Estrés, insomnio, depresión, agotamiento emocional… La pandemia ha puesto en evidencia la importancia de la salud mental. El último barómetro del CIS señala que seis de cada diez españoles tienen síntomas de depresión y ansiedad, y el INE incluye también algo que hasta la fecha era considerado tabú: cada día se producen en España hasta diez suicidios. La salud mental ha entrado de lleno, incluso entre descalificaciones, en el debate político, y los expertos coinciden en señalar que aún es pronto para ver las consecuencias que puede acarrear la presente situación de emergencia: habrá que discernir entre el sufrimiento psicológico superficial y pasajero y el trastorno que puede ser el germen de problemas más serios.
“Los efectos de la covid aún no han dado la cara del todo. Es previsible una ola de trastornos psicológicos”, apunta Pedro Rodríguez, portavoz del Consejo General de Psicología, cuyos últimos estudios cifran en un 40% el incremento de los problemas de salud mental respecto a antes de la pandemia. El psiquiatra Javier García Campayo también augura una “epidemia de depresión” cuando la covid se resuelva, sobre todo, por estrés postraumático tras el paso por las ucis, o por estar aislados en residencias o por haber tenido que enterrar a familiares sin poderse despedir de ellos. Campayo habla de “una depresión por descarga, porque cuando uno está muy activo, como ahora, tratando de sobrevivir a la pandemia, no le da tiempo a estar deprimido. Pero cuando la covid se resuelva, a los tres o seis meses, habrá una epidemia de problemas psiquiátricos”.
España invierte un 5% del presupuesto Sanidad en salud mental, mientras que la media europea se sitúa por encima del 7%
Son las personas más jóvenes y solitarias las que pueden resultar más proclives a la depresión e incluso a ideas de suicidio por los duelos ‘no resueltos’ durante la pandemia. El confinamiento, las restricciones, la falta de contacto social o las dificultades para conciliar han sido algunos de los motivos del incremento de atenciones en el área de salud mental.
Los pediatras han detectado un repunte de trastornos, sobre todo, entre los mayores de 12 años y, en muchas ocasiones, el miedo, la incertidumbre o el exceso de horas enganchados a las pantallas se traduce en trastornos alimentarios. Lo habitual en las anorexias es que se vean reducciones de peso de entre el 15 y el 20%, pero durante la crisis sanitaria se ha tratado a adolescentes con pérdidas del 30%. También aumentan las autolesiones (arañazos, cortes superficiales o quemaduras) con los que los jóvenes “buscan reducir la ansiedad o llamar la atención” y que son actitudes contagiosas de unos adolescentes a otros.
"Tenemos noticias de aumento de demanda de atención por pérdidas de seres queridos, duelos no hechos, limitaciones en la vida cotidiana y patologías derivadas de la propia enfermedad del coronavirus", explican en la Plataforma Ciudadana de Salud Mental de Zaragoza. Añaden también que ha habido problemas económicos, laborales y relacionales previos a la pandemia y que "han empeorado durante el confinamiento, generando mucho sufrimiento". Isabel Aína, una de las portavoces de la Plataforma, explica que "el aislamiento obligado para prevenir contagios en personas mayores ha perjudicado sus niveles funcionales y cognitivos" y, también, se han desestabilizado aquellos pacientes con patologías como el Trastorno Obsesivo Compulsivo. En la web de la Plataforma están disponibles trabajos y reflexiones sobre las consecuencias del encierro doméstico en aquellas personas aquejadas de problemas de salud mental.
Ante una situación sin precedentes, las primeras reacciones emocionales son las de miedo, ira, tristeza… Eso no implica necesariamente un trastorno mental, de hecho, la persona tiene una capacidad de adaptación ante eventos vitales estresantes”, explican los médicos, que advierten, no obstante, que “el impacto sobre la salud mental aparece a largo plazo”.
Han aumentado las personas hipocondriacas y los síntomas obsesivos, pero lo que no lo hace en la misma proporción son los recursos que dedican las administraciones pública a la atención y el cuidado de estas enfermedades. “La salud mental tiene un déficit histórico de recursos y de integración en la red asistencial”, reconocía hace unos días José María Abad, director general de Asistencia Sanitaria.
España invierte un 5% del presupuesto total de Sanidad en salud mental, mientras que la media europea es de más del 7%, según señala el doctor Valero Pérez Camo, jefe de Psiquiatría del Clínico, quien también alerta de que “lo que vemos es solo la punta del iceberg” y de que “está por venir la gran oleada en salud mental porque hay muchas circunstancias que predisponen a la aparición de patologías”.
En la última semana se han dado hechos luctuosos en Aragón relacionados con trastornos mentales graves, pero -según Celso Arango, de la Sociedad Española de Psiquiatría- “a lo largo del último año, la incidencia general de la psicosis se ha mantenido sin cambios. Sí han podido darse situaciones de estrés que hayan desencadenado “cuadros de psicosis breve”, que hay que estudiar para ver si su evolución puede ser similar a la de los diagnósticos más clásicos.
Hay que volver a la atención presencial porque uno de los mecanismos terapéuticos más importantes es la convivencia
Para aquellos pacientes que tenían problemas previos las restricciones de la covid han supuesto una piedra más en el camino. “La teleasistencia ha servido para paliar una situación de aislamiento, pero la presencialidad es necesaria. Hay que volver a la atención previa a la pandemia porque uno de los mecanismos terapéuticos más importantes es la convivencia”, explica Antonio Tari. “Puede parecer más cómodo, pero el contacto electrónico tiene muchas deficiencias. Siempre pongo el ejemplo de los bebés que duermen en la habitación contigua con un ‘walkie talkie’. Sería como ver que se echan a llorar pero la madre no puede acercarse a darles consuelo”, añade.
El Gobierno de Aragón continúa trabajando en el nuevo plan de Salud Mental, con el horizonte 2025, después de que la propia consejera Sira Repollés admitiera en sus primeras intervenciones que había que redoblar esfuerzos en prestar atención a este tipo de enfermedades. Durante la pandemia, se pusieron en marcha 18 consultas monográficas en Atención Primaria y también teléfonos de atención psicológica gratuita. Asimismo, el IASS creó otro número para trabajadores sociosanitarios, que recibió un buen puñado de llamadas de profesionales que se sentían sobrepasados por la situación y precisaban apoyo emocional. Aragón cuenta con una ratio de cuatro psicólogos en la sanidad pública cada 100.000 habitantes, lo que está por debajo de España (6) y de Europa (18).
Precisamente ayer en el pleno municipal de Zaragoza se instó al Gobierno de España a la aprobación de una nueva ley de Salud Mental y se pidió también al Ejecutivo aragonés un refuerzo de los recursos de esta unidades. Antes de la moción tomaron la palabra representantes del centro municipal de Promoción de la Salud Mental para Jóvenes Amparo Poch, que informaron a los concejales de cómo la pandemia ha provocado un goteo incesante de consultas relacionadas con los trastornos psicológicos.