Con la covid19 hay pocas certezas. El primer caso del que se tiene constancia es de finales de noviembre en China y eso, en términos de investigación para saber cómo se comporta y cómo evoluciona el patógeno, es muy poco tiempo. Los saben los científicos que tratan de encontrar una vacuna y, también, los epidemiólogos que van “aprendiendo sobre la marcha”.
La tercera oleada del estudio de seroprevalencia llevado a cabo en España ha confirmado lo que ya se preveía: apenas el 4,8% de la población aragonesa ha desarrollado anticuerpos contra la covid-19, un poco por debajo de la media nacional (5,2%). Lo más sorprendente es que ha habido un 14% de personas que tenían anticuerpos y han dejado de tenerlos, lo que “acentúa la incertidumbre existente sobre la protección generada tras el contagio con este virus”, explican los expertos.
¿Es algo habitual? ¿Sucede lo mismo con otras enfermedades? Antonio Rezusta, jefe de servicio de Microbiología y Parasitología del hospital Miguel Servet, explica que hay personas que no son capaces de producir anticuerpos y que han podido pasar la covid. “Hay dos fórmulas para estudiar la defensa de los organismos: una es la vía humoral, que es con la que comprobamos los anticuerpos en los test serológicos, y la otra es la celular, que se mide con los linfocitos T y no solo con las inmunoglobulinas”. Esta segunda vertiente aún está falta de estudios por lo que no se puede garantizar que las personas que hayan perdido los anticuerpos hayan perdido también la inmunidad al virus. Habría, por tanto, que comprobar los dos mecanismos y eso hace que encontrar una vacuna contra la covid sea más complicado, más laborioso y que los estudios puedan dilatarse en el tiempo. “El del coronavirus es, sin embargo, uno de los patógenos que más estudios, análisis, expectativas y atención ha despertado en los profesionales de todo el mundo. Se han conseguido descifrar muchos datos, incluso más que del VIH, en un tiempo récord”, explica Rezusta.
Lo que es seguro hasta el momento es que el virus muta, por lo que cuando se dé con una vacuna es de esperar que esta tenga que ponerse varias veces a lo largo de una vida con sus consecuentes dosis de recuerdo para estimular al sistema inmune. En este sentido, sería más parecida a la de la gripe que varía todos los años (en 2009 incluso hubo que ponerla dos veces por sus mutaciones) que a la de la poleo o la rubeóla, por ejemplo, que sirve para toda la vida aunque sea administrada en varias dosis. “Pero también es aventurado afirmar eso o decir qué eficacia y tiempo de protección tendría la hipotética vacuna porque la casuística es muy variada”, explica el microbiólogo.
Existen muchos factores dependientes tanto del virus (si este llega en oleadas atenuadas o no) como de las defensas y capacidad inmune de cada paciente. Así, hay que recordar que enfermedades prácticamente erradicadas en muchos países como el sarampión o el tétanos aún causan estragos en muchos otros.
"La "pérdida" de anticuerpos es más frecuente en personas jóvenes que no han tenido síntomas"
Pero, ¿puede volver a contagiarse de coronavirus alguien que ya lo haya superado? Los expertos explican que sí, aunque es de suponer que en ese caso su organismo respondería antes y mejor -incluso habiendo perdido los anticuerpos- porque los linfocitos ‘tienen memoria’. La consejera de Sanidad, Sira Repollés, explicó hace pocos días en las Cortes que las pruebas PCR se complementan ahora con los denominados test Elisa, que permiten constatar si el contagio es reciente o el paciente ha desarrollado anticuerpos desde hace más tiempo.
De hecho, desde el pasado 4 de mayo el Miguel Servet cuenta con esta nueva técnica serológica, que echa mano de la electroquimioluminiscencia para detectar si un paciente ha estado expuesto al virus, con la que ya se han obtenido unos 4.000 resultados.
En el último estudio de seroprevalencia señala que la "pérdida" de los anticuerpos es más frecuente en personas jóvenes que no han tenido ningún síntoma y no se da tanto en aquellos pacientes que sufrieron una pérdida súbita del olfato o del gusto. Los científicos tienen ahí una pista para continuar sus estudios, que la directora del Centro Nacional de Epidemiología, Marina Pollán, reclama que deberían hacerse mediante análisis específicos según las características sociodemográficas de la población. Por ejemplo, los mayores en residencias, tan castigados por la pandemia, merecerían una atención específica, según Pollán. De hecho, los fármacos que se están probando ahora en la lucha contra la covid, veáse el remdesivir o algunas transfusiones de plasma de quienes ya lo han superado, sirven para estimular la inmunidad de un grupo de pacientes determinados y con patologías previas también muy concretas, pero pueden resultar inanes a la hora de tratar otro tipo de paciente.
Los estudios efectuados hasta el momento a nivel nacional indican que las personas que no tenían anticuerpos en la primera oleada y que los han desarrollado en los últimos meses al tener contacto con el virus ha ido cayendo (del 0,9 al 0,7%) y eso reflejaría “la baja aparición de nuevas infecciones tras el confinamiento”. Ante las dudas en torno a los grados y la duración de protección, no puede sino repetirse las llamadas a la prudencia y a mantener todo tipo de cautelas y medidas de seguridad, tanto si se ha contraído o no el virus.