tratamiento acorde a los recursos disponibles. De ahí la importancia de que exista un entendimiento entre ambos.
Guía básica de comunicación
A continuación explicaremos sucintamente cuáles son los factores que sustentan una buena comunicación.
Un estudio reciente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Minnesota refiere que frecuentemente se produce una disonancia entre lo que los facultativos dicen y lo que los pacientes entienden, incluso cuando los primeros no emplean términos demasiado técnicos. Así, el 21 % de los encuestados creyó que la frase “su tumor está progresando” eran buenas noticias y solo el 67 % interpretó que un positivo en nódulos linfáticos constituía un mal resultado.
También debemos considerar el conocimiento del idioma en el que se establece la entrevista. El lenguaje tiene matices que, si no se conocen, pueden dar lugar a malentendidos y llevar a mayores dificultades a la hora de hacer un diagnóstico.
Por otra parte, no debemos olvidar que para lograr una comunicación eficaz las explicaciones no solo deben ser claras y concisas, sino que hay que verificar que se han entendido. Es muy común, por ejemplo, prescribir fármacos con la indicación “tómese en las comidas”, sin especificar si se refiere a antes, durante o después de la ingesta.
De todos modos, el psicoanalista francés Jacques Lacan (1901-1981) decía: “usted puede saber lo que dijo, pero nunca lo que el otro escuchó”, dando a entender la subjetividad de cada persona en la percepción de la realidad.
Este aspecto cobra especial importancia en la comunicación de malas noticias. El impacto que genera en quien las recibe y la dificultad de transmisión por parte de quien la transmite pueden “dulcificarse” de alguna manera con la expresión de las emociones que afloran en ese momento: facilitar el llanto, dar explicaciones solicitadas de forma amable y simple, ofrecer apoyo y disponibilidad…
Relación de confianza
En definitiva, una buena comunicación entre médico y paciente generará una relación de confianza entre ambos, lo que redundará en una mayor adherencia al tratamiento y una mejor evolución clínica. La satisfacción tanto de las personas enfermas como de los profesionales sanitarios reduce costes relacionados con repeticiones de pruebas, incumplimientos de tratamientos, etc.
En los estudios de los futuros profesionales sanitarios, la comunicación es una de las competencias básicas, que se trata de forma transversal y con presencia de asignaturas específicas. Por ejemplo, en el 3º curso del grado de Medicina de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV/EHU) se imparte la asignatura Ética Médica, Comunicación y Relación Clínica.
No se trata, pues, de una habilidad innata, puede aprenderse. En las encuestas de satisfacción de los servicios de salud suelen aparecer quejas por parte de los enfermos relacionadas con aspectos comunicativos. Por lo tanto, y dado que estas destrezas se pueden perfeccionar, es necesario adquirirlas y mejorarlas.
¿Quién dijo que fuera fácil? Las relaciones interpersonales, basadas en la comunicación, exigen de trabajo constante, preparación, gestión de habilidades, aprendizaje continuo. Sólo de esta manera conseguiremos acercar más lo que queremos decir a lo que nuestro interlocutor puede percibir.
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Fuente: The Conversation. Autoría:
Miren Agurtzane Ortiz Jauregi
Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea