Si el mundo va a encontrar una vacuna efectiva contra el covid-19, va a ser gracias a una mujer. Así lo demuestra el hecho de que los tres grandes proyectos actualmente en fase de experimentación en humanos reconocidos por la Organización Mundial de la Salud están dirigidos por científicas. La china Chen Wei, la británica Sarah Gilbert y la estadounidense Kizzmekia Corbett compiten por ser la madre de la vacuna de esta pandemia que ha causado efectos devastadores en la salud y la economía mundial.
Las tres posibles futuras candidatas a premio Nóbel han peleado duro por llegar a lo más alto de la investigación inmunológica y su trabajo está ahora bajo el foco de las esperanzas mundiales. Sus estudios, vinculados a distintos organismos y con el apoyo de destacadas farmacéuticas, han pasado ya a fase tres y están probándose en humanos.
HEN WEI, LA GRAN ESPERANZA CHINA
Chen Wei, a la que apodan la Terminator de los virus, es la más mediática. Epidemióloga y general del Ejército chino, tiene 54 años y se dio a conocer durante la epidemia del SARS del 2003, gracias a un desarrollo suyo que salvó miles de vidas entre los militares: un gel aerosol que impidió que las personas contrajeran la enfermedad. Desde entonces, es la máxima responsable de la lucha de China contra los virus y ha bregado también contra el ébola y el antrax.
Conocida por su rigor y su entrega al trabajo, es una excepción en un país blindado donde es difícil hacer investigación fuera de los cauces oficiales.
El equipo que dirige ya ha comenzado a probar una vacuna en humanos, en este caso, entre militares chinos con la farmacéutica CanSino, aunque se ha quedado en Fase 2, según la OMS. Chen Wei firma el estudio sobre sus resultados como directora de una larga lista de científicos.
Otras farmacéuticas chinas, como SinoPharm o Sinovac, están probando sus productos fuera de las fronteras. SinoPharm en los Emiratos Árabes Unidos con una empresa local, y Sinovac, en Brasil. Los estudios de estas dos últimas han sido reconocidos por la OMS.
KIZZEMEKIA CORBETT, EL ESPEJO AFROAMERICANO
Veinte años más joven y afroamericana es la responsable del equipo científico del Gobierno de Estados Unidos que dirige la búsqueda de la vacuna para el covid-19 con la farmacéutica Moderna. Kizzmekia Corbett, nacida en un pueblo rural de Carolina del Norte como la mayor de siete hermanos y un nombre inspirado en la serie 'Raíces', se licenció en biología y sociología por la Universidad de Maryland gracias a varias becas, y comenzó su carrera científica estudiando las consecuencias del dengue, una fiebre hemorrágica, sobre el terreno, en Sri Lanka.
Bregada también en el SARS y el MERS, ha trabajado siempre desde el campo de la biología y fue la descubridora del papel de proteína S en la respuesta inmunológica al ARN del coronavirus SARS-Cov-2.
La 'doctora Kizzy', como se hace llamar en Twitter, donde reúne a más de 48.000 seguidores y exhibe un sentido del humor muy millenial que es capaz de presentar sus logros científicos con un meme de Kim Kardashian. Se ha convertido en el modelo a seguir para las organizaciones a favor del progreso de las jóvenes afroamericanas, a quienes siempre trata de inspirar para que recuerden quienes son y adónde quieren llegar.
Elogiada y elevada al estrellato por un tuit de Kamala Harris, la flamante candidata demócrata a la vicepresidencia de EEUU presume de la enseñanza de su padre de ir a donde esté el amor, para justificar que se ofreciera voluntaria para ayudar con el covid-19. Muy religiosa, explicaba que una de sus preocupaciones estos días era cómo organizar un auténtico funeral sureño para su tía, fallecida por el virus, sin poner en riesgo al resto de la familia.
Británica y pelirroja, de 58 años, y muy discreta, la doctora Gilbert es desde hace años candidata al Nóbel porque es la autora de la vacuna universal de la gripe, que no requiere ser alterada cada año porque estimula el sistema inmunológico contra la gripe estacional.
Bióloga y bioquímica, ha trabajado con un pie en la industria farmacéutica británica, donde ha llegado a crear una pequeña compañía, y con el otro en la Universidad de Oxford, donde es profesora e investigadora principal y dirige un equipo de 300 investigadores.
Comenzó estudiando la malaria y ha lidiado también con el MERS, el ébola y la hepatitis B, y sus estudios desde hace más de una década se centran el papel de las células T, que si son correctamente estimuladas, no precisan de una respuesta inmunológica del organismo para parar el covid-19, sostiene.
Su marido, como el de Chen, renunció a su carrera profesional para cuidar a sus hijos, trillizos. Y los chicos, estudiantes de bioquímica, ahora ayudan a su madre probando la vacuna del covid-19. Una que, como la de la gripe, no impida la enfermedad, pero sí reduzca mucho sus síntomas para el paciente no llegue a requerir hospitalización.
Y es que ella está tan segura de que su producto funciona y de que es tan necesario, que ha prometido a los diputados británicos que podría tenerla lista este mismo otoño. De momento, sus hijos están bien.