Comenta Elia Usieto, psicóloga de la Unidad del Sueño de la MAZ en Zaragoza, que al cerebro le gusta tener la ilusión de que sabe lo que va a pasar con nosotros, que eso le hace estar tranquilo, y que acostumbrarse a la incertidumbre no está dentro de la naturaleza humana. "Hay estudios que relacionan esa intolerancia a la incertidumbre con mayores problemas para dormir: como insomnio de conciliación, de mantenimiento, de despertar precoz...", apunta.
De ahí que no sea de extrañar que tras un año de coronavirus, en el que nuestras vidas han cambiado tanto, haya habido un aumento en la prevalencia de casos de insomnio, tal y como señala esta experta coincidiendo con el Día Mundial del Sueño, que se celebra este viernes. "El sueño de los aragoneses ha empeorado desde que empezó la pandemia. Hay estadísticas que daban picos de hasta el 60% de la población durmiendo mal (durante el primer estado de alarma en 2020). Eso es una barbaridad; antes de la pandemia se estima que un 30% tenía alguna dificultad para dormir y que el 10% tenía insomnio diagnosticable. Otras estadísticas hablan de que hasta el 80% de los sanitarios tenían trastornos del sueño en los tres meses de confinamiento debido al estrés y la turnicidad. Al mismo tiempo, han subido las cifras de ansiedad y depresión", explica basándose en la práctica clínica y en investigaciones sobre la materia.
Usieto señala que hasta la Unidad del Sueño de la MAZ -en la que trabaja desde hace 15 años- llegan muchos "casos peculiares" de problemas de sueño en personas confinadas. "Se une el miedo al virus y a contagiar a la gente con la que conviven con el estar encerrado y la modificación drástica de la vida familiar y los hábitos. Comienzan a acostarse y levantarse cada vez más tarde, tienden a dormir la siesta y a descender la actividad física. Un cóctel que no es muy favorable para un sueño de calidad", dice.
También comienzan a ver a personas que han pasado el virus a las que les ha quedado como secuela el insomnio. "Ya hay casos documentados de personas ingresadas por covid con síntomas neurológicos que han desarrollado trastornos de sueño, tanto por excesiva somnolencia como por insomnio. Y estamos empezando a verlo incluso en personas que han permanecido en su domicilio", asegura.
Estrés percibido
Esta psicóloga zaragozana también sostiene que ahora percibimos nuestro entorno como algo más estresante. "Y sabemos que el estrés es uno de los factores más importantes en la génesis del insomnio. Cuantos más cambios se den a su alrededor, este irá en aumento. Sobre todo cuando estos cambios hacen que su entorno o la situación en la que vivía no sea tan satisfactoria como antes", recuerda.
Por otro lado, Usieto destaca que se ha descubierto que las personas que duermen mal tienen menos capacidad para percibir aquello que es agradable y proporciona felicidad. Ella destaca que deberíamos dormir más de 7 horas y media. "Lo ideal sería que cada persona durmiera lo que necesita porque cada una tiene un patrón de sueño", comenta, al tiempo que resalta que tendría que haber un mayor seguimiento de las personas que están confinadas. "Solo les sigue el médico de cabecera en caso de que sea positivo, pero no lo hace de cómo está su salud mental", añade.