Los investigadores defienden la vacunación universal y ante la desigualdad existente, con países con altos porcentajes de vacunación y otros a los que no llega los viales, Philip Felgner, otro de los científicos galardonados, añadió que “la fabricación del producto no es un problema” y apuntó que “que la vacuna sea accesible a todo el mundo es una cuestión política”. En el mismo aspecto, en la facilidad de la fabricación, incidió su colega, la investigadora Katalin Karikó. “Nos gustaría que todos tengan acceso a las vacunas porque es fácil de elaborar y es económico”, dijo. Ante ese deseo de que “pronto todo el mundo tenga acceso a la vacuna” recordó que ese era su empeño cuando trabajaban en el antídoto contra el covid. Karikó señaló además “cuando tengamos que luchar contra otras enfermedades estaremos más preparados”. Los siete galardonados con el “Princesa de Asturias”, Katalin Karikó, Drew Weissman, Philip Felgner, Ugur Sahin, Özlem Türeci, Derrick Rossi y Sarah Gilbert, llevan años trabajando con la tecnología del ARN mensajero, en la que se basa la vacuna. “Cuando empezamos, hace 20 años, escribíamos todas las opciones en las que se podría utilizar esta tecnología y la lista era interminable”, dijo Karikó para ilustrar los beneficios futuros de su trabajo. La bioquímica, que está especializada en el estudio de las posibilidades terapéuticas del ARN, explicó que Astrazeneca, el laboratorio que ha creado una de las vacunas, “en su primer proyecto se centraba en la utilización del ARN mensajero para tratar el paro cardiaco ya que con esta tecnología se puede codificar la proteína que genera nuevos vasos sanguíneos”. “Las posibilidades son ilimitadas”, enfatizó Karikó. Felgner, que calificó el trabajo de sus compañeros como “un éxito científico espectacular”. Ve en el ARN mensajero “una tecnología disruptiva porque se hace todo de manera más rápida, mejor y más económica”.
El investigador californiano es pionero en la utilización de microarrays de proteínas, Ayer explicó ese trabajo. “Las microrrays se utilizan para medir las respuestas de los anticuperos relacionados con una infección o con una vacuna”, afirmó. Felgner explicó que cuando llevó el covid-19 “ya medíamos 88 coronavirus distintos”. La llegada de la infección les permitió estudiar la inmunidad colectiva o de rebaño. “Hicimos una prueba en Orange County (California) donde se administró la vacuna a 6.000 personas. Vimos un aumento impresionante de la inmunidad, llegando a un 80 por ciento en seis semanas. Nos pareció que era un error pero luego comprobamos que funcionaba”, explicó el premio “Princesa de Asturias”. Los investigadores defienden las vacunas con ARN mensajero frente a otras creadas con virus inactivos. Weissman explicó que con en las vacunas tradicionales hay que aislar el virus, cultivarlo y luego desactivarlo y con la técnica de ARN mensajero solo se trabaja con la proteína. “Llevábamos años trabajando con coronavirus y con el ARNE mensajero se utiliza la misma secuencia de codificación para cualquier vacuna así que cuando llegó el covid-19 pudimos hacer el trabajo muy rápido”, explicó. Además, Weissman subrayó que “la vacuna es muy potente, quintuplica la respuesta respecto a otras y es muy segura, se ha vacunado a mil millones de personas y no hemos visto ningún efecto negativo grave”.