Dos meses después de decretarse el estado de alarma los datos constatan algo que era previsible: los trasplantes y las donaciones se han resentido por culpa del coronavirus. En el caso de Aragón, comunidad líder por excelencia en este tipo de acciones, las cifras también han caído a mínimos históricos y tan solo se han realizado dos donaciones y cuatro trasplantes. De estos últimos, dos han sido renales, uno cardíaco y el otro hepático.
Unos números que contrastan con los dos primeros meses del año, cuando Aragón ya sumaba 22 trasplantes gracias a la donación de 14 personas, 12 tras su fallecimiento y dos donantes de riñón en vida.
Sin embargo, la prioridad de disponer de las unidades de cuidados intensivos (uci) para los casos covid, que son precisamente los lugares donde ocurre la donación y donde están ingresados los enfermos que reciben un trasplante, ha obligado a que la situación no se haya podido seguir desarrollando con normalidad. La situación en Aragón no es excepcional, ya que la caída es generalizada en todo el país. Según datos de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), entre el 13 de marzo y el 7 de mayo, se han realizado 77 donaciones y 164 trasplantes en España, la mayoría de ellos han sido renales (85), seguidos de los cardíacos (25). Estos números suponen una caída de la actividad de alrededor del 85% respecto a lo que se venía haciendo antes de la pandemia del coronavirus.
Por comunidades, Andalucía, Cataluña, Galicia, la Comunidad Valenciana y Asturias han estado por encima de las diez donaciones en este periodo, mientras que el resto de autonomías han contabilizado menos de la decena. En cuando a los trasplantes, Andalucía, con 25, vuelve a ser la comunidad con más actividad, seguida de Cataluña (22), Cantabria (19) o Madrid (13).
LA SEGURIDAD ANTE TODO
La caída de estas intervenciones es otro daño colateral del coronavirus y, en este caso, afecta directamente a la que es una de las cuestiones más valoradas del sistema público sanitario. De hecho, España es líder mundial en donaciones y trasplantes y Aragón es la comunidad en la que más crecieron estas acciones en el 2019, ya que se volvió a batir el récord al realizar 125 trasplantes y 72 donaciones.
Sin embargo, la lógica derivada de la situación ha llevado a tener que reducir estas operaciones a su mínima expresión. Según fuentes consultadas, la previsión es que «poco a poco y en las próximas semanas» se pueda ir retomando el trabajo. Para ello es básico la disponibilidad de camas en las ucis de los hospitales y en planta, algo que en Aragón no se ha sobrecargado en los momentos más críticos de la epidemia, ya que siempre ha habido disposición.
Además de esto, se debe garantizar la seguridad del paciente que va a ser trasplantado, ya que por lo general estas personas están inmunodeprimidas, toman medicación y eso los convierte en enfermos de alto riesgo ante cualquier posible infección.
La otra consecuencia de la paralización provocada por el coronavirus estará en las listas de espera, aunque eso es algo que por el momento no se ha podido cuantificar. En cualquier caso, los casos graves se han seguido atendiendo pese a la crisis de la pandemia, aunque en Aragón no se han dado en los dos últimos meses pacientes en tal situación de urgencia inmediata.
TESTIMONIO DE UN PACIENTE
Javier Arredondo se sometió a un trasplante hepático el pasado mes de enero. El suyo fue de los últimos que se hizo en Aragón antes de desatarse la crisis del coronavirus y limitarse las intervenciones únicamente a los casos más graves. «La prioridad estaba en disponer de camas en uci y todos comprendimos la situación. Es normal que las cifras se hayan reducido tanto», cuenta Arredondo, quien preside la Asociación de Trasplantados Hepáticos de Aragón. «Que nosotros sepamos no hay pacientes en situación crítica ahora», indicó este aragonés.
Salir a caminar era lo que más echaba de menos y el pasado lunes lo volvió a hacer. «Soy una persona activa y eso es lo que más me ha costado, porque el tema de la higiene, el cuidado y la mascarilla es algo a lo que nosotros ya estamos entrenados», asegura. «Desde que te trasplantan estamos muy bien educados en esas pautas y en no tocar a nadie. Esa parte ha sido más fácil que no poder ir a andar», dice.
Él se confinó en su casa el 8 de marzo y tan solo salió a la calle dos veces porque tenía cita en el hospital Clínico. «Antes del trasplante ya caminaba unos 45 minutos cada día y desde el momento que me empecé a encontrar bien quise recuperar esa rutina, pero el estado de alarma nos ha detenido a todos», recalca.