Esta tarde ofrece la videoconferencia ‘Primer día tras el estado de alarma. Reflexiones desde la ciencia’. Ya no hay estado de alarma. ¿Y ahora qué?
Que ya no haya estado de alarma no quiere decir que haya acabado la pandemia. Debemos ser muy cautos y precavidos; no hemos vencido al virus y probablemente no lo vayamos a vencer. Solo hemos erradicado dos enfermedades virales: la viruela y la peste bovina... y la viruela, después de doscientos años de vacunación.
Con las ganas que tenemos de olvidarnos de él...
Es muy probable –aunque con los virus nunca se puede estar seguro– que vaya evolucionando, adaptándose mejor a su nuevo hospedador, que somos nosotros, y se vaya debilitando hasta hacerse endémico, pero va a requerir años, no va a desaparecer. Conforme aumente la inmunidad en la población, ya sea por haberse infectado o porque hayamos logrado vacunar a un gran número de personas, las siguientes oleadas irán siendo más manejables. Pero no olvidemos que es un mal bicho silencioso, por sus habilidades moleculares para infectar y porque la mayor parte de la gente que lo transmite ni se entera.
Sin toque de queda nocturno y más movilidad, ¿usted va a cambiar en algo su forma de actuar?
Aunque no soy muy nocturno, ya no tendré la prisa de tener que estar a las 11 recogido en casa y puede que me plantee salir a cenar en pareja o con dos amigos. Pero seguiré evitando lugares concurridos, cerrados y mal ventilados.
Levantar unas restricciones no significa relajar otras.
Hay que repetir el mensaje –que por fin empieza a calar, después de un año, en nuestras autoridades– de la importancia de los aerosoles, mejor fuera que dentro, mascarilla en sitios cerrados...
¿Reforzaría alguna medida?
A partir de ahora habrá que combinar varias medidas: la vacunación es una de ellas –aunque no es una varita mágica para decir «ya estoy vacunado, viva la Pepa»–; y habría que apostar por los test de antígenos. Necesitamos que sean muy baratos para poder repetirlos de forma rápida porque, al ser menos sensibles que las PCR, pueden dar falsos negativos.
Ya que volvemos a poder viajar, ¿deberían intensificarse los rastreos?
No podemos bajar la guardia con el rastreo y habrá que reforzar el sistema de vigilancia de las variantes. Irá habiendo menos presión, vamos a tener tiempo y deberíamos ver cómo evoluciona el virus, secuenciar el mayor número de muestras posible. Que se instauren en los servicios médicos sistemas rápidos de diagnóstico para diferenciar el coronavirus de la gripe y de otros virus respiratorios, preparándonos para el próximo invierno.
¿Qué ha fallado en la gestión de esta crisis?
Pediría una mayor coordinación a nuestras autoridades. Ha habido un exceso de politización: cada uno ha ido a lo suyo, a su revolución, a su república, a sus elecciones o a su moción de censura, y ha faltado un gran pacto de Estado para salir de esto cuanto antes, para que la ciencia y la sanidad no se toquen, porque cuando la sanidad colapsa, todo el sistema se cae. Y este es un problema global, no autonómico: lo que ocurre en Zaragoza influye muchísimo en Asturias y en Madrid, y lo que ocurre en España influye en Portugal y en Alemania, incluso lo que pase en la India acaba influyendo en Europa. También hay una falta de liderazgo a nivel internacional.
Un científico en primera línea de la comunicación covid como usted ¿tiene fatiga pandémica?
Sí. Lo que más agota es la inmediatez que te piden los medios..., a veces para rellenar huequitos con una declaración.
Toca una pregunta de actualidad: ¿liberar patentes ayudaría?
No es tan fácil, los países tienen que tener la capacidad de fabricar las vacunas. Apuesto más por la colaboración y la solidaridad internacional.