¿Cómo valora la situación epidemiológica actual en Aragón? ¿Se ha doblegado la curva?
Hay expresiones como doblegar la curva que, para nosotros que estamos instalados en la cautela, son a veces excesivas. Es verdad que estamos descendiendo. Creo que claramente hemos llegado al tope, hemos estado unos días en meseta y desde hace unos días estamos iniciando el descenso, que hay que reconocer que es lento. Es un descenso con una pendiente suave, lo que hace que estemos entre 300 y 400 casos todos los días. Pero claro, no es la situación de hace dos o tres semanas, cuando el intervalo eran entre 500 y 600. Estamos claramente ya en descenso.
¿Ve factible una vuelta a las aulas en condiciones de seguridad para los alumnos y docentes?
Si la seguridad la relacionamos a la ausencia de casos, esto no es real en nuestra situación. El escenario en el que nos situamos en estos momentos es que estamos descendiendo en la curva, pero no vamos a llegar a una situación cero. Nuestra situación basal no va a ser la que teníamos a finales de mayo o junio. Vamos a llegar con una incidencia más alta de 50 por 100.000 y eso nos pone en una situación diferente, en la que sabemos que con toda probabilidad vamos a tener casos en las aulas, que pueden ser seguramente aislados, no brotes, pero tendremos que intervenir. Tenemos que olvidarnos de ese escenario de principios de verano en el que no había casos. Partimos en una situación en todo el país con contagios; a nosotros nos pillará de bajada y a otras comunidades, de subida. Pero vamos a tener casos en aulas y en colegios. Esa es la situación a la que nos vamos a enfrentar.
¿Habrá cierre de colegios?
Puede haberlos. Es una posibilidad. De hecho, vamos a intentar ponernos de acuerdo todas las comunidades autónomas en cuáles van a ser los procedimientos para que las intervenciones en los centros sean las más coordinadas posibles. Teniendo en cuenta que esos acuerdos tienen que convivir con situaciones diferenciadas entre territorios. No es lo mismo Zaragoza capital que el ámbito rural; no es lo mismo un colegio que solo tiene Primaria, que otro con Primaria y Secundaria. No es lo mismo un colegio pequeño que otro con 1.500 alumnos. Esas situaciones hay que trabajarlas para que la intervención se adapte a la realidad social, de las aulas y del centro en cuestión.
Aragón sumó la pasada semana la mitad de las muertes por coronavirus de todo el país, con 66 fallecidos.
¿Cómo explica este aumento de la mortalidad? ¿Hemos vuelto a llegar tarde?
No, no. Esa puede ser una interpretación, pero hay una realidad epidemiológica que tenemos que asumir. Hemos detectado muchísimos casos estos dos últimos meses. Y hemos defendido un modelo que es el de detectar muchos casos asintomáticos, muchos leves, muchos contactos… Pero al final, siempre hemos lanzado el mensaje de que, ojo, esto empieza por población joven y en edad laboral, pero cuidado que después se dan transmisiones en el ámbito comunitario y en el ámbito familiar que inevitablemente llegan a los más pequeños y a los más mayores. Un porcentaje de los casos leves se transforman en graves, que son hospitalizaciones. Un porcentaje de los casos graves, inevitablemente se transforman en ucis. Y un porcentaje de todos ellos, al final, se traslada en mortalidad. No estamos en los niveles de marzo, abril o mayo, pero se produce un rebrote de mortalidad, con una letalidad inferior a la que teníamos en esos meses.
¿Cuándo bajará la mortalidad?
Cuidado, en epidemiología, igual que hay una secuencia en la aparición de casos, hay una secuencia en la desaparición. Estamos en una parte descendente de la curva de la incidencia total y esta semana y la que viene llegamos a una estabilización en ingresos. Lo lógico es que la disminución de casos graves empecemos a notarla una semana más tarde que la disminución de incidencia de los leves, y en la mortalidad aún tendrá un efecto más tardío. Igual que pasó en la primera oleada, cuando la mortalidad empezó a descender unas semanas más tarde que la incidencia en general, pasará ahora.
El virus ha regresado a las residencias, con brotes activos en 65 centros. Han fallecido 53 usuarios este verano.
¿Qué más se puede hacer para frenar al covid-19?
Seguir manteniendo la vigilancia, los sistemas de aislamiento y de sectorización en las residencias y aumentar los controles. Estamos en una situación muy diferente a la de marzo y abril. En ese periodo, teníamos una parte de casos sospechosos, de mayores que vinculábamos a covid por relación epidemiológica. Ahora tenemos capacidad de hacer PCR a todos los residentes. Hay que establecer algunos matices. También en la mortalidad. Dentro de unos meses, cuando se haga un análisis más fino de los registros de mortalidad, como se hace todos los años, identificaremos fallecimientos con covid, pero tendremos que hilar más fino para saber cuántas de las personas mayores que han fallecido con PCR positivo son en realidad fallecimientos atribuibles a covid y cuáles no. Un ejemplo de estas últimas semanas. Una persona con un infarto acude al hospital, se le hace una prueba PCR, sale positivo, fallece y, efectivamente, lo contabilizamos como fallecimiento por covid. Luego, cuando se haga el análisis de mortalidad, seguramente la causa principal de la muerte no habrá sido el covid sino el infarto. Por eso ahora tenemos que tener en cuenta que contabilizamos como fallecimiento el de cualquier persona que haya tenido PCR positiva, independientemente de que la causa sea directamente covid, o no.
El doctor Simón alertó este jueves de que las cosas no van bien. ¿Hace falta esa llamada de atención también en Aragón?
Creo que las llamadas de atención en Aragón llevamos haciéndolas semanas. Para desgracia nuestra, no hemos tenido reposo. Prácticamente al día siguiente de entrar en la nueva normalidad, retrocedíamos a fase 2 a dos comarcas y a partir de ahí, nosotros nunca hemos hablado de rebrotes. Enseguida identificamos que nos encontrábamos ante una segunda ola en Aragón y especialmente en algunos territorios, como las zonas más ligadas a la recogida de fruta y en Zaragoza capital y la comarca Central. Este virus ha venido para quedarse entre nosotros, de manera epidémica durante los próximos meses, y en el futuro ya veremos. Por eso, siguen estando plenamente vigentes todos los mensajes de prudencia en los que insistimos una y otra vez. Respecto a la mortalidad, siempre decíamos, el problema no es que se contagie la gente joven, que además tiene una sensación de riesgo diferente, que ve el impacto de la enfermedad de una manera distorsionada y con menor sensación de riesgo. El problema es que los jóvenes en su entorno más próximo lo trasladan a sus mayores, o a sus padres o ellos mismos son trabajadores de residencia, o son trabajadores en un entorno laboral donde luego se transmite. La mascarilla, la higiene de manos, la distancia social, ser cautos con las relaciones sociales… Todo ello sigue plenamente vigente y seguirá en los próximos meses.
La campaña de fruta está todavía en marcha en algunas comarcas aragonesas. ¿Qué medidas se van a tomar para evitar nuevos focos de transmisión?
En ello estamos. Creo que en la Franja los profesionales sanitarios y trabajadores sociales han hecho un trabajo encomiable. En algunas de las zonas hemos logrado invertir la tendencia de la curva y hacerla descendente. Estamos muy centrados ahora en otros territorios donde la campaña de fruta está en marcha y donde creemos que podemos anticiparnos. Estamos desarrollando propuestas más activas, porque el objetivo es que esas poblaciones se afecten lo mínimo posible. Las poblaciones de recogida de fruta al final generan transmisión comunitaria y en ámbitos donde afecta a poblaciones más vulnerables, como mayores y niños.
Hay pacientes que, mientras esperan el resultado de la PCR, no reciben la baja médica y tienen que ir a trabajar, pese a no saber si pueden contagiar. El Salud recomienda guardar el aislamiento cuando se es contacto estrecho de un caso. ¿Qué les dice a los empresarios y trabajadores sobre la importancia de quedarse en casa?
Tenemos que trasladar un mensaje muy claro: una persona que es contacto estrecho de otra, o que tiene síntomas, y está pendiente de la realización de un PCR o de un resultado, tiene que estar aislado en su casa. Es la manera de evitar nuevas cadenas de transmisión. Hasta que estemos seguros de que una persona no transmite, tenemos que garantizar que el entorno social donde realiza su actividad o el entorno laboral, no propicie ese contagio. Por parte de las empresas y de los trabajadores.
Puede haber miedo al despido si se quedan en casa sin una baja.
Claro, claro. Hay veces que la gente no respeta los aislamientos por necesidad y hay un porcentaje que no los respeta por necedad. Hay gente que lo hace por miedo al despido, y ahí llamaría a la responsabilidad social tanto de empresarios como de trabajadores. Más allá de que pueda ser reprobable desde un punto de vista sanitario y social, es pan para hoy y hambre para mañana. Una persona que no controla su transmisión va a generar casos nuevos. Y lo que podemos contener ahora en un entorno laboral o social con uno o tres casos, mañana serán diez o quince, y ahí es mucho más difícil de controlar.
¿Los médicos tienen la orden expresa de dar la baja cuando se está pendiente de una PCR?
Claro. Nuestros profesionales sanitarios ya saben que ante una persona con síntomas pendiente de PCR no tiene que tener actividad social o en la condición de contacto estrecho, no debe tener actividad social o laboral. A veces, un profesional sanitario muere al palo de lo que es informado. Es algo que hemos notado en las últimas semanas. Cuando establecemos contacto que suele ser telefónico para comunicar un resultado de PCR, nos tenemos que creer lo que nos dicen. Hay una persona que al otro lado del teléfono nos dice que no tiene contactos o que no tiene actividad laboral, pues nos lo tenemos que creer, porque no tenemos medios alternativos de confirmarlo. A veces es verdad que hay gente que por miedo no te termina diciendo que trabaja en una empresa porque sabe lo que eso puede suponer. Y en el ámbito social, en las últimas semanas, nos hemos encontrado con personas que se marchan al día siguiente de vacaciones y prefieren no identificar contactos, porque saben que supone PCR y espera de resultados. Eso para muchas personas supone que en agosto te tienes que quedar en casa. A veces el servicio sanitario no es que no de una baja, es que ni siquiera es consciente de que tiene que darla.
Durante todo el verano ha sobrevolado el rumor de un confinamiento.
¿Está sobre la mesa para los próximos meses?
El confinamiento siempre se ha quedado en esta fase como la última opción. Pero si algo he aprendido en esta pandemia es que nunca voy a decir rotundamente a nada ni sí ni no (sonríe). Porque creo que la realidad en algunos casos han superado nuestras expectativas. Pero en estos momentos, se plantea como la opción última, el último cartucho a quemar. Antes que el confinamiento, que tiene un impacto social y económico muy transcendente que no podemos obviar, tenemos que ir quemando otros recursos que de hecho es lo que estamos haciendo.
¿Cómo funcionan los rastreos? ¿Reforzarán el personal en septiembre si aumentan los casos?
Desde el principio hicimos un alto nivel de contrataciones, y no hemos parado de incrementar los recursos para el rastreo. Desde hace una semana o diez días, hemos contratado más gente para trasladar el rastreo en algunos barrios a visitas domiciliarias donde puede haber dificultades de hacer confinamiento, para comprobarlo in situ y reforzar las recomendaciones. Ahora estamos reforzando los servicios de vigilancia para hacer frente a los posibles casos que podamos tener en el ámbito escolar. El rastreo es la vía más potente que tenemos para cortar la transmisión. Creemos profundamente en ella como herramienta para el control de la enfermedad.