“Llegó a la consulta un hombre mayor, aquejado de cansancio generalizado y algo de tos pero sin otros síntomas sospechosos. En general, se encontraba bien, había hecho vida normal, no se quejaba de nada. Iba acompañado por una de sus hijas, que tampoco pudo referir ningún problema previo en el paciente, más allá de la tos que le había llevado a la consulta. Le hice algunas pruebas, y por precaución le comprobé el nivel de saturación de oxígeno en sangre. Dio 92, tan bajo que no podía creer que estuviera interpretando bien el aparato. Le transferimos de inmediato al hospital, donde no les quedó otro remedio que intubarlo. Nunca había visto nada parecido. Después me enteré de que aquel hombre cayó el picado y murió”.
La doctora Marta del Río trabaja en un centro de salud de una localidad cercana a Barcelona y recuerda bien a ese paciente, uno de los primeros que pasó por su consulta en los compases iniciales de la pandemia en España. En ese momento, poco se sabía de los síntomas del nuevo coronavirus, que iban sumándose a cada día que pasaba. Aquel paciente padecía uno que es fácil pasar por alto: la hipoxia silenciosa.
A diferencia de otras enfermedades respiratorias, la covid-19 puede privar al cuerpo de oxígeno lentamente sin causar problemas para respirar en un principio. Para cuando algunos pacientes presentan disnea o sienten presión en el pecho (unos de los síntomas que figuran como señales de alerta urgentes), ya se encuentran en una situación grave.
En el hospital Clínico de Zaragoza se encontraron con muchos casos como este, sobre todo en las primeras semanas de la crisis sanitaria. “Sorprendía que los pacientes, sin expresar mayor dificultad respiratoria que en las horas previas, tenían saturaciones de oxígeno más bajas. Al reevaluarlos, la auscultación pulmonar y la radiografía de tórax habían empeorado”, explica la doctora Carla Toyas, del servicio de Medicina Interna.
En estos casos, el virus entra en el organismo y empieza a eliminar oxígeno pero sin causar disnea, la dificultad para respirar caracterizada por un aumento en la rigidez de los pulmones que nos provoca presión en el pecho, alertándonos del problema. Esto provoca una respiración más rápida y la expulsión de más CO2. Así que, mientras se tiene la sensación de estar bien, en realidad se empieza a saturar por debajo de las cifras normales, que son bastante superiores a 90, y pueden llegar a quedar en el entorno de 60, un nivel de oxígeno en sangre peligrosamente bajo. Los labios pueden entonces adquirir un leve tono azulado. Para cuando llega la disnea y la presión en el pecho, la situación ya se ha agravado y se necesita intubación urgente.
“No es tan peligroso el nivel de oxígeno en sangre como el esfuerzo que realiza el paciente para respirar. Cuando este nivel cae mucho, la musculatura pulmonar se agota, el enfermo respira muy rápido y superficialmente, el corazón sufre, el colapso es un riesgo inminente”, explica otra médico internista que prefiere mantener el anonimato. “Los pacientes pasaban un mínimo de 15 días intubados hasta que podían volver a respirar por sí mismos, aunque muchos han estado hasta un mes en esa situación”, apostilla la doctora Toyas. “Los médicos de intensivos tenían que explicar a los pacientes el procedimiento a seguir, que iban a intubarlos antes de que tuvieran un fracaso pulmonar, porque en otras patologías, cuando la saturación de oxígeno en sangre es tan baja, el paciente no está precisamente en condiciones de hablar”, relata esta médico, que ha estado en primera línea sanitaria en el centro.
Quizá en las primeras semanas de incidencia de la nueva enfermedad en España, allá por marzo, los ciudadanos no tenían claras las circunstancias en las que debían acudir a urgencias, o quizá por el contrario "aguantaban en casa con los síntomas hasta que ya no podían más y se presentaban en el hospital", explica la médico intensivista del Servet.
La revista 'Diario Médico' se hace eco de este síntoma del nuevo coronavirus, y los expertos aún no han realizado estudios exhaustivos sobre si la detección precoz de la hipoxia silenciosa puede mejorar el pronóstico de la covid-19.