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En Aragón se produjeron durante 2020 un total de 2.070 ictus y el objetivo de los neurólogos es conseguir disminuirlos un 20%. "El 90% se podrían evitar si nadie tuviera hipertensión, ni fumaran, ni fueran sedentarios... Por ello, con el 20% consideramos que se haría una gran labor", ha señalado Javier Marta, coordinador de la unidad de ictus del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza. En este sentido, ha recalcado que mientras que la mortalidad por esta causa en mayores de 70 años está bajando, en la población de 50 a 70 no baja, e incluso, sube. "Una de nuestras prioridades es trabajar el ictus joven y en las edades medias de la vida", ha explicado.
Teniendo en cuenta que la edad es el principal factor de riesgo y que no es evitable, se va a trabajar especialmente en dos de los elementos eludibles: la hipertensión y la fibrilación auricular; puesto que el tabaquismo sí que se encuentra en descenso. "Los mayores envejecen más saludablemente que las edades medias", ha apuntado, en relación a que las personas que ahora tienen 50 años son más sedentarias, obesas y tienen menor percepción de que "lo que siembran ahora, lo recogerán con 70 años". "Queremos evitar esa oleada de ictus que llegará en 15 o 20 años", ha concluido.
El coordinador de la unidad de ictus del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, Carlos Tejero ha señalado que lo importante es actuar con rapidez y, por ello, ha puesto el énfasis en los avances en nuevas herramientas de diagnóstico "que a través de marcadores clínicos, analíticos o de imagen nos permitan detectar con más fiabilidad a los pacientes con ictus o riesgo de sufrirlo". El futuro, ha afirmado, también pasa por los estudios genéticos. Respecto a los recursos, el doctor Marta ha señalado que están pendientes de una ampliación de la unidad de ictus del Servet, que se inauguró en 2007 con cinco camas y ahora necesitaría entre tres y cinco más. "Ahora hay más tratamientos y pacientes que entonces", ha explicado.
Hasta septiembre de este año, la Asociación Ictus de Aragón (Aida) ha llevado a cabo 10.441 atenciones en su centro de neurorehabilitación, lo que supone 1.847 más que en 2020; un año complicado por la pandemia. De hecho, Tejero ha recordado que durante el confinamiento hubo un descenso "muy relevante" de ictus agudos. Además, el riesgo de contagio obligó a "modificar" la forma de actuar en estos centros, sin embargo, ha apuntado que en la actualidad se ha recobrado la atención previa a la pandemia.
Desde 2009, Aragón cuenta con un Plan de Atención al Ictus (PAIA) con el objetivo de mejorar la asistencia en casos de ictus agudo. Con todo, desde Aida insisten en que para evitar muertes prematuras y secuelas que generen situaciones de dependencia, resulta fundamental difundir entre la población sus primeras manifestaciones: las alteraciones en el habla, la pérdida de fuerza en las extremidades o la pérdida de visión en un ojo u ambos son señales de alerta que han de llevar al paciente o a quienes se encuentran con él a buscar atención urgente.