La respuesta inflamatoria protege de agentes invasores, heridas o daños en tejidos, incluidos los inducidos por cirugía. Estos desafíos pasan desapercibidos porque se resuelven naturalmente y son limitados en el tiempo sin progresar a inflamación crónica.

La cronificación de la inflamación tiene un carácter patofisiológico y se asocia con muchas de las enfermedades más prevalentes: cardiovascular, neurodegenerativa, diabetes, obesidad, hígado graso, inflamación gastrointestinal,
cáncer, asma, así como las clásicas enfermedades de naturaleza inflamatoria (p.ej. artritis, periodontal, etc.). Hoy contamos con fármacos selectivos cuya acción terapéutica para combatir la inflamación, dolor crónico o daño tisular, se basa en la inhibición o bloqueo de los mediadores químicos proinflamatorios. Como la respuesta inflamatoria es protectora, su inhibición puede causar serios efectos secundarios como la inmunosupresión.

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