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21 enero, 2022Las 733 boticas de Aragón han suministrado equipos de protección, test y consejos para frentar el avance de la covid. La Comunidad es la única autonomía en la que emiten el documento europeo que certificas pruebas negativas.
La pandemia ha cambiado la realidad del sistema sanitario y del sector farmacéutico. Antes, las farmacias se dedicaban especialmente a vender medicamentos y a asesorar a los pacientes. Sin embargo, durante la crisis sanitaria, a sus tareas habituales se han sumado las labores de dar apoyo psicológico a los usuarios que lo necesitaban y también de organizar las existencias de algunos productos –como test de antígenos y mascarillas– que han escaseado durante semanas en el mercado. Aragón cuenta con 733 farmacias distribuidas por todo el territorio. Hasta el momento, han emitido 29.868 certificados de vacunación y han notificado a la Consejería de Sanidad 2.918 positivos, tras la realización de un test de uso profesional.
Sin duda, es uno de los sectores que más ha tenido que adaptarse a la situación actual. "Nos hemos tenido que ajustar a todas las escalas. En la Industria han apostado por la fabricación de test y el apoyo al estudio de las vacunas y en los laboratorios han realizado innumerables pruebas diagnósticas", defiende Raquel García, presidenta del Colegio de Farmacéuticos de Zaragoza. Además, asegura, "los farmacéuticos de Salud Pública han apoyado a los equipos de vigilancia epidemiológica y los de hospitales se han encargado de actualizar los protocolos de tratamientos conforme iba avanzando la evidencia científica de la covid". En cuanto a las oficinas de farmacia, destaca su labor ya que han sido "un punto presencial que siempre ha estado abierto" para ayudar y asesorar a los pacientes.
Aragón es la primera y por el momento la única Comunidad de España que realiza test de antígenos en las farmacias y emite los certificados covid. En el resto de autonomías, solo lo realizan los laboratorios clínicos. En concreto, son 360 las farmacias aragonesas capacitadas para dar este servicio y han emitido un total de 28.200 certificados.
Durante el 2021, Aragón vendió 960.633 autotest. Hace una semana, el Gobierno central anunció que los autotest no se podrían vender por más de 2,94 euros, una medida "necesaria para evitar especulaciones", aunque la mayoría de farmacias habían adquirido pruebas "a un precio superior". A diferencia de otros países como Portugal, en España solo se venden en farmacias. "No son chuches, trabajamos con salud. Cuando vendes un test, también informas de cómo actuar antes y después de realizarlo. Lo tenemos que hacer sanitarios y personas formadas en este asunto", asegura.
Las boticas aragonesas han colaborado durante la pandemia con la Consejería de Sanidad del Gobierno de Aragón para descongestionar los centros de Atención Primaria con la entrega de medicamentos a domicilio, a hospitales y con la distribución de mascarillas gratis a la población más vulnerable –300.000 usuarios de la sanidad aragonesa se beneficiaron–. Además, se mantienen implicadas en la estrategia de vacunación. "Frente a los bulos sanitarios, los farmacéuticos y las farmacias han sido polos fundamentales de información rigurosa y veraz para generar confianza y seguridad en la población sobre la necesidad de cumplir con la vacunación", apunta la presidenta. Para evitar la brecha digital, y a petición de Sanidad, los farmacéuticos y auxiliares ayudan a las personas mayores que no tienen conocimientos sobre Internet a solicitar su cita de vacunación. También desde finales de noviembre, proporcionan a los usuarios los certificados de vacunación de pauta completa y de recuperación.
Momentos difíciles
"La primera semana de marzo de 2020 fue una verdadera locura. Los clientes venían a comprar mascarillas y nosotros les atendíamos con la cara descubierta, porque tampoco teníamos", recuerda García. Hasta ese momento, los tapabocas eran un producto "extraordinario". "Se vendían de ciento a viento y no teníamos en el almacén", añade. La presidenta del Colegio reconoce haberse sentido una "afortunada" durante los primeros meses de pandemia. "Éramos privilegiados porque podíamos trabajar y encima hacer un bien social para el que estábamos formados. No solo vendíamos medicamentos, sino que tranquilizábamos a la gente y en muchas ocasiones, hacíamos de psicólogos", cuenta.
Fuente: El Heraldo de Aragón