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14 enero, 2020La fijación por un dieta saludable se convierte en un trastorno alimentario cuando se lleva al extremo. Quienes sufren ortorexia, un mal cada vez más extendido, son incapaces de comer fuera de casa al no controlar el origen de los alimentos que ingieren.
Seguro que en muchas listas de los propósitos de Año Nuevo figura el de cuidar la alimentación y comer más sano. Genial. Es una buena decisión, respaldada por los nutricionistas, siempre y cuando no se convierta en una obsesión enfermiza. Una dieta saludable y el consumo de alimentos ecológicos conlleva un beneficio para la salud, pero puede resultar en un trastorno alimentario -ortorexia se llama- cuando no se piensa en otra cosa que controlar el origen de los alimentos que se ingieren. No se trata ya de evitar los fritos, el azúcar o el aceite de palma, sino que quienes sufren este trastorno “acaban siendo incapaces de acudir a un restaurante, a una comida de trabajo o de amigos, ya que no controlan el contenido nutricional de los alimentos", explican los psicólogos. Para ellos, la fruta y verdura tienen que ser de agricultura ecológica y deben saber de dónde procede la carne que se llevan a la boca: desde que nace el animal hasta que llega al supermercado, esto es, donde ha sido criado, con qué métodos e, incluso, cuánto ha tardado en engordar.
Los nutricionistas advierten de que este trastorno se está extendiendo entre los más jóvenes, sobre todo, por un mal entendido culto al cuerpo. Esta obsesión puede tener consecuencias físicas, ya que a veces quienes la sufren prefieren no comer antes que comer algo que no consideran adecuado. Es cierto que en España apenas afecta a entre el 0,5 y el 1% de la población, pero comienza a popularizarse (en Estados Unidos ya va por el 2%) y está en el origen de otros problemas de infrapeso o desequilibrios nutricionales. No obstante, “es más preocupante el deterioro familiar que genera en estas personas”, porque acaban aisladas y sin apenas vida social. Javier Aranceta, profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública, considera que las personas afectadas por esta patología acaban siendo "autistas alimentarios, abocados a la infelicidad".