Los fármacos son actualmente el principal instrumento de los sistemas sanitarios para cuidar de la salud. En las tres últimas décadas, grandes avances en este campo han hecho posible curar enfermedades como la hepatitis C, cronificar patologías mortales como el VIH y mejorar el pronóstico de pacientes con esclerosis múltiple u otras enfermedades reumatológicas. De igual modo, en el campo oncológico, han mejorado tanto la calidad de vida de los pacientes como la tasa de supervivencia en distintos tipos de cáncer.
La salud no se reduce a un ámbito, el de los pacientes, sino que es transversal, afectando tanto a la economía como al bienestar de toda la sociedad. Con motivo del Día Mundial de la Salud que se celebra hoy, Jesús García-Foncillas, director del Instituto de Oncología Oncohealth; Diego Vizcaíno, socio director de Economía Aplicada de Analistas Financieros Internacionales; Carina Escobar, presidenta de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP), y Pedro Luis Sánchez, director del Departamento de Estudios de Farmaindustria, han plasmado su experiencia y puntos de vista en un coloquio organizado por EL MUNDO.
La gestión de las patologías en los años 80 y 90 respecto a la actualidad era muy diferente, ahora se tiene en cuenta que no solo afecta a los pacientes, sino a su entorno. Además, la sociedad y por ende, el sistema sanitario, se enfrenta a un reto demográfico, el del envejecimiento de la sociedad, lo que conlleva un mayor número de personas con pluripatologías. "La innovación tiene que ir de la mano del modelo asistencial, apostando también por la participación efectiva de los pacientes en la investigación", señala la presidenta de la POP.
Tasa de supervivencia y calidad de vida
García-Foncillas señala que no hace falta irse dos décadas atrás para observar grandes cambios en el ámbito de la salud: "En los últimos cinco o diez años estamos aportando un incremento estadísticamente significativo en la supervivencia global de pacientes, además en tumores muy frecuentes como pueden ser el cáncer de pulmón, de mama y en el cáncer de próstata". La incorporación de la inmunoterapia en el cáncer de pulmón, las terapias dirigidas en el de colon y el de mama, además de los nuevos andrógenos y terapias antitransgénicas en el de próstata, ha multiplicado por dos la supervivencia.
Un avance que ha sido posible también gracias a la investigación básica, que ha permitido identificar cuál es la biología que está detrás de cada uno de estos tumores, ofreciendo así nuevas dianas terapéuticas a las que dirigir fármacos nuevos. "Una convivencia entre los centros de investigación y las empresas farmacéuticas ha permitido acortar tiempos en el desarrollo de medicamentos pertenecientes a la oncología de precisión, que busca esa alteración genética concreta a la que hacer frente", detalla el oncólogo. Esto ha supuesto un cambio en la metodología de investigación, que reduce los tiempos y permite caracterizar cuáles son esos subgrupos de más beneficio, impactando así en la supervivencia y calidad de vida, reduciendo, gracias a la investigación, la toxicidad de los tratamientos.
El reto de envejecimiento de la sociedad
Analizando la salud desde un punto de vista meramente económico, existe una relación directa entre ambas. "El 73% del incremento en la esperanza de vida en los países desarrollados se debe al impacto sobre la salud de los medicamentos innovadores que habían salido en ese periodo", señala Pedro Luis Sánchez, de Farmaindustria. Un dato que revela cuál es el aporte de la investigación y el desarrollo farmacéutico a la esperanza y calidad de vida. "Actualmente, hay casi 10.000 medicamentos en I+D, sin embargo, al existir una tasa de fracaso, prácticamente menos del 8% acabarán siendo un fármaco", apostilla Sánchez.
El aumento de la duración de la vida laboral parece ser una de las realidades que acompañan al envejecimiento de la población española, aunque habrá que asegurarse que a esas edades acompañe la salud para poder seguir perteneciendo a la población activa, algo que es posible con la innovación. La cual se traduce en una inversión que realizan las administraciones públicas a las universidades y las empresas, trayendo consigo miles de empleos.
Aun cuando consigamos que todo el mundo que puede trabajar lo haga, que la vida laboral se extienda, no es suficiente para garantizar el nivel de crecimiento de un país y el mantenimiento de los niveles de bienestar. Por eso es importante orientar las actividades empresariales y las inversiones a la innovación, ya que es determinante para un país como este", destaca Diego Vizcaíno, de Analistas Financieros Internacionales.
Escucha activa de los pacientes
Toda la población es la receptora de la innovación científica y médica. Todos en algún momento de la vida somos pacientes, por lo que es coherente pensar han de tener un papel activo en la evaluación de nuevos fármacos y tratamientos, además de en la elaboración y planificación de un ensayo. "Hasta ahora, los pacientes hemos tenido una función un poco pasiva de receptores, aunque creo que estamos en el camino de abordar una participación más efectiva, haciendo que la investigación sea más transparente", destaca Escobar.
La opinión tanto de los médicos tratantes como de los pacientes es crítica, ya que nadie como ellos conocen cómo afecta la enfermedad día a día a la calidad de vida. "Lo que tenemos que buscar cuando se diseña un estudio de investigación es mejorar y pretender que, con el nuevo tratamiento, aumente la supervivencia global, teniendo presentes los perfiles de toxicidad para hacerlos lo más tolerantes posibles", señala García-Foncillas. Algo que es posible dando voz a los pacientes, incluso en las fases más precoces de los ensayos clínicos, pues su opinión y experiencia tienen un impacto directo sobre la calidad de vida que puede aportar el futuro fármaco.
Los pacientes son fundamentales para definir tanto las necesidades clínicas, como los parámetros de evaluación relevantes para ellos. Pudiendo perfilar mejor los criterios de evaluación en función de las prioridades y de lo que desearían que se remediara. "Actualmente, muchos de los organismos de evaluación de medicamentos y de las agencias reguladoras tienen a los pacientes dentro en comités, donde participan, se les escucha e incluso a veces tienen capacidad de emitir en las evaluaciones", subraya el director del departamento de Estudios de Farmaindustria.
Algunos de los problemas, según apunta la presidenta de la POP, es la falta de equidad entre centro y comunidades autónomas, que afecta al diagnóstico, retrasándolo, empeorando así el diagnóstico, lo que aumentará el gasto y afectará a la atención sanitaria que tendrá que recibir el paciente. "Nosotros tenemos claro que nuestra participación genera valor e invertir en salud es invertir en el país", reclama Escobar.
"Según nuestras estimaciones, por cada euro invertido en investigación sanitaria, la economía genera en torno a 1,6 euros de valor añadido bruto", revela Vizcaíno. Además, por cada millón de euros invertido en investigación, se generan alrededor de 15,6 empleos en la economía, incidiendo directamente en la capacidad de crecimiento de un país. Señala un estudio elaborado por Analistas Financieros Internacionales que trata de ver cuáles serían los aspectos de contar con un plan de inversión que elevase de manera estable, en torno a dos puntos, el PIB. La prevención y la inversión en nuevos tratamientos, mejora el estado de salud de los trabajadores, incidiendo así en su productividad, un aspecto que iría en conjunto con el alargamiento de la vida laboral. Esta aportación estima que la tasa de crecimiento media del PIB en España podría aumentar los 0,25 puntos porcentuales de aquí a 2030. "Los datos revelan que el gasto de salud es una inversión que permite no sólo crecer más, sino mejor", resalta Vizcaíno.
Se han acortado tiempos en investigación, no en aprobación
"Estamos en un país donde la I+D no es nuestro fuerte, no solo en el ámbito biomédico sino en general. Estamos a la cola de Europa en lo que se refiere a esta inversión sobre el porcentaje de PIB. Por ejemplo, en 2019, estábamos en el 1,25 cuando la media de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos estaba en 2,5", puntualiza Sánchez. Unos datos que destacan si se compara con la inversión en investigación y desarrollo en la industria farmacéutica, que es casi de un 25%. Contando con más de 80 plantas en el territorio español que producen de manera eficiente los fármacos y medicamentos de uso humano, por valor de casi 16.000 millones de euros. Exportándose además en torno a 12.000 millones, según los datos que maneja Vizcaíno.
Una ratio que revela la ventaja que tiene España en este ámbito respecto a otros sectores económicos. "Aquí están las principales compañías mundiales en el ámbito farmacéutico", destaca el director del departamento de Estudios de Farmaindustria. Insta a aprovechar este tejido industrial de la mano de la colaboración público-privada, ya que el 50% de estas inversiones se destina a proyectos que se ejecutan en colaboración con hospitales y universidades, junto con los centros de investigación privados.
Aunque no sólo la lentitud de estos tiempos tiene un efecto negativo sobre la salud global de los pacientes. Según señala Escobar, el encarecimiento de la energía, junto a la precariedad de algunas pensiones, están mermando la calidad de vida de la población, que cada vez llega a más edad con menos salud. "Si tenemos que trabajar más años o estar activos más años, tendremos que intentar que estas personas lleguen más sanas, para que sea factible alargar esa vida laboral", sentencia la presidenta de la POP. La solución a esta problemática, que ya empieza a verse en España, está en un aumento de la inversión en investigación y desarrollo, ya que se ha constatado que los avances científicos tienen un impacto directo sobre la salud de los pacientes.
Fuente: El Mundo