El pasado mes de noviembre, la pandemia de la covid-19 daba a todo el planeta un nuevo sobresalto con la aparición de otra variante del SARS-CoV-2. Ómicron llegaba para quedarse, y contagiar de forma masiva a buena parte del mundo. Esta variante (B.1.1.529) del SARS-CoV-2 era mucho más contagiosa que su antecesora y predominante hasta ese momento, la delta. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la B.1.617.2 -la delta, que fue detectada por primera vez en la India en octubre de 2020- fue la dominante en los cinco continentes desde mediados del año 2021, y antes de ómicron llegó a concentrar un 99,8 % de los casos secuenciados. En diciembre de 2021, la delta fue dejando paso a la avasalladora ómicron, formándose la sexta oleada pandémica en España -séptima en Aragón- con una transmisibilidad muy superior al resto de variantes. La variante ómicron es muy contagiosa, y afecta incluso a quienes han recibido la pauta completa de vacunación y la dosis de recuerdo.
Un estudio del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas de Japón, publicado en la revista médica BMJ (editada en el Reino Unido), reveló que el pico de la transmisión de la variante ómicron llegaba entre los días tercero y sexto tras la aparición de los síntomas, en los casos que sí los presentan. Aunque es la que más se transmite, es también la variante más leve del virus entre las identificadas hasta la fecha. Además, el recorte en el tiempo de incubación de la enfermedad desde el contagio con ómicron parece ser sensiblemente menor que con la delta: apenas tres días.
Cuando se cumplían meses de la identificación de la variante ómicron, los investigadores comenzaron a analizar el impacto de una nueva subvariante. Así, la mitad de los casos registrados en Dinamarca en enero fueron positivos por BA.2, que actualmente ya está apareciendo en varios puntos de la geografía española. La BA.2 se ganó el apodo de 'sigilosa' o 'silenciosa', ya que al parecer es indetectable a las pruebas diagnósticas más simples, como los test de antígenos disponibles para la ciudadanía en las farmacias; la PCR sigue siendo (como ocurría con todas las variantes anteriores) la prueba más certera a la hora de poder detectarla.
Síntomas de la variante ómicron y de la 'sigilosa'
Entre las dolencias más comunes y que más duran en el tiempo de la variante predominante en la actualidad destacan la tos, la secreción nasal y la fatiga extrema. Estos tres síntomas suelen durar una media de cuatro días. Siguen el dolor de garganta, los estornudos y la reducción del apetito, que duran una media de tres días. También son comunes el dolor de cabeza, el dolor muscular y la fiebre, y suelen permanecer en el paciente una media de dos días. Mucho menos frecuentes son la pérdida de olfato y gusto (más habituales en otras variantes), la respiración fuerte y el dolor abdominal.
Fuente: Heraldo de Aragón