Nadie está libre de sufrir una enfermedad mental en cualquier etapa de la vida. Momentos como el embarazo, el parto y el puerperio –también la crianza de los primeros años–, son complejos para la mujer a nivel emocional y físico, y pueden incluso convertirse en el resorte que avive patologías presentes o previas. Así lo indica la psicóloga Beatriz Jurado, de la Asociación Aragonesa Pro Salud Mental, quien matiza no obstante que no hay "un perfil determinado" asociado a este trastorno que tanto "estigma" provoca en el entorno de quienes lo sufren.
"La depresión posparto sigue siento un tema tabú y muchas mujeres no llegan ni a pedir ayuda. De hecho, tan solo se detecta en un 25% de los casos de salud mental que se diagnostican, y muy pocas reciben atención psicológica porque no se habla lo suficiente de este tema", apunta esta psicóloga.
Según datos recientes de un estudio de la Universidad Alberta de Canadá, la depresión en el embarazo y el posparto se ha triplicado durante la pandemia, pasando de una incidencia del 15% antes de la covid-19 al 41% en junio de 2020, cuando se presentaron los resultados de este estudio. "Creemos que esta situación de aislamiento social, toda esta incertidumbre y el miedo que acompaña al futuro económico y laboral están aumentando los niveles de ansiedad y de tensión entre una parte importante de la población. Todo ello, acompañado de los cambios que ha traído la pandemia en los protocolos de atención al embarazo, donde las mamás se están viendo mucho más solas, porque sus parejas no pueden participar en los procesos... las deja en una situación de mayor vulnerabilidad, y el no contar con este apoyo está afectando de forma negativa a las madres", advierte esta psicóloga.
Coincidiendo con el Día Internacional de la Salud Mental Materna, que se celebra este primer miércoles de mayo, la Asociación Aragonesa Pro Salud Mental (Asapme) quiere concienciar a la sociedad sobre la necesidad que hay de recibir atención psicológica durante el embarazo y en el posparto. "La depresión posparto no solo genera sufrimiento en las madres, sino que puede afectar directamente al bebé, al vínculo entre ambos y a otros ámbitos de la vida. Sus causas pueden ser muy variadas, pero lo más importante es que, de no tratarse, las consecuencias pueden prolongarse durante años", advierten desde Aspame.
En primera persona
"Si a mí alguien me hubiera hablado de esto, hubiera estado más preparada. Me gustaría que se visualice como algo que ocurre, y que si te pueden acompañar, se pasa antes"
La zaragozana Mirella Ainaga, que recibió atención psicológica en esta asociación aragonesa a los pocos meses de tener a su primer hijo, en 2018, quiere con su experiencia quitar presión a otras mujeres que estén pasando por lo mismo, y animarlas a buscar ayuda si se ven como ocurrió en su caso "bloqueadas" en los primeros meses de crianza. En su caso, al estudiar Educación Infantil, cuenta que siempre había querido ser madre, pero cuando cumplió su deseo, los sentimientos que tuvo al llegar a casa con su bebé fueron otros. "Me empezó a pasar sobre todo al dar el pecho. Yo lo tenía muy idealizado y pensaba que iba a ser superbonito. Cuando empecé no me gustaba nada y encima en mi caso fue duro. Todo eso, al llegar a Asapme, lo hablaba con Lola (mi psicóloga) y me ayudaba a normalizarlo. El que me diera pautas, que me dijera que no pasaba nada por darle el biberón o que tuviera una hora a la semana para mí me animaba a seguir. También me ayudaba mucho el salir de casa a pasear por la mañana y por la tarde", relata esta madre, que habla de la presión social que rodea todo el tema de la maternidad y la lactancia.
Te han metido tantas ideas en la cabeza, y es tal la vorágine de información que tenemos, que si a ti no te pasa lo mismo que a otras mujeres te sientes la peor persona del mundo. En el momento del embarazo te sientes muy acompañada, pero una vez que das a luz, a la madre se le olvida", lamenta esta maestra de Infantil, a quien le gustaría que en el sistema nacional de salud se implementase también la atención psicológica a las recién paridas.
"Estaría bien que en los hospitales se hiciese más un acompañamiento de la madre por parte de las matronas. Que no fueran solo cuidados corporales. Yo de los kilos o de los puntos me recuperé enseguida, pero lo que me costó más fue ese cambio hormonal que te hace estar triste, cansada o sin ganas de ver a nadie, porque en esas condiciones tampoco quieres ver gente", añade.
Además del apoyo psicológico que encontró en la asociación, Ainaga reconoce que tanto su pareja como el apoyo familiar que recibió en esos primeros meses por parte de su madre fueron "fundamentales" para superar ese bache que tuvo al dar a luz a su pequeño con 34 años. "Yo al principio me hice la fuerte, pero a la semana tuvo que venir a casa mi madre no para hacerme las cosas del hogar, que las hacía mi pareja, sino para sostenerme a mí y estar conmigo. Me decía: 'venga, levántate, haz esto con el niño'. Al principio me quedaba mirándolo y no sabía qué hacer. Cuando se dormía, mi madre que estaba ahí me decía: 'aprovecha ahora para ducharte'. Y necesitaba tenerla cerca para que me dijera qué hacer porque estaba bloqueada", recuerda.