Hacemos un llamamiento a la comunidad médica y a los organismos nacionales e internacionales relevantes para que reconozcan el potencial de propagación de covid-19 en el aire". Así comenzaba la carta que firmaron 239 expertos de más de una treintena de países y que enviaron a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los especialistas avisaban de esta forma del "potencial significativo para la exposición por inhalación a virus en microgotas respiratorias microscópicas", lo que denominaron "microgotas". Una propagación que se intensificaría, según ellos, en cortas distancias.
La OMS reconoció que, aunque no hay evidencia científica sólida, es posible que el virus se transmita en "lugares cerrados, abarrotados y con poca ventilación". Más de 1 o 2 metros es la distancia que han marcado estos expertos como "riesgo de exposición". El motivo que alegan los expertos es que los virus se liberan en microgotas durante gestos como la exhalación, la conversación o la tos. Determinan que esas partículas son "lo suficientemente pequeñas como para permanecer en el aire".
En el documento firmante insisten: "Varios estudios retrospectivos realizados después de la epidemia demostraron que la transmisión aérea era el mecanismo más probable que explicaba el patrón espacial de las infecciones". La base del razonamiento es el análisis de un caso en un restaurante chino, donde hubo contagios a pesar de que al parecer no se dio contacto entre los afectados, tal y como evidenció la revisión de las cámaras de seguridad. A lo que se suma el estudio de otros eventos en los que este tipo de transmisión pudo ser la única explicación.
Desde la OMS admitieron esta posibilidad y la coordinadora de Prevención de Infecciones del organismo, Benedetta Allegranzi, alegó "estar abiertos a estos hallazgos y entender sus implicaciones sobre la forma de transmisión del virus y las precauciones que se deben tomar". El primer paso que afrontan es la confirmación de la hipótesis, según informaron en una rueda de prensa. En cualquier caso, reconocieron que esta teoría "todavía no es definitiva". Además, la OMS anunció que va a publicar un resumen científico de todas las posibilidades de transmisión.
A finales del mes de marzo ya sacaron a la luz una reseña científica en la que sostenían que "no se notificó transmisión aérea" tras el análisis de 75.465 casos. Ese concepto es diferente a la "transmisión por gotículas". La principal variación es que la aérea se da “a través de núcleos goticulares que contienen microbios”.
El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) manifestó en un informe que la propagación en aerosol puede ser una vía "más importante de lo que se consideraba". "Los humanos producen aerosoles continuamente a través de la respiración normal, lo que aumenta durante las enfermedades respiratorias, e incluso durante una respiración profunda, estornudo, tos o canto", añadieron en el documento del mes de mayo.
El documento de réplica, que los expertos publicaron en 'The New York Times', también propone medidas como proporcionar ventilación suficiente y efectiva, complementar la ventilación general con controles de infección en el aire, como filtrados, o evite el hacinamiento, en especial en el transporte público y edificios. Los firmantes admiten que "no existe una aceptación universal de la transmisión aérea", no obstante, determinan que de su evaluación colectiva se extrae que "hay evidencia de apoyo más que suficiente para que se aplique el principio de precaución". Los expertos remarcan este hecho ahora dada la apertura de comercios, establecimientos hosteleros, oficinas y otros lugares cerrados.
En otros medios
La transmisión en el agua es otro de los aspectos que generaba duda. En el mismo informe del CSIC sobre playas y piscinas se anunció que en el mar "el efecto de dilución, así como la presencia de sal, son factores que probablemente contribuyan a una disminución de la carga viral y a su inactivación". En ese texto, que fue solicitado por el Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE), se detalla que la radiación ultravioleta solar (UVB) y la alta temperatura también favorecerían a su desactivación.