Hay un grupo de población que tras el confinamiento está pagando un precio muy alto por la ruptura en la continuidad de su neurodesarrollo. Así lo indica, en relación a los menores, el doctor José María Civeira, psiquiatra del Hospital Infantil de Zaragoza. En el último año, los trastornos afectivos y de conducta derivados de esta situación "extraordinaria" que trajo el coronavirus han aumentado su prevalencia, llegando a desbordar en abril de este año los ingresos hospitalarios. "El problema es que estamos viendo niños graves con conductas autolesivas severas y un sufrimiento personal tremendo, pero no podemos decir que hay más enfermedad que antes. Son niños que su biografía se ha roto con la pandemia y nosotros creemos que en este momento no hay que estigmatizarlos ni pensar que siempre van a estar enfermos. Lo que sí es evidente es que si no intervenimos como estamos haciendo precozmente con los equipos de Atención Primaria, estos niños sí van a enfermar a largo plazo", advierte este médico, que acostumbra a ver en su Unidad entre 15 y 25 pacientes al día.
Los datos recogidos por las diferentes unidades de Psiquiatría en Aragón muestran que en determinados trastornos la diferencia de casos es "estadísticamente significativa" con respecto a antes de la pandemia. Los especialistas reconocen que han aumentado los trastornos de conducta alimentaria -que por lo general son más graves-, se producen más visitas a Urgencias por lesiones y tentativas autolíticas y la ansiedad, "que está permanentemente instalada en la sociedad", es una de las afecciones más prevalentes y que más preocupan.
Precisamente las autolesiones son una de las consultas que más se han incrementado en los últimos años. Un informe del Hospital Infantil señala que uno de cada cuatro pacientes pediátricos que acudieron a las Urgencias por un motivo psiquiátrico entre los años 2015 y 2017 tenían las autolesiones (intentos de suicidio por sobreingesta de medicamentos, cortes en el brazo, golpes autoinfligidos, etc.) como motivo de consulta. "Las autolesiones antes eran en gente con patología o rasgos de trastorno de personalidad y depresión, pero ahora nos hemos encontrado que se han convertido en una forma de manejar las emociones negativas. Se dan especialmente en chicas de una edad media de 15 años y a menudo sin base psiquiátrica previa", señala el doctor Pedro Manuel Ruiz, jefe de Psiquiatría Infanto-Juvenil del Hospital Clínico Lozano Blesa. A su juicio, estas conductas que antes alarmaban tanto a los psiquiatras y a las familias se están tratando de otra manera, puesto que en muchos casos no subyace ya una intencionalidad suicida. "Ahora tenemos que trabajar para gestionar mejor las emociones negativas y dar herramientas más saludables para ello (golpear almohadas, escribir, dibujar, escuchar música, hacer ejercicio...). Hay que ofrecer alternativas más sanas a los adolescentes porque muchos no tienen patologías si no una emoción que no saben manejar y recurren a la autolesión", indica este especialista.
Detectar a los niños con problemas lo antes posible es fundamental para mejorar su bienestar psicológico. Los psiquiatras coinciden en este punto y destacan la importancia de la medicina preventiva: hacer las intervenciones antes de que empiece la enfermedad. "Estamos en una situación de transición y es importante la colaboración entre las familias, los profesores y los pediatras para evitar el aislamiento y romper el confinamiento que muchos niños se autoinflingen para no contagiar a sus padres… Los niños en cuanto rompen su biografía van a tener unas secuelas a lo largo de la vida. Lo bueno es que tenemos tratamientos muy eficaces. Si un niño está con mucho miedo y cortamos esa sensación fisiológica de que el corazón le vaya muy deprisa, el niño puede ir al colegio. Si un niño está pensando todo el día que sus abuelos van a fallecer poque él les va transmitir la infección y le explicamos bien que con medidas eso no va a ocurrir, probablemente ya no desarrolle una afección", afirma Civeira.
En las consultas de Psiquiatría del Hospital Infantil, una unidad que presta apoyo tanto a Pediatría de Atención Primaria como de Especializada, suelen ver entre 400 y 600 nuevos casos al año. Civeira hace hincapié en que muchos de estos niños "mejoran muy bien" y el episodio funcional desaparece, por lo que el volumen de enfermos crónicos que tratan es a día de hoy pequeño. "Vemos entre 14 y 25 pacientes al día en la consulta de psiquiatría y derivamos a hospitalización a muy poquitos. La idea es que así como habitualmente en unos meses muchas de las enfermedades que vemos en los niños mejoran, casos que inicialmente eran preocupantes para todos porque han llegado tarde mejoran también en el plazo de unos seis meses con tratamiento", indica este doctor, convencido de que los efectos de la pandemia si se cogen a tiempo y se atienden evolucionan favorablemente. "El problema es cuando encontramos un niño que no se trata y lleva un año sin ir a clase. También hay padres negacionistas que prefieren que su hijo se quede en casa para que no contagie… esos son los que más ayuda necesitan", alerta este especialista, al hablar de un programa que tenían antes enfocado especialmente a este grupo de pacientes que no van al médico o que son citados y dejan de acudir. Civeira lamenta que no puedan seguir ofreciendo seguimiento a estas familias en riesgo de exclusión que veían antes, si bien confía en pode recuperar este programa conforme la situación mejore.
"Esos niños que no duermen por la noche bien, que faltan a clase y están todo el día con el ordenador... Es una asignatura pendiente que preocupa a las autoridades sanitarias, y esperamos que nos den recursos para poder resolverla porque somos conscientes de que no lo estamos haciendo bien", confiesa este doctor, para quien lo prioritario en estos momentos sería mejorar el apoyo en interconsultas con Atención Primaria, una cuestión -dice- que en Aragón no está resuelta. "Hemos estado dos psiquiatras infantiles durante diez años para una población de 300.000 personas. En un momento determinado se cuadriplicó el número de profesionales, pero todavía esos programas son importantísimos y lo primero y más urgente sería reforzarlos", destaca.
Por otro lado, este medico hace hincapié en la influencia que han tenido el confinamiento y las medidas para frenar la covid en España y otros países del mundo. "Los datos en Zaragoza son muy variopintos, pero en EE. UU. se habla mucho de la adicción a psicofármacos, alcohol... Según un estudio, casi un 15% de gente que no habría consumido tóxicos está empezando a hacerlo, y aquí lo hemos visto con los dichosos botellones de niños diciendo que tienen derecho a divertirse. Lo que no se puede es saltarse las normas, poner en riesgo a los demás y destrozar tu vida. Eso no va a mejorar absolutamente nada", opina este psiquiatra, en relación a unas medidas y una "ley de acción y reacción" que ha tenido consecuencias graves para una parte de la ciudadanía. "Cuando comparamos países donde el confinamiento no se ha hecho como en España, vemos que en estas poblaciones infantiles las secuelas no son las que tenemos aquí. Por eso hemos aprendido en las distintas olas que tenemos que cuidar muchísimo la maduración y el desarrollo de los niños más vulnerables", defiende este psiquiatra del Infantil.
El "desbordamiento" y la falta de camas que trajo consigo la "famosa" cuarta ola en salud mental derivada de la covid evidenció también la importancia de dotar de más profesionales y recursos a las unidades especializadas en Salud Mental Infanto-Juvenil, que vivieron el pasado mes de abril uno de sus momentos más complicados. "Hubo unos meses que estuvimos fatal. Los recursos son muy limitados y el agotamiento era tremendo. Las listas de espera para ingresar, con 18 personas pendientes de ingreso y sin saber cómo se podía movilizar aquello, eran desesperantes. Estaba todo desbordado y el problema de tener pacientes graves en lista de espera es que se corren riesgos. Afortunadamente no pasó nada, pero podía haber pasado", reflexiona el jefe de Psiquiatría del Clínico.
La "grave" situación de aquellos meses acabó llamando la atención de los gestores, que en los últimos meses han acometido mejoras dirigidas a esta especialidad, entre ellas un proyecto para aumentar las camas de hospitalización y un nuevo plan de Salud Mental. "Ahora la lista de espera ha bajado. Seguimos teniendo pocas camas, pero no es el desbordamiento que hubo en abril, tenemos lo normal -unos 4, 5 o 7 pacientes pendientes de ingreso-. Lo ideal sería que no hubiera lista de espera, pero vas manejándola o nos hemos acostumbrado a ello", reiteran.
En el último año, los ingresos en la Unidad de Psiquiatría Infanto-Juvenil del Clínico han aumentado un 26,8% con respecto a 2020. Hasta el mes de septiembre se registraron 107 ingresos (frente a los 85 de 2020), y lo que se ha incrementado de forma considerable han sido los reingresos. "Lo ideal es que el paciente no reingrese, pero pasa. Y cuando estamos con mucha presión asistencial -hubo un momento que pediatría desapareció para poder hospitalizar pacientes covid en pleno confinamiento- a veces se les da el alta cuando mejoran un poco, pero no cuando están del todo bien, y eso es uno de los problemas que aumenta el riesgo de recaída. Hay que intentar bajar el porcentaje de reingresos, que curiosamente ha subido este año de un 2% en 2020 a un 6%", detalla el doctor Pedro Manuel Ruiz.
La unidad de trastornos de conducta alimentaria, una de las patologías que más han aumentado en los últimos años, cuentan desde hace unos meses con un psiquiatra más en la Unidad. "Eso sí que lo hemos notado, de tener 25 casos que no podíamos ver porque no dábamos abasto, pues hay que destinar un mínimo de tiempo al paciente para tener calidad, a mejorar considerablemente la gestión de los casos, que con eso se previenen ingresos", puntualiza Ruiz, quien más allá de psiquiatras y sanitarios destaca también otro servicio fundamental en la Unidad, el que realizan los docentes. Pablo Blanco es profesor de Secundaria y trabaja además un par de horas diarias en el hospital con niños y adolescentes que están hospitalizados. "A veces empiezan a estudiar y eso les va levantando un poco. Muchos acaban las clases medio sonriendo y contándote otras cosas. La normalidad al final nos ayuda a todos", asegura este maestro, que además de dar clase a estos niños trata de reorientar a aquellos que han dejado los estudios. "A veces es simplemente reforzar lo que ya sabemos y otras veces lo contrario. A los que han abandonado la secundaria se les intentar dar un plan B, y que preparen otro tipo de estudios", manifiesta.
Otro motivo de "esperanza" para quienes están al frente de estas Unidades es el anuncio del Gobierno de incorporar la especialidad de psiquiatría infantil a la formación sanitaria especializada, lo que a juicio del doctor Pedro Manuel Ruiz ayudará también a que muchos profesionales formados en Aragón se queden a trabajar aquí.
Tenemos un problema crónico del sistema, que no hay suficientes profesionales para contratar. Las comunidades limítrofes se llevan las formaciones de residentes y cuando salen contratos aquí ya tienen uno estable en otra región. Tenemos que conseguir que vuelvan a ser atractivas las plazas en determinados lugares de Aragón porque no estamos teniendo éxito", defiende este médico, que ve en la creación de esta especialidad una "oportunidad" para que resulte más atractivo quedarse a las nuevas promociones. "Se supone que la primera será en 2023 y acabará en el 2028. Si se invierte, porque a veces se crean las cosas a presupuesto cero, es una oportunidad de mejorar, y estamos todos esperanzados de que sea también un incentivo, de tal forma que si sale una plaza de Infantil, el que tenga vocación se quede", concluye este psiquiatra.