Llevar la mascarilla en las terrazas, las playas y las calles donde el transeúnte se cruce con gente y agilizar lo máximo posible la vacunación en todos los grupos de edad, pero especialmente entre los jóvenes con edades en los que se concentra la mayor incidencia de contagios. Son dos de las medidas "más básicas" por las que abogan varios expertos aragoneses para frenar una sexta ola que, a diferencia de las anteriores, ha subido de forma simultánea y muy rápida por toda la Comunidad.
También ve con buenos ojos el toque de queda el epidemiólogo veterinario y profesor de la Universidad de Zaragoza Nacho de Blas "siempre que vaya acompañado de una restricción de aforos y reducción del horario de cierre de los establecimientos", señaló.
En su opinión, donde se "está fallando más" es en el rastreo, una labor compleja por el gran número de contactos de los más jóvenes y la dificultad de llegar a todos cuando el afectado ni siquiera conoce sus identidades tras coincidir con ellos un rato. "Así es muy difícil cortar las cadenas de transmisión", dijo. Por ello, se mostró partidario de implantar "algún tipo de registro de entrada y salida de los establecimientos de ocio nocturno». «No sabemos dónde se están produciendo realmente los contagios y esta sería una forma de tener alguna certeza", opinó.
La actual regulación del uso de la mascarilla le parece que es "la que debería haber sido desde el primer momento" y lo único que falta "es cumplirla con responsabilidad". Sobre la obligatoriedad de la mascarilla en los exteriores es más radical el catedrático en Veterinaria, Juan José Badiola. "La mascarilla se quitó de manera precipitada, yo la hubiera mantenido hasta finales de julio porque ha demostrado ser la mejor barrera física. El ejemplo más claro de ello son las terrazas, donde la gente se las baja sin mantener la separación interpersonal. La espera en un semáforo se puede convertir perfectamente en una aglomeración ante la que hay que tener cuidado", apuntó.
En pleno pico también de calor alertó sobre la importancia de llevarla en las playas y reclamó que en espacios de ocio estival muy concurridos se vigile el "estricto cumplimiento" de las normas sanitarias.
Badiola también defendió la necesidad de intensificar las PCR entre los más jóvenes y llevar a cabo "un rastreo intensivo" para tratar de llegar al mayor número posible de contactos de cada positivo.
Este veterano investigador reconoció que no se esperaba "la magnitud" de esta sexta ola "con una cifras muy llamativas" en cuanto a positivos. Una evolución que achaca en gran parte a una variante delta del virus "muy contagiosa, con una gran capacidad de reproducción que aún se intensifica más en unos meses estivales "de una gran movilidad inusual, lo que favorece su rápida expansión".
Para José Ángel Carretero, jefe del servicio de Neumología del Royo Villanova, el problema es que Aragón, como el resto de España, "está yendo siempre por detrás del virus". "Aquí llevamos ya seis olas y parece que no hemos aprendido nada", lamentó. La clave, en su opinión, es tomar medidas "para evitar que empiece a subir la curva de contagios" una vez que se detectan los primeros focos, no actuar a posteriori para hacer que baje.
Según Carretero, la única manera de revertir la situación actual es «la prevención», sobre todo mientras exista un importante número de personas de 60 a 67 años con una sola dosis de Astrazeneca.
Insistió, en este sentido, en el necesario uso de la mascarilla "no solo en espacios cerrados, sino al aire libre cuando existan aglomeraciones de personal". "Y con aglomeraciones no me refiero a un concierto o la Eurocopa, sino a estar sentado en una terraza. Ahí, la gente está a una distancia muy corta de la otra persona y con la mascarilla bajada. Hablan y ríen y facilitan la propagación del virus por aerosoles", dijo.
Él se mostró contrario desde un primer momento al ‘fin’ de la mascarilla en exteriores y el tiempo parece estar dándole la razón. "Sigo pensando lo mismo, no se tendría que haber retirado", aseveró.