Hacer investigación sanitaria a principios de los años 90 en España, y por ende en Aragón, estaba mal visto. No existía una cultura investigadora como en la actualidad y la calidad de los proyectos y de las propias investigaciones era muy baja. De la segunda regional de la investigación, Aragón ha subido a primera, y lo ha conseguido gracias a la creación del Instituto de Investigación Sanitaria Aragón (ISS). La comunidad toda- vía tiene margen para jugar en la Champions de la investigación; y sobra talento y ganas.
Hace 30 años, la investigación biomédica se hacía de manera aislada y por focos diferenciados en los hospitales y en las facultades de medicina o veterinaria. Ángel Lanas, director científico del IIS y jefe de servicio de digestivo del hospital Clínico de Zaragoza ya investigaba por aquellos años. «Estuve en Estados Unidos y volví en 1991, antes estábamos haciendo cosas muy locales, lo que el hospital te podía ofrecer, era todo muy rudimentario. Pero a mi vuelta empezamos a hacer las primeras investigaciones y proyectos bá- sicos. Había muchas dificultades y poco dinero», explica Lanas, el aragonés más citado en publicaciones científicas de todo el planeta.
Lanas conoce cómo ha ido evolucionando esta experimentación, primitivamente fruto del esfuerzo individual de algunos pocos investigadores que saca investigación de forma más frecuente en las universidades que en los hospitales. «Parecía que estabas haciendo algo malo cuando te ibas al laboratorio, no había esa cultura, pero todo fue cambiando progresivamente porque en la universidad se consideraba que investigar es algo innato de esta actividad», recuerda el investigador Lanas.
En 1986 se aprobó la Ley de Ciencia en España, sustituida en el 2011 por la actual Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación. Aquella norma vino a poner orden precisamente a ese modelo espontáneo y disperso del sistema nacional de
investigación, pero llevó tiempo. En el 2002, con Alberto Larraz como consejero de Sanidad del Gobierno de Aragón, se creó el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud (IACS), un organismo dependiente de la DGA que intentó ordenar todo lo que había en materia de investigación y que sirvió como ente coordinador y de apoyo. Antes ya lo habían hecho otras comunidades autónomas como la vecina Cataluña, donde se había erigido la Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats (ICREA), en el 2001. Más anterior, y a nivel estatal, se creó el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), en 1998.
«El primer gran cambio que noté fue la creación del IACS. Se mejoró mucho, ya que se creó una infraestructura de gestión, albergaba un comité ético, ayu- daban con las convocatorias…», detalla Lanas. Coincide con él el subdirector científico del IIS y jefe de servicio de Oftalmología del hospital Miguel Servet, Luis Pablo Júlvez, que añade: «el problema es que era una entidad externa a los hospitales y ajena a la universidad».