Fernando Sarráis (Mérida, 1958), psiquiatra y psicólogo, asegura sentirse feliz. Su secreto: "hacer lo que debo porque me da la gana. Lo que me dice mi conciencia, no solo mi corazón. La razón es el gps para decirnos el camino de la felicidad", afirma. Sarráis ofreció recientemente una charla sobre patologías postpandemia en niños y jóvenes en el Colegio Montearagón en Zaragoza.
¿Qué trastornos está detectando en niños y jóvenes tras la covid?
Los de siempre, pero han aumentado. Los más frecuentes son la depresión y los trastornos de ansiedad, aunque también han aparecido otros como los de conducta: aislamientos, adicciones, trastornos alimenticios… Eso se debe a que ha crecido la patología de la personalidad, es decir, no se está educando personalidades fuertes sino dependientes, inestables emocionalmente, impulsivos… Los jóvenes hoy en día son muy frágiles y muy afectivos; hay una hipertrofia de la afectividad.
Fomentar la salud mental significa fomentar la formación de personalidades fuertes, que sepan soportar el sufrimiento y no huir de él. Todo lo que vale la pena y satisface cuesta esfuerzo.
Su papel es no ponérselo fácil a sus hijos, no darles nada a cambio de nada.
¿Cree que hemos aprendido algo con la pandemia?
Sí. Que la vida es dura y hay que luchar contra uno por ser la persona que quiero ser y no acabar siendo lo que no quiero ser: un miedica, un vanidoso, un pesimista, un narcisista, un susceptible, un paranoide…
Y usted, ¿cómo lo llevó?
He tenido la ventaja de haber tenido unos padres que han sabido sufrir bien; han sido pobres y nunca les he visto quejarse ni lamentarse. Estamos en un momento histórico en que se ha puesto de moda la queja, el lamento, el victimismo y dar pena.
Es doctor en Medicina y Cirugía, ¿por qué se decantó por la psiquiatría y la psicología?
El cuerpo es apasionante, pero la mente lo es mucho más. Aliviar el dolor del cuerpo está bien, pero aliviar el dolor de la mente es más intenso. Lo más apasionante del ser humano es lo que hay dentro; ahí está el amor, la libertad, la compasión, el altruismo…
También es profesor de Psicología en la Universidad de Navarra. ¿Qué le encuentra de atractivo a la docencia?
Es apasionante transmitir a las personas lo que uno conoce y sobre todo cuando sabe el camino que lleva a la felicidad.
A usted le interesa mucho la felicidad; ha escrito varios libros sobre el tema.
¿A quién no le interesa ser feliz?
¿No cree que hay un poco de obsesión por ser felices?
Hay obsesión, igual que la hay por la belleza, porque la gente no es feliz. No se puede ser feliz sin libertad. Una persona puede hacer el bien y lo que debe, pero si lo hace por miedo no es libre.
¿Usted es feliz?
Sí, mucho.
¿Y qué le hace ser feliz?
Hacer lo que debo porque me da la gana. Lo que me dice mi conciencia, no solo mi corazón. La razón es el gps para decirnos el camino de la felicidad.
¿Qué diagnóstico hace de la sociedad española?
Creo que están aumentado mucho tres emociones negativas: la ira, que tiene que ver con no saber sufrir y engendra violencia a todos los niveles; la tristeza, que cuando crece mucho se hace patológica y aparecen las depresiones; y el miedo, que es ansiedad y cuando aumenta mucho es angustia y pánico. Si vives asustado no vas a ser feliz.
Ante este panorama que nos presenta, ¿algún mensaje en positivo?
Luchar por mantener la paz y la alegría. Mantenerlas cuando las cosas van mal, que es lo que dice el refrán: aprender a poner buena cara al mal tiempo. La cara es el espejo de la afectividad y poner buena cara al mal tiempo es afectividad positiva. Lo que hace positiva a una persona es la afectividad. Los tóxicos tienen emociones negativas y los positivos las tienen positivas: paz y alegría. Hay que defender esto y eso requiere aprender a sufrir; uno no pierde la alegría cuando está disfrutando sino cuando está sufriendo. Como no mandes en tu afectividad serás esclavo de tus emociones.
Fuente: Heraldo de Aragón